miércoles, 4 de septiembre de 2019

CARTA A MARIANA, CON EL INGENIO POR ENCIMA DE LA MEDIA




Querida Mariana: Sí, haré caso a tu sugerencia. Lo haré porque pienso que es necesario reconocer el ingenio (no, no, no hablo del ingenio azucarero). Según el diccionario, ingenio puede ser sinónimo de intuición, de entendimiento y de facultades poéticas y creadoras. ¿Mirás? A mí me caen bien las personas con ingenio, porque las imagino muy cerca del genio.
Y digo que haré caso a tu sugerencia, porque en Comitán hay ingenio a montones. Muchos comitecos son ingeniosos. Enoch Cancino Casahonda, gran poeta chiapaneco, dijo alguna vez que el apodo comiteco era ingenioso. Claro, don Enoch, con su genio poético, reconoció que se necesita ingenio para poner un apodo certero y gracioso. Y, la verdad, hay muchos apodos ingeniositos, de esos que sus propietarios, en lugar de ofenderse, lo llevan orgullosos, así como Quique lleva orgulloso en su pecho los colores del América (bueno, Alfredo, que le va a Las Chivas, dice que no se necesita mucho ingenio para irle al América, pero yo pienso que esto ya entra más en el terreno del infundio, que en el del ingenio).
Digo que haré caso de tu sugerencia y comienzo. Acá tengo una muestra del ingenio comiteco. ¿A quién se le ocurrió poner el nombre de Petit Comitec a una cafetería? Es fruto del ingenio comiteco. Y digo que este ingenio está por encima de la media, porque abarca ese territorio imaginativo al que pocos tienen acceso. ¿Ya viste que el nombre juega con una frase común, pero la vuelve muy comiteca? ¡Única!
Todo mundo, de Francia y de Hispanoamérica, ha escuchado la frase: Petit comité, que, de acuerdo al libro “Donde se encuentra la explicación de todo”, significa: Estar en un grupo, en confianza. Sí, yo lo he escuchado con frecuencia, muchos acuerdos se toman en petit comité; es decir, con un grupo de personas que se tienen confianza. Bueno, pues, en el mundo debe haber dos o tres compas que bautizaron con dicho nombre un café o un restaurante o un bar o una librería o una cervecería. Pero, y acá es donde aparece el genio, no hay, más que en Comitán, un café que se llame “Petit Comitec”, donde el ingenio comprueba que no tiene fronteras. La frase viene del francés y los panes compuestos de Comitán se hacen con pan francés.
El arquitecto Luis David, en compañía de su esposa, abrieron este café. Siempre he elogiado a los paisanos que no caen en el error frecuente de bautizar a sus negocios o empresas con nombres comunes, con nombres que se encuentran en cualquier lugar del mundo; siempre he elogiado a los paisanos que ponen nombres únicos. Estos nombres únicos hacen la diferencia de los pueblos. Acá tenemos un caso ingenioso, que raya en la genialidad.
¿Qué puedo pensar cuando camino por el parque central y me topo con un chico que porta una playera, con franjas azules y rojas, que en el pecho dice Rakuten? Que el chavo viajó, cuando menos a España, y en Barcelona compró una playera suvenir del famoso equipo de fútbol. Alfonso me platicó que la marca que tiene la playera del equipo de fútbol español es la marca de la tienda online japonesa más grande del mundo. Pues no, resulta que el chico juega en Comitán en un equipo que se llama Barcelona. Pobre, no sabe que nunca llegará a ser como Messi. Vengo de un tiempo en que los equipos de fútbol no tenían complejos y usaban nombres de la región, vengo de un tiempo en que iba al estadio y veía jugar al “Maderas de Comitán”; es decir, equipos que se llamen Barcelona hay miles en el mundo. ¿Maderas de Comitán? ¡Sólo uno!
¿Mirás? Hice caso a tu sugerencia. Buscaré ejemplos, a nivel mundial, del ingenio comiteco y lo compartiré con vos. Acá está el primero. ¡Ah, qué bonito nombre! ¡Especial! ¡Petit Comitec!
Posdata: Ahora muchos comitecos proponen: ¿Y, por qué no lo comentamos en petit comité? Va, dicen otros, que saben del placer de la vida: Lo hagamos en el Petit Comitec, y van al café que está en… ¿qué referencia te doy? Parate frente al templo de Santo Domingo y caminá con rumbo a la Cruz Grande, una cuadra (llegás al Hotel San Francisco), otra cuadra (llegás al estacionamiento de don Ulises) y una cuadra más (ya pasaste frente al restaurante Rock’n Rolls Sushi), cuando estés ahí, torcé a la derecha, con rumbo a La Pila y, a media cuadra, hallarás una fachada con un árbol dibujado que te dará la bienvenida.
Ir a lugares con ingenio provocan satisfacción. ¿Qué decís? ¿Vamos a platicar un rato en petit comité en el Petit Comitec? Hay unos panqués de elote que te encantarán.