martes, 11 de febrero de 2020

CARTA A MARIANA: AND THE OSCAR GOES TO




Querida Mariana: Como cada año, el 10 de febrero de 2020, Comitán celebró la tradicional Entrada de Flores, en honor a San Caralampio. El Colegio Mariano N. Ruiz, por los festejos de su septuagésimo aniversario, realizó un tiraje de 300 ejemplares del libro “Tojolabales, tzeltales y mayas. Breves apuntes sobre antropología, etnografía y lingüística”, de Carlos Basauri. En este libro, Basauri da su testimonio de lo que vivió en la entrada de flores del año de 1928. ¿Mirás? ¡1928!; es decir, hace casi cien años.
Nuestra Entrada de Flores ha sufrido transformaciones. Continúa la tradición, pero con agregados contemporáneos. Es lógico, todas las sociedades del mundo son entes vivos, se transforman. Nuestra ciudad no es la misma de 1928. Se ha transformado. Lo que es inalterable en el paso de los siglos es el carácter del comiteco. Por esto, nuestro máximo festejo tiene características especiales.
¿Qué vio Basauri? Copio un fragmento de su libro: “El día 10 de febrero desde la madrugada se reúnen todos los que van a tomar parte en las danzas, en la procesión, así como aquellos que son portadores de ofrendas, en el río grande que se encuentra a tres kilómetros de la ciudad de Comitán. Ahí se organizan en la forma siguiente: abren la marcha seis “diablos” y seis “muertes”, unos cincuenta pasos atrás de éstos, se colocan los bailadores, que son de ocho a doce parejas, siendo curioso advertir que aunque todos son hombres, la mitad se visten con prendas femeninas. Todos llevan máscaras de cartón. Detrás de éstos vienen los músicos cuyos instrumentos son dos tambores grandes y dos chicos, hechos generalmente de un tronco de árbol ahuecado, al que colocan un pergamino bien restirado, y tres o cuatro chirimías; siguen a los músicos cuatro individuos que cargan sobre sus hombros un “marco”, especie de angarillas, en el que traen gran cantidad de velas para el santo y por último, se agrega una enorme muchedumbre portadora de las ofrendas que consisten en flores, frutas, palmas, animales, velas y dinero (…) En las afueras del templo y en lo que se llama “La plaza de La Pila” se erigen multitud de barracas destinadas a expender alimentos, dulces, refrescos y principalmente bebidas alcohólicas, por lo que casi puede decirse que forma parte del ritual el hecho de ingerir algunas copas de “comiteco” a la salida del templo.”
¿Cómo lo mirás? En 1928 hubo “diablos”, “muertes”, bailadores (la mitad, hombres vestidos de mujeres), con máscaras de cartón, tamboreros y piteros, y una muchedumbre con ofrendas para el santo. En la plaza multitud de barracas que ofrecían comiteco. Sí, trago, como parte del ritual. Este año hice el recorrido dos veces, la primera bajé hasta Las Siete Esquinas y subí al parque central, donde vi que el presidente municipal bajó del templete que tradicionalmente se levanta frente al templo de Santo Domingo y se integró al primer contingente de fieles, los que vienen de comunidades rurales y llevan flores como ofrenda (este rasgo fue muy bien recibido por la comunidad.) Después bajé hasta El Cedro, hice el recorrido contrario al contingente de participantes, mientras ellos subían yo bajaba y miré lo que vieron todos los que se pararon en las banquetas o estaban en balcones o en pretiles o en azoteas. Vi un pueblo lleno de alegría, donde hubo danzantes. ¡Ah, burro!, cómo le metieron al baile, no sólo los participantes sino también los que estaban de espectadores; vi a “Los Intensos”, hombres vestidos de mujer, echando relajo a la doble potencia y miré a muchos echando su santo trago (ya no comiteco, sino cerveza, micheladas, charrito o güisqui).
Nada es casual en la vida. Los Intensos son los bailadores que menciona Basauri, los hombres vestidos de mujeres. Claro, más malcriados, más liberados, más protagonistas de este caótico siglo XXI.
Lo que vimos fue una manifestación cultural que tiene su origen en la tradición católica. ¿Por qué los bailadores de 1928 eran hombres vestidos de mujer? En Chiapa de Corzo, cada enero, cientos de hombres se visten de mujeres (son los chuntaes). Los chuntaes son la representación de las sirvientas de doña María de Angulo, quien, en agradecimiento por haber sanado a su hijo, mandó repartir maíz, frijol, verduras y dinero, entre los pobladores de Chiapa de Corzo. Los estudiosos podrán darnos una explicación acerca de esa característica: hombres vestidos de mujeres. ¿Acaso es porque en aquellos años las mujeres tenían prohibido participar en actos públicos? No lo sé. Pero en el 2020, vi muchachas bonitas, con blusas bien pegadas y jeans ajustados, bebiendo cerveza, bailando, gritando, riendo. Vivimos en 2020. La sociedad se transforma. ¿Hasta dónde? Nadie lo sabe.
Posdata: En 1928, los comitecos, en honor a San Caralampio bebían trago y muchos hombres se vestían de mujeres y bailaban. Los festejos populares logran el milagro de unir elementos diversos, en ocasiones: antagónicos.
Vi muchas comparsas. Fieles que durante meses preparan sus vestidos. Todo lo hacen con un gran fervor. Invierten mucho tiempo y dinero, y participan para agradecer favores recibidos de quien, aseguran, es un santo muy milagroso. Tan milagroso, que por ahí nos topamos con un participante vestido de El Jocker, quien recibió el Óscar a la mejor actuación. En 1928 esta imagen no podría hallarse ni en sueños, en el Comitán de 2020 ¡sí! Hubo comparsas de romanos, de grupos estudiantiles urbanos vestidos de tojolabales tocando el tambor y el pito, diablitos, parachicos, odaliscas, monstruos (llevando fotografías antiguas de San Caralampio), enmascarados, viejitos, disfrazados sobre zancos, la bella y la bestia, réplicas de personajes de televisión (como el Chapulín Colorado), disfrazados de viejos cargando ollas, tipos con la máscara de López Obrador, vendiendo boletos para la rifa del avión presidencial, moteros, luchadores, talibanes, pierrots, batman, caballerangos, y, por supuesto, El Jocker. La Entrada de Flores es un verdadero tachilgüil de personajes, que parecen salidos de una pesadilla y, también, de cuentos de hadas. Sí, el carácter del comiteco de este siglo XXI ahí está retratado. A veces varios se incomodan, es natural, a veces nos da temor vernos en el espejo.