viernes, 27 de noviembre de 2020

CARTA A MARIANA, CON PALABRITAS Y PALABRAS

Querida Mariana: como a muchas personas ¡me gustan las palabras! ¡Todas! Recuerdo que a finales de los años sesenta me gustaba mucho una canción de Johnny Dinamo (ya murió), que se llamaba Palabras. Ahora que te escribo recuerdo la tonada y parte de la letra: “Son palabras sin sentir, sin nada qué decir de ayer, son palabras de rencor, que sólo hablan de un gran dolor…” Uf. Qué palabras. Bueno, todo mundo sabe que las palabras sirven para cualquier situación. Los escritores sufrimos para hallar la palabra exacta; los conversadores y contadores de anécdotas no tienen problema alguno, sueltan las palabras con la misma alegría con que el ranchero suelta las gallinas en el corral. Uf. Hay genios literarios que sí poseen la capacidad de escribir con gran sencillez y elegancia. Los genios, los demás nos peleamos con las palabras. Por eso, antier me conmovió la noticia que dio el periódico La Jornada: Covidiot, uno de los términos elegidos por el Diccionario Oxford como palabra de 2020. ¿Mirás? En Londres hacen este ejercicio cada año, buscan entre todos los términos empleados en el año y eligen a las más representativas. Uf. Covidiot es una de las palabras que eligieron este año. Debo confesar que no había escuchado la palabra. ¡No! Claro, la versión castellana es ¡covidiota! ¿Quién es un covidiota? Una persona que no cree en la existencia del Covid e ignora las medidas de sanidad. Uf. ¿Cómo es posible que alguien crea que el virus no existe? ¿No ha visto en cualquier noticiario televisivo que a la fecha hay más de cincuenta y ocho millones de personas que se han contagiado del Covid-19? ¿No sabe que un millón de personas en el mundo ha muerto por causa del virus? ¿No se ha enterado que de ese millón, ¡Dios de mi vida!, México ha “aportado” el diez por ciento, porque en el país han fallecido más de cien mil paisanos? Dios mío, con razón, el ranking de resiliencia Covid, elaborado por Bloomberg, colocó a México como el peor país para vivir en tiempos de Covid, por los bajos resultados en términos de detección y tratamiento del virus. El término covidiota puede parecer agresivo, pero, si lo analizás bien, corresponde perfectamente a un comportamiento irracional. Es una barbaridad que alguien, a estas alturas de la pandemia, siga pensando que el virus ¡no existe!, y que ante la negación del fenómeno haga caso omiso de las recomendaciones de quedarse en casa, evitar visitar a los parientes y amigos de la tercera edad y no se coloque el cubrebocas ni respete la sana distancia cuando sale de casa. Es una pena que una de las palabras simbólicas de este 2020 sea la de covidiota. Hay tantas palabras bellas que fortalecen el espíritu, pero, bueno, esta palabra es el perfecto termómetro de porqué la pandemia sigue avanzando, sigue causando deterioros en la economía y en la salud globales. Muchas personas sostienen que la situación actual es producto del irreflexivo comportamiento del ser humano sobre la Tierra. Tal vez tengan razón, tal vez no pusimos atención a las palabras que el Diccionario Oxford eligió en 2018 y en 2019. ¿Sabés cuál fue la palabra elegida del 2018? ¡Tóxico! Y la del 2019 fue Emergencia Climática. ¿Mirás? Dos conceptos nada halagüeños. Los últimos tiempos han estado definidos por situaciones dañinas, las palabras elegidas han hecho una brutal síntesis. Los tres últimos años han estado definidos por palabras tóxicas. La de este año (neologismo) advierte que la del próximo año puede ser igual de brutal, si continúa la tendencia de ignorar el virus y las recomendaciones sanitarias. Acá bien puede realizarse una simple operación matemática: a más covidiotas menos esperanza de salvación. Posdata: Comencé diciendo que me gustan las palabras. ¡Todas! Todas sirven para nombrar el mundo. Hay palabras llenas de aire, llenas de esperanza; hay otras que tienen el tufo de la caca. Todas las palabras constituyen lo que somos. El ejercicio que hace el Diccionario Oxford dice mucho de cómo nos hemos comportado en el año, nos dice cuál palabra ha sintetizado nuestro modo de ser, nuestras aspiraciones y nuestros sueños. Por el momento, los sueños a futuro siguen siendo un globo sin inflar, parece un condón usado, falta el aliento divino, el que hace volar la grandeza del ser humano. ¡Uf! Qué pinche palabra tan jodida nos tocó este año. Así están los tiempos.