viernes, 27 de septiembre de 2019

PLATANITO




Imaginá que te llamás plátano, que sos plátano. Serás un fruto con mucho potasio. Los que saben dicen que ayuda al buen funcionamiento de los riñones y del corazón.
No le hagás caso a los que usan la palabra en forma despectiva. En México dicen: “¡Es un plátano!”, cuando se refieren a una persona sosa. Ser un plátano en la escuela significa ser un alumno casi tonto. Hacete a un lado y no permitás que te traten de esa manera. Mejor, digo yo, serví para que las estudiantes sonrojen a los maestros. He visto a varias chicas (¡ah, traviesas divinas!) sacar un plátano de la mochila, pelarlo lentamente y cuando el maestro, que explica el pensamiento de Platón, hace contacto visual con ellas, éstas abren la boca y lamen la punta del plátano o se lo meten y lo sacan en la boca. He visto maestros que en ese instante se sonrojan, porque, sin aviso previo, fueron objeto de una travesura simpática, sensual, cachonda.
Por esto, si sos plátano serás la fruta más erótica que existe. Esta inocente travesura no puede ser lograda con otra fruta. Hemos vivido engañados. Nos han dicho que la manzana fue la que provocó el pecado original. Hay estudiosos de hermenéutica que explican que la manzana sí fue el fruto que la bruja le entregó a Blanca Nieves, pero no fue el fruto que Eva ofreció a Adán. Estos estudiosos dicen que si las chicas de prepa hacen esta travesura en el aula es porque tienen en el subconsciente ese conocimiento ancestral. Eva se sentó al lado de Adán que descansaba recostado en un árbol, peló el plátano que le había entregado la serpiente y cuando Adán la vio, ella subió su mano derecha con el plátano, lo acercó a sus labios, abrió éstos, sacó la lengua y comenzó a lamer la punta del plátano y el plátano de Adán (así lo cuentan los estudiosos) tuvo un despertar sublime.
Ahora bien, podrás ser plátano dominico (de esos chiquitíos con sabor delicioso) o plátano macho (de esos que miden más de treinta centímetros, ¡uf!). Si nacés en Colombia serás muy buscado, te harán pedacitos (ni modos) y te freirán.
En casa, siempre que Sara cortaba el plátano para servirlo en el plato de corn flakes con leche, decía: “Plátano maduro no vuelve a verde”. Yo no le hacía caso, le agregaba unas fresas a mi corn flakes y lo disfrutaba. Años después le pregunté a mi abuela Esperanza, por qué Sara decía eso y mi abuela me explicó que en esa frase tan sencilla estaba encerrada una gran verdad: El tiempo que se va, no vuelve. ¡Ah! Yo bromeaba y decía que era una frase sublime que debía inscribirse con letras de oro en el muro de la sabiduría. Ahora que estoy viejo sé que plátano maduro no vuelve a verde.
Imaginá que te llamás plátano, que sos plátano. ¿Qué preferís ser? ¿De esos chiquitíos sabrosos gourmet que satisfacen a chicas que reconocen que el perfume fino viene en envases pequeños o de esos plátanos grandotes que son el orgullo de su propietario y hacen felices a las chicas golosas que no tienen llenadero?