jueves, 5 de noviembre de 2020

CARTA A MARIANA, CON ANIMALES PREHISTÓRICOS

Querida Mariana: Carlitos nos llevó a la prehistoria. Todos los adultos reconocemos que, en algún instante, perdemos la inocencia. No sabemos determinar en qué momento ocurre, pero sucede. Sin darnos cuenta, de pronto dejamos de jugar y nos metemos en la jungla del trabajo, de las obligaciones, de las responsabilidades, ¡de las ambiciones! Dejamos de jugar a los carritos e hipotecamos la vida por poseer uno, el más lujoso; dejamos de jugar a las muñecas y nos empecinamos en convertirnos en una de ellas, si es posible Miss México o Miss Universo. Dejamos de jugar. Nos convertimos en unos seres ceremoniosos, serios (decimos), pretenciosos y altaneros. Dejamos de jugar y con ello perdemos gran parte de nuestra esencia, nos volvemos otros, otros que no somos. Y digo perdemos, porque quien abandona a su niño interior entierra la vida plena. Por ello, en ARENILLA-Revista (revista sin tufos pretenciosos) apostamos por el juego, porque nuestros lectores recuperen la esencia de su ser y, aunque sea por un rato, vuelva a poseer la riqueza de la sonrisa infantil, del arcoíris que se columpiaba en los cielos. Ah, tan divertido que era chapotear en los charcos. Era genial soltar el cuerpo en un tobogán o en un columpio; era una bendición correr por el campo elevando un papalote; botándose en el césped para hallar forma de animales a las nubes. Crecemos y perdemos la inocencia y tomamos un rostro de animal carroñero. Ya no recordamos nuestra carita de canario o de osito. Por eso, en ARENILLA-Revista proponemos recuperar el juego a través de la imaginación y de la palabra; proponemos que la palabra abra ventanas insospechadas. En esta ocasión invitamos a Carlos Daniel Espinosa Jiménez, estudiante del segundo grado de primaria, en la escuela Fray Matías de Córdova, colaborador asiduo de nuestra revista, con ilustraciones para los cuentitos infantiles. Carlitos, gran conocedor del mundo de los dinosaurios, nos llevó a vivir la experiencia de estar al lado de él en un mundo prehistórico. En realidad, lo sabemos, cuando a Carlitos le formulamos la pregunta lo limitamos, porque los niños tienen más imaginación que la simple pregunta de un adulto que juega a ser niño. El niño juega porque es su natural. Pero, nos atrevimos a hacerlo. Nos encantaría tener más niños en el juego, compartiendo su ingenio y su frescura en las redes sociales. A Carlitos le preguntamos: imaginá que te llamás dinosaurio, ¿cuál es el animal que preferís para jugar y a qué juegan?, y él respondió lo siguiente: “A mí me gustaría ser un velocirraptor, porque es un dinosaurio muy veloz y me gustaría jugar con un gallimimus, porque él es un dinosaurio también muy veloz y aún más y podríamos jugar a las carreras.” ¡Ah, qué emocionante! Carlitos se convirtió en un velocirraptor. Él sabe cómo se llama su amigo gallimimus. Fue emocionante ver cómo jugaban a las carreras. La segunda pregunta para Carlitos fue: imaginá que te llamás dinosaurio, si tuvieras alas ¿hacia dónde volarías?, y su respuesta fue: “A mí me gustaría volar por los bosques prehistóricos, porque podría ver dinosaurios herbívoros tomar su agua y comer sus vegetales y ver dinosaurios carnívoros, luchar contra otros herbívoros, y podría tener la seguridad que un carnívoro no me comería, porque estoy volando y eso sería ¡sorprendente!” Ah, genial. Fue como una gran lección de historia natural, dicha, sin la soberbia del catedrático universitario; al contrario, fue con el desenfado de quien sabe que el mundo de la imaginación es sencillo, como sencillos los juegos infantiles. Crecemos y olvidamos la alegría de hacer montañas con arena, de construir edificios con bloques de madera, de jugar a la comidita y hacer tortillas con hojitas del jardín usando corcholatas como moldes; crecemos y olvidamos la magia de escuchar cuentos reunidos al lado de la fogata en una noche de camping. Posdata: Ah, qué divertidos son los juegos infantiles. Yo sé que a vos te encantan los juegos con palabras, los juegos que abren otras ventanas, ventanas traviesas, simpáticas, inteligentes.