viernes, 13 de noviembre de 2020

CARTA A MARIANA, CON PIEDRAS QUE SE VUELVEN AGUA, QUE SE VUELVEN NUBE

Querida Mariana: mirá qué bonito proceso realizó nuestra paisana Clara del Carmen Guillén, poeta y narradora reconocida en Chiapas. Ella aceptó jugar el juego de Imaginá que te llamás, donde nosotros le propusimos que imaginara que se llamaba piedra, y se volvió agua y luego se volvió nube. ¡Genial! ¿Piedra? Sí, piedra. No sé a vos, pero a mí siempre me seducen las piedras, desde las pequeñitas que sirven para jugar en el sitio de la casa hasta las piedras que sirven para hacer cimientos de hogares. Las piedras que son protagonistas de nuestras historias personales, pero que lo hacen con tal modestia que pasan inadvertidas muchas veces. Mi mamá nació en Huixtla y ella me cuenta que le encantaba mirar hacia el cerro en donde está la famosa Piedra de Huixtla; y yo nací en el mismo pueblo donde nació Clarita, donde trepamos al barrio de San Miguel y buscamos la llamada Piedra de La Ametralladora. Muchas personas dicen que todos los seres humanos cargamos piedras. ¿Mirás? Es una forma metafórica de decir que tenemos pendientes espirituales por arreglar. Las piedras, entonces, pesan, vaya que pesan. ¡A ver andá a cargar un fardo lleno de piedras! ¡Pucha! Por eso, para hacer liviana la carga de la piedra, le propusimos a la poeta que jugara a imaginarse que se llamaba piedra y le lanzamos la primera piedra, perdón, la primera pregunta: Imaginá que te llamás piedra y se te concede la oportunidad de cambiar el material de que estás hecha, ¿qué sustancia elegís? “Analizando muy bien, y pensando en la manera de ser mía, pediría ser agua, porque así podría divertirme y viajar a los ojos de los niños llorones, para ver porqué lloran; inclusive, irme a un río, ser un río que se desliza y de pronto ser una cascada, y cuando venga la lluvia de nuevo ahí estaré recibiéndola y quizá atravesando lugares y lugares hasta llegar a los cuerpos de las personas, a los cuerpos de los animales, a una hoja, al rocío, a convertirme en lo que yo quiera y vivir una aventura maravillosa, porque el agua está donde quiera. Sí, tendría que ser agua, si tuviera esa oportunidad.” Ah, la imaginación. Tal vez es lo que hacemos los seres humanos cuando cargamos una piedra espiritual, la deshacemos a través del llanto, la pulverizamos. Tal vez. Y le aventamos la segunda pregunta a Clarita: Imaginá que te llamás piedra y que soñás con volar, ¿cómo conseguís alas para cumplir tu sueño? La respuesta de Clarita fue la siguiente: “De nuevo aquí, respondiendo a Alejandro Molinari Torres sus ingeniosas y divertidas preguntas, para darnos un buen estado de ánimo ahora que lo necesitamos tanto, en realidad, trabajar con la fantasía, nos sirve. Ahora me dice que sigo siendo una piedra y qué hago si quiero volar y tener alas, bueno, pues, entonces yo pido seguir siendo agua y aprovechando que el agua puede convertirse en vapor, elevarme, ¡elevarme!, y llegar a ser una nube y tomar la forma más frágil, la más liviana, para viajar a través del viento, viajar a diferentes lugares para apreciar la maravilla que tenemos, esa maravilla del planeta que solamente las nubes, desde donde están, pueden apreciar con toda plenitud. Así que en este caso, prefiero convertirme en vapor y ¡elevarme!” Clarita fue piedra, cambió su sustancia y se volvió agua, y al final, para volar, se convirtió en nube. ¡Genial el proceso de transformación! Clarita nos dejó, con su juego de imaginación, una clave para la vida. Todo mundo carga piedras. Dejaríamos de ser humanos. Todos tenemos problemas, mil problemas, pero cada uno tiene la capacidad para hacer nube lo que es piedra. Posdata: Seguimos jugando, cada semana jugamos con los amigos de ARENILLA-Video. Proponemos un juego de imaginación. Nuestros lectores también juegan. Ah, ya te conté que mi primo Manolo Bermúdez me imitó y le propuso a Ricardo que imaginara que se llamaba caite. ¡Genial! Sí, juguemos el juego de la palabra, el juego de la imaginación.