martes, 30 de marzo de 2021

CARTA A MARIANA, CON LA GLORIOSA GENERACIÓN 68-71 (Parte 3)

Querida Mariana: dirás que Julio Iglesias nada tiene que ver con los integrantes de la generación del Colegio Mariano N. Ruiz, la gloriosa generación 68-71. Hay líneas, en apariencia distantes, paralelas, pero que en un instante se entrecruzan y pasan a formar un nuevo tejido histórico. A final de cuentas, los grupos de alumnos se forman por un azar universal. ¿Por qué fulano de tal entró a tal escuela y no a otra? ¿Por qué a menganito le tocó sentarse al lado de fulanito y esa cercanía hizo que se hicieran amigos inseparables? El azar teje redes invisibles que luego se convierten en tejidos poderosísimos. Hay muchas personas que hicieron grandes amigos en la primaria, otras las hicieron en la secundaria o en el bachillerato o en las aulas universitarias. Muchas compañeras no recuerdan que su firma y su letra están en este cuaderno de autógrafos, forrado con una fotografía del cantante Julio Iglesias, propiedad de Lulú, María de Lourdes Guillén de León. La Lulis tuvo el cuidado de guardar este tesoro. Digo tesoro porque ahí está otro elemento de identidad, una hoja más del árbol que nos hizo coincidir en tiempo y en espacio. ¿Vos tenés alguna hoja de papel donde está tu letra de estudiante de secundaria? Tal vez sí, porque vos sos muy joven. Pero, pregunto, ¿quién de mi generación conserva un cuaderno de ese tiempo? ¿Alguien tiene los apuntes de la clase de Música, que nos impartía el padre Carlos J. Mandujano? Muchos de esos papeles ya pasaron a formar parte del basurero infinito. Ahora, por fortuna, existe La Nube, y ahí se conserva mucho de lo que ahora vivimos. Lulis es una nube, una nube previsora, ordenada. Lulis conserva el cuaderno de autógrafos que compró en 1971, que compró en la tienda de doña Mariana o en la Proveedora o en algún otro establecimiento de aquellos tiempos. Y digo que es un tesoro, porque además de muchos mensajes de compañeros de la generación conserva un autógrafo de quien fue nuestro maestro de Física y de Dibujo Técnico y de Modelado, del amigo personal de Rosario Castellanos, soberbio artista plástico de estas tierras: ¡el maestro Güero! El nombre del maestro Güero es Javier Mandujano Solórzano, pero en el autógrafo que le heredó a Lulis firma como fue conocido por múltiples generaciones de alumnos del Colegio Mariano N. Ruiz y de la Escuela Secundaria y Preparatoria de Comitán. Ahora, el nombre de quien fue nuestro maestro está inmortalizado en la Escuela Secundaria número 49, en el barrio de La Pilita Seca. Nosotros, quitados de la pena, podemos bajar a la secundaria 49 y decir, chentos, yo fui alumno de él. ¿De quién? ¡De él!, y señalar el nombre que está en la entrada de la escuela. ¡Nadita! Y la Lulis tiene un autógrafo de él. ¿Sabés qué le escribió el maestro Güero? “Lourdes, le deseo que en sus exámenes obtenga muchos dieces”. Sí, el trato fue de usted, nada de confiancitas, ¡no! Nosotros sabemos que el buen deseo del maestro, era el mismo de los papás de la Lulis y de la misma Lulis. Pero, de igual manera sabemos que el cumplimiento de ese deseo radicaba sólo en la voluntad de Lulis. ¿Cuántos dieces obtuvo Lulis en sus exámenes finales? ¡Ella lo sabe! ¿Estudió mucho o se puso lista a la hora de la copia? ¿Quién era la más adelantada del grupo? ¿Quién era la que obtenía muchos dieces? Armando Pérez Castro (ya te conté que era el mayor de nosotros y que llegó de Oaxaca para integrarse al grupo en segundo de secundaria) escribió lo siguiente: “Dos rosas en el jardín no se pueden besar, dos amigos que se estiman no se pueden olvidar”. ¿Qué dirá ahora Armando? Sí, tiene razón, dos rosas no se pueden besar, pero ¿qué tal se besaban él y Elsa? Armando llegó e hizo fuego, de inmediato se enamoró de nuestra compañera Elsa, quien era muy buscada, pero que tenía el freno de los hermanos, los gemelos Barrios (Raymundo y Víctor) que eran muy celosos. Armando franqueó barreras y se hizo novio de Elsa y tienen no sé cuántos años de casados, hijos y nietos. Su historia común comenzó en el aula. ¡Ah, el azar universal! Quién sabe qué mano divina hizo que Armando llegara a nuestro salón y ahí se topara con la mujer de su vida. ¿Qué le escribió Elsa a Lulis? ¡Esto! “Lulú: qué ventana tan alta, qué balcón tan dorado, qué bonita es Lulú, ¿quién será su enamorado? Your friend y tía.” Elsa era una de las consentidas de la maestra María Antonieta Alonso de González, quien nos impartía la clase de inglés. Elsa llevaba el control de calificaciones, era insobornable. Elsa era tan consentida que en su día de cumpleaños la maestra permitió que tuviéramos una hora social, para celebrar su cumpleaños. Fue un día especial, porque la maestra no desperdiciaba ni un minuto en afán de que aprendiéramos el lenguaje de Brad Pitt. Cantamos las mañanitas y algunos compañeros subieron al estrado para dar su mensaje, alguna canción o una declamación. Le tocó el turno a Julio César Figueroa, subió al estrado y, viendo a Elsa, le dijo: “Felicidades, Elsita, hoy es un día más de tu vida, hoy estás más cerca del panteón”. Ahí acabó el festejo, la maestra mandó a Julio César a su lugar y dijo que seguiríamos con la clase. Y acá es donde digo que Julio César se alía a Julio Iglesias, e Iglesias se alía a nuestra generación, porque nosotros comenzamos nuestra educación secundaria en 1968 y el cantante inició su fantástica carrera musical en ese mismo año, con la canción “La vida sigue igual” y, sin darnos cuenta, lo que Julio cantaba en ese tiempo hablaba del paso del tiempo que, en muy mal momento, Julio César nos repasó en nuestras caritas adolescentes. Ahora muchos melómanos vomitan a Julio Iglesias, pero nosotros crecimos con sus canciones, las cantábamos. Lulis era fanática, la imagen de su libro de autógrafos así lo demuestra. En este libro aparece constancia del grupo de mejores amigas de Lulis. Ella era integrante de una “pandilla” (así lo llamaban, al estilo de los muchachos) que nombraron como “De los números”, cada una de ellas tenía un número, eran seis: Jovita, Lupita Gordillo, Gloria Román (que en paz descanse), Elsa Barrios, Doris Caballero y ella. El libro de autógrafos de Lulis es testimonio de la desintegración de un grupo. Lulis solicitó un recuerdo, porque sabía que el grupo se desintegraba, esas hojas que volaron por diversos cielos permanecen integradas en hojas de este libro cosido. Así lo manifestó Conchy Guillén, quien escribió: “Si desgraciadamente el olvido existe, que estas líneas te recuerden a una amiga que de verdad te estima”. Sí, el olvido existe, pero estas líneas (que, sin duda, Conchy no recuerda haberlas escrito), recuperan un instante. ¿Qué escribió Eva Morante? ¡Ah, Eva se fue con una definición del amor! Mirá qué escribió: “El amor verdadero es aquel que nos acepta tal como somos y no trata de cambiarnos. Tu amiga que te estima”. Posdata: Estos mensajes fueron escritos en junio de 1971. Pronto hará cincuenta años. Julio Iglesias sigue cantando y nosotros con él: “Al final, las obras quedan, las gentes se van / otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual”. La vida sigue igual.