viernes, 28 de febrero de 2020

CARTA A MARIANA, CON UN SENTIMIENTO DE PÉRDIDA




Querida Mariana: Se pierde lo que uno poseyó. No hay pérdida en el deseo. Te he contado que me identifico con las líneas de la escritora argentina María Elena Walsh, que dicen: “…Porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy…” Habla de su pueblo. ¿Mirás la aparente contradicción? Es una declaración honesta de amor: Me duele si me quedo, pero me muero si me voy.
¡Ah!, cuántas personas han vivido (viven) esta relación que, tal vez, podría ser definida como tóxica, como de una gran dependencia. Una traducción boba sería: “Estoy jodido, pero de acá no me muevo.”
¡Qué valor de los que abandonan su ciudad y viajan a otra! Lo hacen por mil motivos, uno de ellos, a veces, es porque les harta su pueblo. Pero ¿y los demás? ¿Los demás hartos? Los demás se aguantan, porque hay un llamado imperioso. El amor a la tierra de uno es total, absoluto, de una dependencia absoluta.
El lugar donde nacemos es el lugar madre. De recién nacidos comenzamos a alimentarnos de sus tetas y, ¡ah!, qué jodido complejo de Edipo, nunca nos destetamos.
Por eso digo, qué valientes los que logran hacerlo. No obstante, los destetados, los que dejan sus pueblos, siguen padeciendo una sensación de pérdida. Procuran no pensar en ello (por eso son valientes), pero, de vez en vez, una mano de tenaza los asfixia y sueñan (como si fuera pesadilla) con sus lugares de origen y es que algo de las palabras de Walsh tienen sentido. Muchos se sienten mal en sus pueblos, pero no los abandonan porque si lo hacen se mueren. La muerte no es en sentido literal, pero hay una niebla que los ahoga poco a poco. Ahí los tenés ahora viendo en las redes sociales todo lo que sucede en sus pueblos de origen. Sólo los verdaderos valientes echan todos los recuerdos por la ventana y comienzan de cero. Olvidan para siempre lo que dejaron. Como nada tienen en su caja de recuerdos, no tienen sensación de pérdida.
¿Pasa lo mismo con algunos “valientes” que se van de casa y abandonan a su mujer y a sus hijos? Sí, muchos echan tierra al pasado, pero, ¡ay!, muchos otros viven lamentándose. Construyen otra familia, porque, calenturientos, se consiguieron una muchachita bonita y tuvieron hijos con ella, pero viven llorando la ausencia de los otros hijos y, en ocasiones, hasta las caricias de la primera mujer. ¡Pobres! Reconocen que su familia era su patria.
Y digo esto porque, anoche, hallé unas líneas que casi casi dicen lo mismo que las líneas de Walsh. Ya dije que la Walsh es argentina. ¿De dónde es Juhan Liiv? Don Juhan nació en Estonia. Pucha, a miles de kilómetros de Argentina, pero en las palabras de Liiv hay una coincidencia brutal con lo dicho por la escritora argentina. Mirá qué dice don Juhan: “Madre patria, contigo estoy triste, sin ti lo estoy más.” ¡Es el mismo sentimiento! ¡La misma vaina pasional! ¡La misma sensación de pérdida! La traducción es similar: “Contigo estoy jodido, pero sin vos lo estoy más.” ¡Ah!, qué dependencia tan de hijo desvalido.
Yo he visto cómo, las dos veces que has ido a diplomados a Guadalajara, tu rostro se ilumina ante la expectativa de lo desconocido, pero, luego de mes y medio he advertido en tus mensajes por correo electrónico o por WhatsApp, la cuerda que traduce: “Estoy bien, pero estoy mal lejos de mi pueblo.”, y ya no mirás la hora de regresar a tu Comitán, y cuando volvés, miro en tus ojos esa eterna contradicción: “Estás feliz, pero te vuelve a cargar la presencia de los paisanos jodones, criticones, chismosos, hijos de María Félix en su papel de doña Bárbara.”
El estonio dijo lo mismo que dijo la argentina. Lo mismo decimos la mayoría de habitantes del mundo. Todos los seres humanos vivimos esa contradicción.
Posdata: Yo la viví hace años. Viví tranquilo en Puebla, pero la intranquilidad fue el alimento diario. ¿Es una bobera lo que digo? Sí, es una bobera, pero es una bobera que es traducción burda de lo que han dicho la Walsh y don Juhan.