viernes, 20 de septiembre de 2019

CARTA A MARIANA, CON UN TRAGO DE AZUL AGUA PARA CALMAR LA SED




Querida Mariana: A veces Comitán se viste de diario; es decir, vuelve a ser la niña bonita de siempre, pajarito que sube a lo más alto del árbol y descuelga los frutos del cielo. ¿Has visto alguna vez un fruto azul? ¿No? En todo el mundo las manzanas son rojas, las naranjas ¡naranjas!, los mangos son amarillos y las uvas tiene color uva. Pero a veces, Comitán sube sus brazos y descuelga el mejor fruto del cielo, y el cielo comiteco es azul, como sábana de flama tierna.
A veces Comitán se viste de diario, renueva sus gajos y brinca con la risa de la niña que juega la cuerda; de la que, sentada en el piso, con la falda plegada, juega matatena.
La casa de la fotografía está por el rumbo de La Pila. Todas las mañanas recibe la bendición del aire de La Ciénega. Esta casa (no es extraño, es casa comiteca) no tiene banqueta. Los peatones de estos tiempos corren el riesgo de ser atropellados por un automovilista atolondrado. Pero, cuando el peatón pregunta, el natural explica que esta casa no tiene banqueta, porque es requisito indispensable caminar por la banqueta de enfrente, si no ¿de qué manera podrá beber este fruto azul que retoma lo más íntimo de la esencia del pueblo? ¡Sí! El peatón que camine a la sombra de este enormísimo árbol perderá la oportunidad de pararse un instante y, como si fuese agua conservada en tecomate, beber cada una de sus hojas, de la columna vertebral donde corre la savia que otorga vida, vida plena, de la buena, de esa por la cual se brinda con comiteco y con marimba y con chalupas y tamales en la mesa.
Esta casa es como un mar a la comiteca, con macetas llenas de flores en lugar de gaviotas, con balcones en lugar de nubes. Esta casa es el horizonte y la banqueta de enfrente es la orilla desde donde el caminante puede ver cómo se oculta el sol de estos tiempos. Se vale, claro que se vale, caminar por ahí, llevar una silla plegadiza y sentarse frente a este muro azul; se vale, claro que se vale, cantar bajito o en voz alta: Comitán, Comitán de las flores, donde están mis amores…; se vale, claro que se vale, bañarse con esta luz azul que no existe en ningún otro lugar del mundo. Se vale vivir, soñar con esta niña que se viste a diario de diario, que no espera pretexto para mostrar su rostro más pleno, su carita más tierna.
A veces Comitán se viste de diario, deja que las manos de sus hijos la consientan, la llenen de sueños y de flores. ¡Qué imagen más armoniosa! ¡Qué juego de reflejos! ¡Qué camino de hormigas luminiscentes! ¡Qué aromas de aire iluminados con papalotes!
Posdata: A veces el cielo baja y descansa en las casas de este pueblo.