jueves, 27 de febrero de 2020

CARTA A MARIANA, CON UNA FOTOGRAFÍA DE 1934




Querida Mariana: Quienes saben dicen que el numerito que aparece al lado de las iniciales MF significa el año en que fue tomada, por lo tanto, esta fotografía corresponde al año 1934. ¿Le echamos pluma? Bueno, basta decir que dentro de catorce años cumplirá un siglo.
Fernando Gómez, “El Pina”, me dio copia de la foto. Cuando abrió un folder y me la enseñó, pensé en Óscar Bonifaz y en Rosario Castellanos, escritores comitecos que nacieron en 1925. Comitán presentaba este entorno cuando ellos tenían 9 años. Los niños Rosario y Óscar caminaron por estas calles, con el mismo sol afectuoso (porque en ese tiempo el clima templado era una realidad). Por fortuna (digo yo) vos podés identificar sin mayor problema este espacio. ¡Así es! El edificio de dos plantas corresponde al Teatro Junchavín. El edificio se mantiene sin muchas modificaciones. Óscar Bonifaz escribió un texto con el título “Sí, papá. Una historia novelada”, donde narra, con precisión, la historia de esta casa. Bonifaz nos dice que en la herrería de los balcones aparecen, en el centro, dos iniciales: NR, que son las iniciales del nombre de la propietaria de la casa: Natalia Rovelo, mujer que recibió esta casa como símbolo de obediencia irrestricta. La tal Natalia respondía: “Sí, papá”, a todo lo que su papá le indicaba. La casona fue como un símbolo de la sumisión absoluta.
En esta fotografía se ve una especie de marquesina. Parece que después de ser residencia de una de las familias más acaudaladas de Comitán, la casa mostró una irrevocable vocación de ser espacio para teatros y cines. En esta casa funcionó el Cine Cristiani, luego el Belisario Domínguez y, en los años setenta, el Cine Montebello. Actualmente es el Teatro de la Ciudad. El señor Juárez (técnico que laboró muchos años en Coneculta-Chiapas) conoció todos los teatros del estado y sostenía que el Junchavín era el mejor.
Digo que reconocerás de inmediato el entorno. ¡Claro! El pueblo tiene muchas transformaciones. La casa que está frente a tus ojos ya no existe. Ahora está la zapatería Vives Bermúdez, que fue la famosa Canadá. Y la bardita que delimitaba el parque tampoco existe. Ahora, más o menos, donde acá se ve esa base alargada está el busto de Rosario Castellanos, hecho por el escultor comiteco Luis Aguilar.
Los niños Óscar Bonifaz y Rosario Castellanos, a la edad de nueve años, jamás imaginario que se convertirían en escritores (Rosario con fama internacional, y Óscar con fama estatal); nunca imaginaron, a la hora que caminaron frente a esta casa de dos plantas, que uno (Óscar) sería el encargado de escribir un texto que diera cuenta de la historia de dicha casa; y que otra (Rosario) tendría un busto que honraría su memoria, en la contra esquina de la casa de doña Natalia Rovelo.
Los habitantes del Comitán de 1934 jamás imaginaron la transformación del pueblo. En el 2020, esta esquina ya no tiene la placidez de entonces. En la fotografía sólo se advierten dos o tres personas, una camina frente a la entrada de la casona y otros dos están sentados en las gradas que daban acceso. Es un pueblo casi desierto, se puede escuchar los pasos del silencio, el rumor a la hora que avanza la sombra.
No sé, pero parece que en una esquina del primer plano de esta fotografía hay un manojo de hojas. Tal vez por ahí había un árbol, a mitad de la calle (no era extraño. Frente al templo de Santo Domingo había árboles casi a mitad de la calle). Pero puede ser que sólo sea mi imaginación.
Posdata: Puede ser también mi imaginación, pero yo alcanzo a leer lo que dice el letrero que está colocado en la parte superior de la casa de enfrente, dice: “Mejoral”. Decime que vos también leés lo mismo. Cuando yo fui niño escuchaba el jingle que decía: “Mejor mejora Mejoral”. Cuando tenía dolor de cabeza, mi mamá me daba un mejoral y mejoral me mejoraba.