martes, 13 de febrero de 2018
CARTA A MARIANA, CON ARENILLA DE ORO
Querida Mariana: Sergio Alejandro López Ruiz subió esta fotografía en las redes sociales. ¡Sí! Es un librincillo con Arenillas. Recordá que, en el origen, las Arenillas eran entrevistas con diez preguntas inusuales que permitieron respuestas sorprendentes, porque (debo decirlo) mis entrevistados siempre han sido personajes de gran capacidad intelectual.
Este librincillo fue publicado en 1997. El diseño fue de mi amigo Paco Flores y lo publicó la editorial IMAGINARTE, dirigida por Lourdes de La Vega y Xavier González. El tiraje fue mínimo, cincuenta ejemplares. Yo (sabés que soy desordenado) ya no tengo un ejemplar en mis manos, pero resulta que Sergio Alejandro sí. Cuando vi la fotografía un baldazo de agua limpia bañó mi corazón. La nostalgia de las cosas buenas es como un abrazo a la hora del frío.
¿Mirás la calidad de los entrevistados? En primer lugar aparece Dolores Albores (nuestra querida doña Lolita, cronista inolvidable de Comitán), luego está Blanca Margarita Alegría (ella ya falleció, el fuego de su poesía la alcanzó más allá de su espíritu). Guadalupe Alfonzo (la no menos querida y genial Maestra Lupita, quien, ya te he contado, en una ocasión me dijo que si existía la reencarnación le gustaría reencarnar en vaca: “Si con dos tetas he sido tan feliz, ¡imaginá con cuatro!”). En seguida, Marirrós Bonifaz (Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines y quien ahora labora en Tuxtla, en la Dirección de Desarrollo Urbano, de la Secretaría de Obra Pública y Comunicaciones, de Chiapas). Luego el Premio Chiapas 2014: Óscar Bonifaz (que en tiempo de la entrevista sólo soñaba con alcanzar tal reconocimiento). Luego aparece Manuel Burguete Estrada (cronista de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, quien me recibió en su casa y lo recuerdo con su personalidad casi de flema inglesa). A continuación el poeta Manuel Cañas Domínguez (quien, desgraciadamente, ya falleció. Él era originario de Chilón. Recuerdo una vez que pasamos por el poblado, un escritor chiapaneco dijo: “Estamos en Chilón de Cañas”. A él le hubiera gustado oír eso). Luego está Rosario Castellanos (debo aclarar, porque no falta quién se vaya con la finta. Esta entrevista fue imaginada. Tomé fragmentos de poemas como respuestas de preguntas que nunca le hice). En seguida está mi admirado amigo Héctor Cortés Mandujano (poeta, narrador y dramaturgo, además de cinéfilo y lector apasionado e inteligente). ¿Quién sigue? Sí, David Martín del Campo (gran narrador, peso semi pesado de la literatura mexicana). Luego está Jorge Esquinca (Premio Nacional de Aguascalientes, que todo mundo sabe es el premio más prestigioso de la poesía mexicana. Quien obtiene este premio es reconocido como poeta mayor).
¿Mirás qué privilegio el mío, al estar cerca de gente tan interesante? Después aparece una Arenilla que le hice a mi amiga Yolanda Gómez Fuentes (poeta y ensayista. En su libro “En el sur la marca de su mano” hace un interesante estudio sobre la obra inicial de Rosario Castellanos). ¿Luego? ¡Ah!, luego está mi amigo, el poeta Carlos Gutiérrez Alfonzo (oriundo del mero Comalapa, y quien ahora se significa como un gran ensayista y excelente académico). Al lado está Gabriel Hernández (el narrador nacido en Tapachula y que posee una memoria prodigiosa, además de ser un narrador con gran capacidad ficcional). Eduardo Hidalgo (quien nació en la misma tierra que mi madre: Huixtla, y que es un poeta de ironía fina y de inteligencia sublime). Luego está mi amigo Fabio Morábito (quien, se ha dicho en muchas ocasiones, es un escritor que nació en Egipto, creció en Italia y llegó a México siendo adolescente y aunque su lengua materna no es el español escribe una de las prosas más bellas en este último idioma. A Fabio le pregunté: Escritor que crece torcido, ¿endereza sus renglones? Y él respondió: “Yo espero que sí, porque creo que todos, más o menos, crecemos torcidos. Quizá mejor crecer torcido que demasiado enhiesto. Las torceduras luego inspiran, son caminos accidentados que dan motivos. Si uno creciera demasiado limpiamente, ¿qué diría después?”. ¿Qué tal? ¡Ah!, la Arenilla de Fabio está en la parte más alta de la creación. No lo digás en voz alta, pero es de mis favoritas. Cuando leí su cuento “Las madres” pensé que ese texto era una verdadera joya de la literatura universal). Luego está Jesús Morales Bermúdez (quien fue el Coordinador del Centro Chiapaneco de Escritores y nos enseñó a todos los becarios el respeto por las letras. Cuando a mí me invitan y acepto estar en la presentación de un libro escribo el texto que leeré, porque Jesús me enseñó que así debe ser: Debo asumirme como escritor y debo otorgar todo el respeto a la palabra). En seguida está Malú Morales Grajales (quien fue mi compañera en el taller de narrativa que dirigía “El Rayo Macoy”). Luego aparece Elda Pérez Guzmán (a quien conocí en el taller de poesía de Óscar Oliva). Del mismo taller de poesía de Oliva es el revolucionario Armando Ramírez Espinosa (con quien compartimos patios de la Facultad de Humanidades, de la UNACH). En la siguiente esquina está Gustavo Ruiz Pascacio (Voz Mayor de la poesía, aunque aún no haya obtenido el Premio de Poesía de Aguascalientes). Luego está David Tovilla (quien, en ese momento, recién había obtenido un premio nacional de narrativa erótica). A continuación la poeta Socorro Trejo Sirvent (quien es querida por medio mundo cultural de Chiapas, por sus poemas y por su gran don de gente y por su capacidad para promover actos artísticos). Luego está Ramón Fernando Velázquez (amigo narrador, también asistente del taller de cuento del Rayo Macoy. De todos los mencionados, a Ramón sí le he perdido la pista. Por ahí debe andar dándole a la talacha literaria). Al final de la relación aparece Luciano Villarreal Rodas (quien fue mi maestro en la facultad de Humanidades y quien, junto con el maestro Altamira, hizo el milagro de llenar la sala Carlos Fuentes la noche que presenté mi novelilla “Historia triste de un cuentahistorias”. Esa tarde había ocurrido la presentación de un libro testimonio de la facultad, luego estaba programada mi presentación. Cuando terminó la primera presentación la sala quedó vacía. Yo quería detener a la audiencia, decirles: “Quédense tantito, va a estar simpática mi presentación”. ¡Nada! Todo mundo se fue, pero un minuto después miré que entraban decenas de jóvenes, como si fuesen los espectadores de la segunda función. Sí, la sala se abarrotó. Los maestros Altamira y Villarreal habían llevado a sus alumnos de la facultad para estar en la presentación de mi librincillo. ¡Ah, qué maravilla! En ese momento pensé en la frase trillada, que repetía el tío Emiliano a cada rato: “Más vale tener amigos que tener dinero”. Ahí el amigo valía lo que valen estas arenillas publicadas en IMAGINARTE hace ya más de veinte años. ¡Veinte años! ¡Uf!
Posdata: La arenilla de la playa es fina arena, pero hay un instante en la tarde, a la hora que el sol se mete, que el brillo es tan sublime que parece arenilla de oro. Las Arenillas que han respondido mis entrevistados tiene ese brillo.
Desde entonces, y mucho antes, han sido decenas de Arenillas, ya centenas, ya miles. A la hora del crepúsculo algo como un brillo de oro aparece en el horizonte, es el brillo de quienes ahí aparecen.