lunes, 17 de septiembre de 2007

EL OFICIO MÁS GRATO DEL MUNDO

El oficio de escritor es grato. Lo ingrato es el pago que recibe el escritor. En provincia, los conocidos "creen" que el escritor debe obsequiarles el libro recién editado, y el escritor también acepta que así sea. ¡Qué pena!
Nadie, aparte del autor, tiene idea aproximada del trabajo que significa escribir un libro.
El otro día hallé unas canastitas de mimbre en un mercado. El hombre que las ofrecía trabajaba en ellas mientras esperaba el arribo de los compradores. Con una gran paciencia entrecruzaba las varas, de vez en vez suspendía su chamba, se limpiaba el sudor con la manga de su camisa, suspiraba y continuaba. Le pregunté cuánto costaba cada canastita y, como si nada, me dijo: "A veinte pesos la docena". Hay oficios ingratos. ¿Cuánto tiempo le lleva a este hombre hacer cada una de las canastitas? Le pregunté y me dijo con su voz sencilla: "La hago cada una como en diez minutos". Hice cuentas. Aparte había que agregarle el tiempo que tarda en reunir las varas de mimbre en el campo y el proceso que sigue para su preparación. ¿A veinte pesos la docena? Las vende a ese precio porque, me dijo, ¡nadie le paga lo justo! ¡Qué oficio más ingrato!
A veces miro a los escritores de provincia como a este humilde artesano. A veces me miro así. Horas y horas en la escritura del libro, horas y horas en la búsqueda de mis "varas" en intento de hacer una "decente canastita llena de palabras". Y cuando pongo mi puesto en el mercado la gente se acerca, revisa mi mercancía y cuando les digo el precio me exigen "una rebaja". ¡Qué oficio más ingrato!