miércoles, 19 de septiembre de 2007

JUEGOS

El lenguaje es un juego. Es un juego de lenguas. El lenguaje posee la capacidad de rememorar nuestra más lejana infancia, cada que hablamos activamos el mecanismo en donde la palabra es como un helado de vainilla, una paleta de chimbo o un mango al que debemos quitar la cáscara con los dientes.
La palabra es el juego y, a la vez, es el juguete. La palabra permite el albur, el doble sentido y el chiste. La palabra propicia la carcajada.
El lenguaje, que parece tan formalito, es la mayor invención lúdica del hombre.
No hay mayor dicha que reunirse con los amigos o con los familiares o con la pareja y jugar el juego infinito de la palabra.
Por esto es bueno que haya libros, ¡muchos libros!
El libro es el objeto que de mejor manera preserva las palabras. En el libro hallamos las palabras más oxidadas y también las más luminosas. Y todas están ahí para que juguemos con ellas, para deslumbrarnos con su sonido, con su luz y con su eterna capacidad de jugar.
En Comitán, desde siempre, hemos reconocido el brillo que tiene la palabra. Por eso cada vez que hablamos lo hacemos con un "cantadito". Los comitecos sabemos que la palabra es como una campana que suena, que resuena, que tintinea; travieso ratón que le pone el cascabel al gato.