martes, 27 de febrero de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO NACIÓ EL CLUB DE LOS ARELECTORES




Querida Mariana: Vos no lo sabías hasta hoy, pero sos parte del Club de los Arelectores. Daniel Alejandro Meza López mandó un saludo a los Arelectores y con ello inauguró el Club, al inventar la palabra. No hay otra comunidad en el mundo que se llame así, ni en las naciones que tienen millones de lectores.
Los Arelectores son los lectores de las Arenillas. La mayoría de los Arelectores están en Comitán y en la región y en el estado de Chiapas, pero hay Arelectores en algunos otros estados de México y en otros países, en Estados Unidos de Norteamérica, por ejemplo, o en Canadá. Hay un amigo que lee las Arenillas desde España; es decir, los Arelectores están en todas partes, pero la comunidad tiene su origen en Comitán, lugar donde nacieron las Arenillas. Bien se puede hacer un anuncio al estilo de un grupo musical que se anunciaba: “Desde Yalchivol, para el mundo entero”.
Sé que hay muchas personas que leen los textillos que escribo, lo sé. Hay muchos que, día a día, disfrutan las Arenillas (“Tus caballadas”, dice el tío Armando).
Sé también que hay muchos que no las digieren. Esto es así porque hay de gustos a gustos. No todos somos monedita de oro, no todos somos pan compuesto. El pan compuesto es un antojo que le gusta a todo el mundo y la monedita de oro es bien recibida en todos los hogares. No resulta lo mismo con la lectura, no resulta lo mismo con el deporte ni con la música. Hay diversos gustos. En gustos musicales, hay una comunidad de Arjoneros y una comunidad de Pavarottieros; en cuestiones literarias, hay una comunidad de Cortazarianos como una comunidad de Coelheros; así como hay una comunidad de honestos y otra de culeros. En este mundo hay para todos los gustos, para los que tienen gustos exquisitos y para los que son hijos de la banda de bandoleros.
Daniel Alejandro inventó la palabra Arelectores y esta palabra brilla como el ámbar.
Los Arelectores son integrantes de una comunidad que cree en la posibilidad de que los peces nadan en las nubes, hacen piruetas en el aire, como si fuesen delfines. Los Arelectores (nunca se sabrá cuántos son) coinciden en lecturas y en sentimientos. Mientras alguien, en Comitán, lee la Arenilla al lado de una ventana que da a la calle, otra persona, en San Cristóbal, hace la misma lectura, mientras ve que la niebla baja y esconde las plantas del patio central de la casa.
Los Arelectores son seres especiales, tocados con la gracia de la luz. En tiempos que la lectura es una actividad no frecuentada, como sí lo es el deporte y la música, los Arelectores andan con las Arenillas debajo del brazo, así como, en los años setenta, los estudiantes llevaban al Baldor o los poemas de Sor Juana.
Los Arelectores forman una comunidad anónima. Pero, si un Arelector coincidiera con otro Arelector en una plaza o en una estación de tren o en un aeropuerto, algo en su mirada le diría que tienen algo en común, no sabría determinar con precisión cuál es ese rasgo, pero sí advertiría algo como una chispa en los ojos, de igual manera que un vegetariano reconoce a otro cuando coinciden escogiendo un ramo de cilantro. Los Arelectores también eligen el brócoli del pensamiento y la zanahoria del humor.
Posdata: Me da gusto saber que esta comunidad de Arelectores nació en nuestro pueblo, así como me da gusto saber que la comunidad de bebedores de tequila nació en Jalisco y ahora, esta última, es una comunidad de millones de personas en todo el mundo. Los bebedores de tequila son diferentes a los bebedores de güisqui; los lectores de libros de Paulo Coelho son diferentes a los lectores de libros de Orhan Pamuk; los Arelectores, ya nos lo dijo Daniel Alejandro con su palabra inventada, son los que bordan nubes con agua de río.
Los Arelectores nunca serán tantos como los bebedores de tequila, pero igual que estos últimos son gente que disfruta la vida y dejan que, de vez en vez, algo sutil les raspe la garganta.