lunes, 2 de noviembre de 2020

CARTA A MARIANA, CON JUEGUITOS DE CAMA

Querida Mariana: no preguntaré si lo has experimentado, porque es cosa íntima, pero una amiga me contó que ella es multiorgásmica. Saber qué significa eso, pero debe ser envidia de muchas otras amigas que me cuentan que, ¡ay, padre!, sólo cuando eran adolescentes y jugaban solitas, porque con sus parejas nada más no llegan a eso que los franceses llaman “La petite mort”. Y dirás que por qué amanecí tan multipornógrafo. Releo “4 3 2 1”, novela del norteamericano Paul Auster y por ahí hallé que el abuelo del protagonista, un viejo travieso, tuvo un infarto justo a la hora que eyaculó. Murió en la cama de la muchacha bonita que tenía de amante (él tenía setenta y tres años de edad y ella treinta y tantos). Y ahí hallé lo que Rodrigo me había contado hace años, que los franceses llaman la petite mort al orgasmo. Paul (genial) juega con eso y dice que fueron diez segundos de diferencia entre la petite mort y “la grande mort”, y es más genial cuando dice: “Se vino y se fue en cuestión de tres breves jadeos.” ¿Mirás nuestro lenguaje? Rubén me contó un día que la chica con la que estaba le preguntó: ¿Ya te viniste? ¡Qué extraña la forma como nos expresamos! Otro amigo, cuando eyacula, dice que se fue en seco. ¡Cómo en seco si dejó todo mojado el pantalón! Ah. Rodolfo dice que una amiga le preguntó, hace años, qué sentía cuando se iba en seco. ¿Qué decir? Rodolfo dice que pensó, pero puro lugar común se le ocurrió, pensó decir que era como la llegada del hombre a la luna: “Un salto pequeño para su pene, pero un gran salto para su ego.” Al final sólo se le ocurrió decir que sentía lo mismo que ella sentía cuando tenía un orgasmo. Ah, dijo ella, entonces sentís tocar el cielo. Su respuesta sorprendió a Rodolfo, porque, me dijo, la mera verdad, nunca había sentido tocar el cielo. Rodolfo confesó que cuando estaba con una chica procuraba retardar la eyaculación, porque le había sucedido (en más de una ocasión) que la chica aún andaba en el primer capítulo de la novela y él ya andaba queriendo escribir el colofón, como si fuera cine, miraba en la cabecera de la cama la palabra ¡Fin! Luego me contó que como muchos de los amigos practicó ejercicios mentales para que su amigo de abajo no se fuera tan pronto. A la hora de estar en juegos de cama, su mente repetía los nombres de los jugadores del América, Chivas, Pumas y Tigres, pero como nunca había sido muy aficionado al fútbol soccer, cuando venía a ver se le agotaba la relación y ¡ya se había ido!, y la pregunta de su acompañante brincaba: ¿Ya te viniste? Aparecía con un dejo de reclamo, de insatisfacción, de coraje, de “¡basta!, me buscaré a alguien que me haga sentir.” Bueno, ¿uno se va o uno se viene a la hora de la petite mort? No lo sé. El lenguaje es extraño y misterioso. Hace años, en un cine club de la UNAM, vi la película “What?”, de Roman Polanski. Recuerdo que ahí hay una escena donde se repite lo que le sucedió al abuelo del protagonista de 4 3 2 1. What? es una película divertida y tiene el atractivo de que la bellísima Sydne Rome aparece desnudita. El otro agregado es la actuación de Marcello Mastroianni. ¡Uf! Actorazo. Bueno, pues ahí hay una escena donde un viejo caliente está tumbado en la cama, boca arriba (bueno, más bien panza arriba) y una chica, diestra amazona, cabalga con tal pericia que el tipo comienza a sentir la llegada de la petite mort y resulta que no era la pequeña sino la gran muerte y queda frío. Sí, como dice Paul, se vino y se fue casi al mismo tiempo. El tío Ramón decía que le gustaría morir de orquitis, que es una enfermedad que inflama los testículos; es decir, le gustaría morirse cuando se le hincharan los huevos; pero el tío Hermisendo decía que él pedía que la muerte lo sorprendiera en la cama. Tía María, inocente, preguntaba si pedía morir a la hora de dormir. No, decía el tío y se botaba de la risa y aclaraba, en la cama, ¡con la hermana de tu hermana! La primera vez que lo dijo, la tía María se enojó, pero volvió a reír cuando el tío le explicó que la hermana de su hermana era ella. Quién sabe, porque la tía tenía cuatro hermanas más y eran de buen ver y alegres y simpáticas y generosas. Sólo el tío sabía de qué hermana hablaba cuando lo decía. Al tío Ramón no se le cumplió su deseo, tampoco se cumplió el deseo del tío Hermisendo, porque murió cuando un caballo lo tiró contra un murete de piedra en su rancho. Posdata: Estoy a punto de preguntarte si has tenido la experiencia de la petite mort, pero sé que es tema íntimo. Nada digo, mejor. Eso es cosa entre vos y tu novio. Sólo digo que el lenguaje es amplio y reducido a la vez. Los franceses (practicantes excelsos de juegos de cama) no hallaron mejor manera de describir la sensación del orgasmo que compararla a una muerte dulce. ¿Por qué una manifestación tan llena de vida se compara con la muerte? No lo sé. Los mexicanos somos más directos, más prosaicos. Nosotros nos vamos, nos vamos en seco. ¡Me voy, me voy, me voy, me fui! Sí, el lenguaje es limitado. ¿Por qué decir en seco si el semen es húmedo? Cuando me preguntan cómo me gustaría morir, digo que no pienso en eso, digo que siempre pienso en cómo me gustaría vivir y digo que me gusta la forma en que vivo. Ésta, donde escribo, donde leo, donde dibujo, donde pinto, donde rio y veo cine, mucho cine, cine de arte, cachondón, inteligente, divertido, sublime, con juegos de cama, con pequeñas muertes dulces.