miércoles, 11 de septiembre de 2019

CARTA A MARIANA, CON RECONOCIMIENTO INCLUIDO




Querida Mariana: Comienzo con una anécdota: Una tarde llegaron a la cabina de radio dos invitados del programa que conducía en radio IMER. Cuando se sentaron y pedí sus nombres para presentarlos ante la audiencia, El Ventarrón y El Avión pidieron, por favor, que no dijera sus nombres, porque nadie iba a reconocerlos en el barrio, que, por favor, dijera sus apodos. Yo, obediente de la tradición comiteca les hice caso. A mitad del programa recibí una llamada telefónica de una radioescucha, al finalizar dijo que era “La hija de El Ventarrón”. De broma pregunté si ella era de esas mujeres entronas que la vida les hace lo que el viento a Juárez.
Hoy, quiero contarte algo del licenciado Fernando Gómez Solís, algo que sea como un reconocimiento a la labor que hace en favor de la sociedad comiteca, pero si no menciono su apodo difícilmente lo reconocerá el barrio. A él todo mundo lo identifica como “El Pina”, así que, con todo respeto, digo que cuando hablo de Fernando hablo de el famosísimo Pina.
Fernando realiza una labor de gran importancia. ¿Sabés qué hace? Va a casas de amigos a pedir que le enseñen los álbumes fotográficos familiares. El Pina sabe muy bien que en cada casa hay decenas de fotografías que, independientemente del recuerdo familiar, conservan el recuerdo común de épocas pasadas. Por ejemplo, en la foto de los quince años de la hija (realizada en 1970) está la chica con un vestido que nos habla de la moda de esos años, hay festones, patios enladrillados, marimbas, sacos de terlenka, chicos con el cabello hasta los hombros, los chalequeros, personajes importantes, platones con botana especial, bebidas que ahora ya no existen. En las casas hay fotografías con recuerdos de desfiles, de actuaciones teatrales, de ceremonias de fin de cursos, de bautizos, de días de campo, de encuentros deportivos, de novias en el parque, de excursiones al Junchavín, de idas a Uninajab, de cabinas de radio y de patios escolares; es decir, en las casas comitecas está el archivo histórico de este pueblo. El Pina se ha dedicado a pepenar y reunir este tesoro. No sé cuántas fotografías tiene ahora en su archivo digital, pero estoy seguro que son cientos, ya miles. ¿Por qué lo hace? No sé bien qué lo motiva, porque gasta su gasolina y su tiempo, valioso tiempo. Actualmente él maneja un taxi. He sido testigo que, en ocasiones, se hace pijij en su trabajo, porque en lugar de hacer “dejadas” va a la casa del amigo que le ofreció enseñarle unas fotografías históricas.
El Pina hace su labor de manera callada. Cuando algún cronista o amigo intelectual ofrecerá una conferencia acerca de un determinado tema comiteco, El Pina, generoso, presta su archivo para que sean compartidas fotografías que a él le llevó tiempo conseguirlas. De esta manera, Comitán enriquece su historia.
Los tiempos actuales han permitido que él llegue, tomé fotografías digitales de las fotografías y que los originales permanezcan con sus propietarios. No hay manera de que esos tesoros se extravíen. Lo que sí hace Fer es una labor de rescate. Fer cumple con su misión, misión que debe ser reconocida por todo el pueblo, porque él realiza una labor de gambusino del oro más auténtico, el que tiene mil quilates.
Cuando Fer llega a la oficina, llega con una gran sonrisa, abre un sobre amarillo y me dice que yo vea, que admire las bellezas que ha rescatado. Y pone las fotografías sobre el escritorio (en realidad es una mesa modesta) y yo disfruto su disfrute y reconozco su labor desinteresada y le digo que su labor es muy valiosa. Pienso que los cronistas, historiadores e investigadores tienen (tendrán) un valioso elemento para análisis de la identidad comiteca. Cuando le digo que reconozco su encomienda desinteresada, él sonríe también. Él es como un héroe anónimo, como un rescatista que salva vidas en un desastre, porque (esto lo sabe todo mundo), una sociedad que no tiene historia no tiene asideros para su desarrollo cultural.
Posdata: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? La fotografía es un elemento imprescindible para hallar respuestas. Los tiempos actuales permiten que existan miles, millones de testimonios gráficos. Pero, ¿qué sucede con los tiempos ya idos?, ¿los tiempos en que la fotografía no tenía la ventaja actual? Fer, El Pina, se mete desnudo a esas albercas de cuartos oscuros y emerge con el brazo en alto, llevando en la mano un par de fotografías que nos darán elementos para saber por qué nuestros ancestros lograron cimentar un pueblo dignísimo que se llama Comitán. Querida Mariana, como lo hago de vez en vez, ahora mi abrazo no es para vos, ahora es para El Pina, en nombre de Comitán. Su labor es chingona.