sábado, 21 de septiembre de 2019

CARTA A MARIANA, CON UNA FRACTURA




Querida Mariana: El 19 de septiembre, como en todo el país, en Comitán se realizó un simulacro de sismo. Fue para conmemorar treinta y cuatro años de aquel fatídico 19 de septiembre de 1985 y para hacer conciencia en los ciudadanos. ¿Qué hacer en caso de un temblor? Hoy, más que nunca, sabemos que estamos expuestos ante eventos donde la naturaleza nos desborda. ¿Tenemos un plan de acción familiar en caso de sismo? Muchos ya lo tienen y lo practican, pero muchos otros no. Hay niños que no saben qué hacer en casa si empieza a temblar. Por fortuna, en Comitán los sismos ocurridos no han causado destrozos mayores. Cuando han ocurrido eventos telúricos hay grietas y fisuras en casas y edificios que no afectan de manera importante la estructura; algunos comitecos se espantan y otros caen en estado de pánico, pero no pasa de ahí. Mi tío Elías tiene preparado un botiquín que no contiene más que dos pachitas de trago, dice que el traguito es bueno para los sustos. El tío dice que todo puede faltar en casa menos ese botiquín que rellena cada fin de semana, porque cada fin de semana siente que tiembla y corre por el pasillo gritando: “¡Está temblando, está temblando!” La tía Hermila, su esposa, dice que es mero pretexto para echar trago.
Digo que, gracias a Dios, los temblores en Comitán sólo han provocado sustos, pero (los expertos saben y así lo indican), nuestro pueblo, como cualquier pueblo del mundo, no está exento de sufrir eventos más fuertes. Chiapas está en una zona sísmica. Por ello es deseable que cada familia comiteca tenga un plan de respuesta ante un sismo. En casa, los padres de familia deben buscar los puntos de salvamento y hacer simulacros con los hijos, para que éstos aprendan qué deben hacer en caso de un temblor. En Japón, los niños, en forma constante, practican protocolos de sobrevivencia.
La mañana de 1985, dice Elena Poniatowska, los habitantes de la Ciudad de México vivieron “pánico, desesperación, rabia, impotencia, horror, rescates, solidaridad, muerte…” Uf, ¡qué dramático! ¿Mirás cuántos términos relacionados con el dolor, pero también con la fuerza de la vida? Porque, ante el pánico, los habitantes de la Ciudad de México se organizaron y formaron brigadas de rescate. Los ciudadanos, antes que el gobierno reaccionara, comenzaron a hacer labores de rescate y proveyeron ayuda a quienes la necesitaron. Miles de héroes anónimos se manifestaron como seres de luz en medio de la nube de polvo y oscuridad.
En 1957 un sismo también hamaqueó a la Ciudad de México, pero el de 1985 sobrepasó todo lo esperado. Los expertos nos han explicado que, en 1985, nuestro país estaba en pañales en cuanto a respuesta ante eventos de esa naturaleza. Desde entonces, hay una educación preventiva ante sucesos incontrolables. Me dio gusto comprobar que, en nuestro pueblo, poco a poco, hay conciencia de la necesidad de actuar de manera responsable.
¿Creerías que estuve arriba de una ambulancia para comprobar el protocolo de seguridad? Sí, lo hice. Jamás había estado trepado en una ambulancia y pido a Tata Caralampio que no vuelva a estar ahí. Pero antes de contarte cómo aparecí arriba de la ambulancia te cuento qué sucedió a partir de las diez de la mañana en punto. A esta hora sonó la alarma. Jamás se había escuchado un sonido tan de aullido parador de pelos. El delegado regional de protección civil de la meseta comiteca, Mariano González, me explicó que la alarma sísmica que está en la azotea del palacio municipal fue colocada hace cosa de mes o mes y medio. El día del simulacro se estrenó. Lo deseable es que no suene nunca, pero la naturaleza es impredecible y los comitecos deben estar preparados para responder a eventos sísmicos. Mariano González explicó que Comitán está en una zona donde hay tres placas tectónicas que están en constante actividad.
Mariano sabe de lo que habla. Tiene más de ocho años de experiencia en el puesto. Él es el encargado de coordinar los trabajos de protección civil de Comitán, Las Margaritas, Tzimol, La Independencia y La Trinitaria.
Comitán ya tiene una alarma sísmica, Mariano me platicó que tiene una cobertura de más o menos tres kilómetros; es decir, el sonido terrorífico de esa alarma será percibido por personas que estén en ese radio. Será como suena, una alarma. Si la alarma se activa significa que todos debemos ir a las zonas de seguridad, tal y como (se supone) ya estamos preparados. No importa dónde estemos. ¿En casa, en la oficina, en el trabajo, en la escuela, en la calle? No importa dónde estemos, debemos saber qué hacer en caso de sismo. El simulacro sirvió para esto, para honrar a los fallecidos en 1985 y en 2017, pero también para recordarnos que debemos estar preparados. ¿En tu casa ya saben qué hacer? Yo sé que sí, vos sos muy previsora, pero sé que hay personas que aún no lo han hecho. Sería deseable que todos sepamos cómo responder ante una eventualidad. Ahora, con el Internet hay muchos tutoriales que explican bien a bien cómo ubicar los puntos seguros en la casa, en la escuela, en la oficina y demás espacios de convivencia.
Alicia preguntó el otro día: ¿Y cómo le hago si el temblor me agarra en el sanitario? Pues es una posibilidad que, si bien se presta a chiste, merece una respuesta seria, porque puede suceder. Juan dijo que él se ha preguntado acerca de qué hacer si el temblor lo agarra en una cantina. ¿Se mete un pitutazo por aquello de que puede ser el fin del mundo o busca un punto de seguridad y deja que la botella se quiebre?
Este 19 se realizó el simulacro de un sismo con magnitud 8.2; es decir, casi un terremoto. El simulacro se realizó en oficinas públicas, escuelas y domicilios particulares. En el parque central sonó la alarma y el personal que labora en el ayuntamiento evacuó el edificio (no corro, no empujo, no grito). La evacuación se realizó en tres minutos. ¡Mucho tiempo! El personal deberá sincronizar de mejor manera sus movimientos para que el desalojo sea en no más de un minuto. En cuanto el personal se colocó en la plaza, en un lugar seguro, los equipos de rescate realizaron el salvamento de dos personas que (hipotéticamente) resultaron heridas en el siniestro. Ahí fue cuando todos estuvieron pendientes de los movimientos de los rescatistas, porque, a través de cuerdas y poleas, bajaron a los accidentados en una canastilla. Fue tan emotivo el acto que al final, cuando el herido llegó al módulo del C.R.U.M (Centro Regulador de Urgencias Médicas) la gente aplaudió emocionada, porque las maniobras se realizaron con efectividad. Sí, todo mundo se emocionó al ver que la canastilla se desplazaba por el vacío. Los paramédicos recibieron a los heridos, les brindaron asistencia, los colocaron en una camilla y los trasladaron a las ambulancias que estaban en las cercanías de la fuente. Ahí fue donde el Molinari pidió permiso para vivir de cerca la experiencia. El paramédico (como una excepción) lo autorizó y me trepé al lado del herido (que estaba caracterizado y había sido maquillado con líquido rojo y polvo en toda su anatomía). En cuanto lo subieron, el chofer René Ruiz activó la sirena y partió (hipotéticamente al hospital. En realidad, sólo dio la vuelta a la manzana). Era un mero ejercicio, pero constaté el profesionalismo de los paramédicos (en general de todos los participantes), porque en cuanto la ambulancia partió, los tres paramédicos continuaron con la asistencia al herido (que fue el licenciado Juan Carlos Maldonado, también integrante de la dirección de Protección Civil, del ayuntamiento comiteco). Ramón Pérez confirmaba: “Iniciamos traslado”, y María Leticia Velasco afirmaba que se seguía ventilando al herido. Salvador Chontal revisaba al herido y aseguraba que tenía una fractura en la pierna izquierda, pero estaba suficientemente atendido. Y ahí iba yo, trepado en la ambulancia. Cuando paramos, el herido, como si fuera Lázaro se levantó, fue cuando le pregunté si había sentido miedo a la hora de ir suspendido de la cuerda en la canastilla, de inmediato me dijo que no, con énfasis y orgullo dijo: “Tengo una gran confianza en el equipo de compañeros, en los de rapel y en los paramédicos. Nos entrenamos de manera profesional para servir a la ciudadanía.” Y ahí estaba yo, escuchando, viviendo esa experiencia con ellos. Ahora que lo pienso, pienso cómo yo, viejito de sesenta y dos, me animé a subir al techo de la presidencia para observar de cerca la alarma y cómo me atreví a subir a la ambulancia, pero, tal vez lo hice para vivir ese instante y compartirlo contigo; tal vez lo hice para constatar así en vivo el profesionalismo de estos héroes anónimos que, esa mañana, recibieron aplausos de los asistentes, porque hicieron con seriedad su trabajo.
Posdata: Fue un simulacro. Todos deseamos que no pase de ahí. Pero ningún pueblo del mundo está exento de sufrir un sismo. ¿Qué hacer en caso de un terremoto? Los expertos aseguran que la diferencia entre la vida y la muerte puede estar en que sepamos qué hacer en caso de una eventualidad. Perdón por ser insistente, ¿vos sabés qué hacer en caso de sismo si éste te agarra en tu casa, en la oficina, en el cuarto con tu novio, en un cine, en el sanitario, en el antro? Saber qué hacer hace la diferencia. Te mando un abrazo con intensidad de 9.9.