lunes, 16 de marzo de 2020

CARTA A MARIANA, DONDE LE METEN EL PIE A LA REAL




Querida Mariana: En cuestión de libros hay de títulos a títulos. Los que saben explican que en el título está la síntesis precisa del contenido. Por ello, un buen título da pistas de la bondad del interior. El otro día tuve la fortuna de recibir el libro más reciente de Marco Antonio Besares Escobar, quien me honra con su afecto. El título de su libro es: “Mi vida rial en las palabras.”
Quienes no conocen a Marco Antonio pensarán que el título tiene un error. ¿Rial? ¿Por qué rial? Quienes lo conocen reconocerán que dicha palabra es propositiva. En su tierra natal, Villaflores, una tarde de hace años, un grupo de amigos (sí, varones, como en Club de Toby) decidió crear una institución que, sin la soberbia y pedantería de la Real Academia de la Lengua Española, cobijara la identidad lingüística de la región, y, como si jugaran ajedrez en la casa del árbol, pusieron en jaque mate a las instituciones pedantes y, fundaron la primera Academia Dialectal, del mundo, para darle brillo a los modismos y fijar la riqueza del habla popular.
En su libro, Besares da un testimonio parcial de esta aventura intelectual, porque, se sabe, todo cabe en un librito ¡sabiéndolo acomodar! Y vaya que el notario Besares lo acomoda con precisión (sin albur, mi niña, sin albur).
No sé si en Villaflores usan la palabra tachilgüil, pero yo digo que este libro todojunto, contiene retazos de aquí y de allá. El resultado es un libro juguetón, simpático, uno de esos libros que le encantaban al escritor argentino Julio Cortázar, quien se pitorreaba de la Real, institución que siempre viste con frac y no en mangas de camisa, como sí lo hacía Julito y como lo hace Besares y compañía rial.
El libro de Besares es un libro todojunto. Claro, ni tachilgüil ni todojunto son palabras que aparezcan en el diccionario de la Real, por eso, en un ejercicio revolucionario, de contención ante la avasallante conquista ideológica, los de la Rial crearon su propio diccionario, en el que, ¡bendito Dios!, aparece con letras de oro la palabra todojunto.
El tacuatz en Villaflores se llama tacuachi; el ts’isim se llama chicatana. ¿Cómo se llama al bolo en Villaflores? ¡Bolo!, igual que en Comitán, igual que en todo Chiapas. La bolera es una plaga general. En todo Chiapas el bolo es bolo, así como el cadejo es cadejo. Pero, por supuesto, hay variantes. En Comitán, cuando decimos que alguien está chento decimos que está orgulloso; en cambio, en Villaflores, cuando alguien le dice a otro que es un chento le está diciendo que es mimado.
El libro de Besares es una joyita, un árbol lleno de frutos con harto jugo, contiene anécdotas simpáticas, simpatiquísimas; testimonios para comprender la importancia de la Rial como institución cultural; ensayo de una autobiografía (que el autor debe actualizar, a cada hora de cada día, de cada peldaño); prosas poéticas y poéticas prosas escritas por el bolopoeta (la palabra bolopoeta es palabra compuesta, que parece afortunado pleonasmo); y, al final del libro, hay un glosario que explica el sentido de los modismos que se hablan en la región frailescana.
Posdata: El título del libro de Besares es certero. Condensa su vida rial en las palabras, a través de las palabras, líneas del aire, aire que da vida, oxigena al alma.