jueves, 5 de marzo de 2020

CARTA A MARIANA, CON FESTEJO DE QUINCE




Querida Mariana: Carlos Rivas, nuestro gerente comercial en Guatemala, celebró los quince de nuestra revista ARENILLA. Acá está la muestra. Acá están los quince números que hemos publicado. ¡Quince! En nuestros países, Guatemala y México, tenemos la costumbre de celebrar los quince de las muchachas bonitas. Cuando una niña cumple quince, los familiares y amigos echamos la casa por la ventana y hacemos un guateque que tarda toda la noche y se prolonga más allá de la madrugada. Echamos baile, un poco de traguito, reímos y escuchamos muy seriecitos el discurso del padrino de brindis. No faltan las abuelitas que sueltan las lágrimas, porque, Dios mío, cómo ha crecido esta niña. Y los amigos traviesos de la quinceañera, sin llorar, asienten convencidos de lo mismo: ¡Qué bárbaro, cómo ha crecido la niña! ¡Cómo se ha puesto!
Carlos celebró los quince de ARENILLA. Formó una flor con los quince pétalos que hemos lanzado al viento.
Nos sentimos muy orgullosos por este guateque, por esta celebración. Sí, una de las flores más hermosas de estos patios, de estos sitios, es la que brota de la planta que hemos sembrado. ¡Cómo no sentirnos orgullosos de nuestra niña! La hemos formado todos: patrocinadores, lectores y el equipo profesional de ARENILLA. Nuestra flor llama la atención de todos los que pasan por nuestro jardín y la miran. Los adultos la huelen y observan sus colores, los adolescentes la admiran y los niños se acercan, la toman y la leen. Porque esta flor es única: se lee. Es como la palma de una mano. Todos sus lectores leen esa palma y advierten el futuro: El futuro es más luminoso, gracias a esta flor.
Carlos formó una flor con los quince pétalos. Esta flor la colocó sobre un tapete chapín, con bordados hechos por manos divinas. Ahí, al lado de nuestro número quince (el que en portada dice que el año veinte veinte es el año cuarenta de la panadería Flor de México) está echado un jaguar, de esos que modelan las manos de las artesanas.
Carlos logró la síntesis. Nos dice que esta flor ha unido (en forma indisoluble) las sensibilidades de Guatemala y de México. Ahí está el bordado guatemalteco, ahí está la artesanía mexicana, ahí están los pétalos de una revista que es puente para que corra la savia de ambos pueblos.
¡Cómo ha crecido la niña! ¡Qué chula se ha puesto la condenada! ¡Hasta dan ganas de estar siempre con ella!
Sí, la niña ha crecido, luminosa. Ahora es una niña alta, soberbia. ¡Qué pichita tan inteligente, tan de mente abierta! ¡Qué niña tan orgullosa de sus raíces!
Y acá están los quince pétalos de una flor maravillosa. ¡Sí! Sabemos que todo mundo quisiera tener una hija como la nuestra. Nuestra niña es formal, inteligente, sonriente, tiene cachetitos de color durazno, es niña decente, no es vulgar (nació de buena cuna, de familia honorable). Nuestra niña ha crecido (¡vaya que ha crecido!), pero sigue manteniendo un espíritu infantil que la hace única.
A veces me topo con algún amigo empresario y le hablo de las bondades de nuestra niña de quince y le hablo de la riqueza de su contenido, de la calidad de su presentación, de su prestigio, del posicionamiento que logra y le digo (convencido) que su empresa merece anunciarse en un medio como el nuestro. No merece menos. Las empresas más grandes del mundo, las de calidad, sólo se anuncian en los mejores medios. Su prestigio no puede enlodarse. Nuestra niña es una niña que es recibida en todos los hogares con una gran sonrisa.
Al equipo de ARENILLA nos provoca placer y orgullo cuando entregamos la revista y hallamos una sonrisa de reconocimiento en los rostros de nuestros lectores. Trabajamos para dignificar nuestro cielo, para que nuestros hijos y nietos respiren un aire más puro. Comitán y la región no merece menos. ¡No! Nuestra quinceañera está a la altura de la grandeza de nuestra historia.
Posdata: Unimos a México con Guatemala; unimos lo mejor de lo nuestro; nos unimos nosotros, lo que nunca debemos estar desunidos. ¡Que viva la quinceañera! ¡Cómo ha crecido! ¡Qué bien puestas tiene sus cositas! ¡Pichita preciosa!