viernes, 20 de marzo de 2020

CARTA A MARIANA, CON RINCONCITOS AGRADABLES




Querida Mariana: Recordé que en tu casa hay un espacio que tu mamá cuida mucho, es como su lugarcito preferido. En la casa que viví de niño había una repisa donde mi abuela tenía sus objetos más amados, sus chunches favoritos. Ahí, a mitad de la repisa, estaba un marco plateado con la fotografía de la boda de sus papás. ¿Mirás? En esta foto estaban mis bisabuelos maternos.
Sé que en cada casa de todo el mundo hay esos espacios. Ahora que mencioné mi casa de infancia recordé que, al fondo de un corredor, estaba el oratorio y ese también fue como un espacio amado, protegido. Todas las tardes, mi abuela entraba a ese espacio, prendía una veladora frente a las imágenes de San Martín de Porres y de la Santísima Trinidad, sacaba una serie de cuadernillos y rezaba las oraciones.
Pero no sólo en espacios familiares hay esos rinconcitos agradables. En Comitán, en el Hotel Internacional, mi amiga Laura Villatoro mandó a hacer, en el restaurante Mestizo, un rinconcito bien bonito. Laura es una persona de gusto excelente, le bastó colocar dos tablas sobre la pared, con una luz indirecta, para hacer algo como un altar a lo comiteco.
Así lo miré la primera vez que vi este altar y así lo sigo viendo. Me apena un poco, porque (lo diré de una vez) parte de mi obra creativa aparece ahí. Pero si está ahí es porque merezco el afecto de Laura, quien fue mi alumna en el Colegio Mariano N. Ruiz, cuando ella estudió secundaria, y ahora, después de algunos años es mi amiga. Yo correspondo a su afecto.
¿Ya miraste qué rinconcito más agradable? No hay necesidad de describir lo que ves, lo que este espacio produce en la mente, pero hablaré tantito acerca de los elementos, porque ahí, en esa repisa, hay elementos comitecos que hablan de Comitán.
El libro a la izquierda es el libro de Crónicas comitecas que publiqué el año pasado, luego hay una jaulita que no guarda más que el aire juguetón de nuestro pueblo; luego, los libros que están entre los soportes de la A a la Z son los dos tomos que contienen parte importante de la obra poética y narrativa de Rosario Castellanos, luego está un cuadro realizado por el artista Bernabé Guillén, que tiene como personaje principal a doña Lolita Albores, envuelta en uno de sus característicos chales. En la tabla de abajo hay otro cuadro de Bernabé, donde el personaje central es Belisario Domínguez; luego una de las cajitas que pinto; sigue otro cuadro de Bernabé, con la imagen de Rosario y al final un par de prismas rectangulares pintados por el artista de Tzimol: Aarón Abadía.
¿Mirás qué bonito? Es un espacio bien comiteco, como rama de tenocté, como hilo bordado en telar de cintura.
Cada obra tiene su luz propia, pero la luz como aureola de este muro señala, sobre todo, a dos mujeres: a Rosario y a Lolita. Lolita y Rosario fueron amigas. Cuando el papá de Rosario viajaba de la Ciudad de México a Comitán, llegaba a dar a casa de doña Lolita, la mamá de doña Lolita le tenía reservada una recámara especial a don César; cuando doña Lolita, por cosas de estudio, vivió en la Ciudad de México, vivió en casa de Rosario. Rosario y doña Lolita son dos emblemas de este pueblo, son dos de sus hojas más amadas, las que no tienen envés con sombra. Parte de la identidad comiteca está resumida en la obra de estas dos comitecas. Las de hoy, las mujeres talentosas de este pueblo, vienen de esta tradición. Quienes en el pasado criticaron las malcriadezas de doña Lolita, hoy reconocen que, con sus discos y sus libros, conservó parte importante de nuestra identidad; quienes, en el pasado, criticaron que Rosario plasmara en sus novelas el maltrato que los hacendados (los suyos) infringían a los peones, hoy reconocen la lucha de Rosario por evitar la tremenda desigualdad social en este país. ¿Y qué decir de Belisario Domínguez, máximo héroe civil de nuestra patria?
Es un altar al talento, al buen gusto, al civismo y a las raíces comitecas. Sí, mi niña, en este muro hay más de dos reflexiones, pero, sobre todo, está plasmado el buen gusto y el amor que Laura tiene por esta tierra comiteca. En el hotel de gran tradición en el pueblo, a una cuadra del parque central, existe este rinconcito, pluma de cenzontle, granito de sol.
Quitemos lo mío (sin quitarlo); en este rinconcito está el talento de dos grandes artistas de la región: Bernabé y Aarón. No quitemos lo mío: en este rinconcito hay un río con agua de estos nacederos.
Posdata: ¿Imaginás si en todas las casas comitecas hubiera un rinconcito bien comiteco? Hay más chunches y elementos que nos hablan de identidad. ¿imaginás un rinconcito con un libro de Mirtha Luz, otro de Amín Guillén, otro de Armando Alfonzo y uno más de Octavio Gordillo y Ortiz? No como si estuvieran en un librero, con el lomo de frente, sino mostrando las portadas, como si fueran ventanas. Acá sólo los libros de Rosario muestran el lomo, pero la sobriedad y calidez con que están presentados, les otorga alas, alas para recorrer mil veces los caminos de la palabra, de la A a la Z.