sábado, 6 de marzo de 2021

CARTA A MARIANA, CON LIBROS DEL SIGLO XXI

Querida Mariana: estos tiempos de pandemia nos han exigido modificar comportamientos. Comemos diferente, nos saludamos diferente e incorporamos estrictas medidas sanitarias. Ahora nos lavamos las manos con frecuencia y evitamos tocarnos la cara. Los lectores también modificamos nuestros hábitos. Vos sabés que soy lector de hueso colorado. He leído por toneladas desde que tenía once años. Descubrí la magia de la literatura y no la solté. No la soltaré, primero Dios, hasta el final de mis días. No soltaré el hábito de la lectura porque me da vida. En estos tiempos de pandemia, la lectura ha sido la compañera fiel que ha sido por más de cincuenta años. ¿Qué haría confinado en mi casa sin la posibilidad de dibujar o de pintar o sin ver cine (mucho cine) en esas plataformas tecnológicas que se llaman streaming? ¿Qué haría sin la posibilidad de platicar con vos por medio del WhatsApp? ¿Qué haría mi mamá sin ver y escuchar misa todas las tardes en la televisión? ¿Qué haría yo sin la lectura? Tengo libros impresos en un estante, pero (ya me conocés) soy snob y llama mi atención la novedad. He releído libros, pero también he leído novedades. He releído a Cortázar y a Faulkner, pero una antología de cuentos del gran escritor Hemingway me echó el ojo. ¿Qué hacer? Cuando comenzó la pandemia decidí no comprar libros impresos. Sí, soy bobo, me paso en cuidados, pero prefiero el exceso que el descuido. Por fortuna, a la fecha, a punto de cumplir un año de confinamiento, en casa todos estamos bien de salud. Nos hemos cuidado. Primero Dios, ¡lo seguiremos haciendo! Dios es quien tiene la última palabra, pero nosotros hacemos lo que mi mamá siempre recomienda: “Ayúdate, que Dios te ayudará”. Trabajo desde casa y desde casa cumplo con mis compromisos. Desde acá escribo tus cartas; desde acá vivo para servir a mi pueblo. Desde casa, el equipo de ARENILLA-Revista diseña y comparte algo de lo mejor de Comitán y de la región con nuestros lectores. Sabemos que compartir buenas lecturas es el camino para sembrar esperanza. En cada número de nuestra revista compartimos un cuentito para que los papás lean con sus criaturitas y siembren el gajo maravilloso de la imaginación. Digo que la antología de cuentos de Hemingway me echó el ojo. Busqué opciones y hallé que la más cercana a mis deseos era comprar el libro digital. Podía, a través de una tarjeta bancaria, solicitar el libro a Amazon, tienda que vende de todo, ¡de todo! Si yo lo solicitaba y hacía el pago, en menos de dos minutos lo tendría en mi dispositivo electrónico, en menos de ¡dos minutos! Genial. Ah, pero me topé con un problema, no tenía el chunche que se llama Kindle, y es el dispositivo que permite almacenar más de cinco mil libros en versión digital. Pero los de Amazon son empresarios que piensan en todo y me dijeron: tranquilo, Alejandro, tranquilo. ¿No has comprado el Kindle? No te preocupés, nosotros te instalaremos un dispositivo en tu computadora para que podás adquirir nuestros libros digitales y podás leerlos tranquilamente en tu casa. Y en menos que canta un gallo encontré en mi pantalla la silueta de un muchacho que lee un libro, el joven está sentado en lo alto de una colina y tiene el fondo de un cielo estrellado. ¡Ah, qué maravilla! Así que hice el pedido de la antología de cuentos de Hemingway y, de veras, lo juro, en menos de dos minutos estuvo en mi lector personal. Abrí el Kindle y comencé a leer. ¡No podía creerlo! Esto de la tecnología es una gran ventana que nos ayuda a vivir con plenitud en medio de burbujas grises. Pero no sólo he leído, también he escrito. Durante todo el año 2020 me dediqué a escribir cuentitos y ahora comparto con vos una buena noticia: ya está a la venta mi libro de cuentos que se llama “¿Y qué soñaré mañana?” Está a la venta en su versión digital ¡en Amazon! Sí, por fortuna, ahora me uno a esa legión de escritores, muchos chiapanecos, que tienen libros en venta en esa tienda en línea que, dicen los que saben y así debe ser, es la tienda más grande del mundo. Sé, porque vos me lo has dicho, que a varios de tus amigos les gusta leer los textos que escribo, disfrutan las Arenillas. ¿Me hacés favor de avisarles que ahora ya está a disposición de todo el mundo mi librincillo de cuentos más reciente? Vale cien pesitos, es casi nada. ¿Sabés cuánto vale una Coca-Cola de tres litros? ¡Cincuenta pesos! Es decir, mi librincillo de cuentos vale lo que valen dos cocotas. Y, seamos honestos, las cocotas, con su exagerado contenido de azúcar, sólo causa serios problemas a la salud. En cambio, la literatura abre espacios para la reflexión y para la imaginación. Desde siempre, lo sabés, he procurado el fomento de la lectura. He sido feliz, por más de cincuenta años, gracias a la lectura. Desde que compraba con don Rami Ruiz, en la Proveedora Cultural, los libros de la Biblioteca Básica Salvat, hasta ahora que compro con don saber cómo se llama, en Amazon, los libros digitales. Ahora, en Amazon, en la oferta de libros (¡ah, me siento chento!) aparece el librincillo de cuentos de Alejandro Molinari. Sigo cumpliendo con mi promesa de publicar un libro cada año. Sin compararme al genio de Woody Allen, cineasta que hace una película cada año, yo presento a mis amigos y lectores un libro cada año. Algunos años he publicado novelas breves, otros años han sido libros de crónicas o libros de cuentos. El año pasado publiqué un libro de cuentos que se distribuyó de manera gratuita por patrocinio de San Marcos, tienda de prestigio en nuestro pueblo, que celebró cincuenta años de su inauguración. Ahora ofrezco el librincillo más reciente en versión digital. Vos y todos tus amigos pueden adquirirlo ahí. Es tan sencillo. Quienes no tengan el chunche pueden bajar el Kindle en su computadora y, en menos de dos minutos, tendrán mi libro y podrán leerlo. Espero que todos mis lectores lo disfruten. Siempre, lo sabés, he seguido la recomendación del escritor Roald Dahl y del escritor Sergio Ramírez: no aburrir al lector. Principio esencial del fomento a la lectura es atrapar la atención del lector a través de historias sencillas e inteligentes. Los cuentos deben contar, deben abrir puertas a la imaginación, deben entretenernos. Durante más de cincuenta años he leído muchas novelas y muchos cuentos. Me he divertido, mi mundo se ha ampliado; he conocido historias fascinantes, he escuchado bellas historias narradas por expertos contadores de cuentos. He sido feliz, ¡sí! Por eso, cuando invito a las personas a leer, lo que pretendo es que ellas también sean felices. Ahora, así lo espero, deseo que mis cuentos den felicidad a quienes compren y lean mi librincillo. Espero que cuando avisés a tus amigos, ellos hagan lo mismo que hago yo cuando encuentro un nuevo libro de un escritor que me gusta. Cuando leo en las noticias que uno de mis escritores favoritos tiene un nuevo libro lo compro de inmediato. Antes iba a las librerías, a la Proveedora Cultural o a Lalilu o a Porrúa, y compraba un ejemplar impreso de esa novedad; ahora enciendo la computadora, entro a Amazon, hago mi pedido y en menos de dos minutos, ¡sensacional!, tengo el libro en mi casa. ¿No es lo mismo leer el libro impreso que leer el libro digital? No, no es lo mismo, como no es lo mismo platicar en vivo, tomando una taza de café, debajo de una sombrilla, frente al parque central de Comitán, que platicar en zoom o en una video llamada. No. No es igual darse un abrazo rodeando el cuerpo de la persona amada, que enviarse abrazos virtuales, pero digo que este tiempo de pandemia nos obligó a modificar nuestra vida cotidiana. Yo soy amante de los libros impresos, crecí con ellos. Siempre los llevé debajo del brazo o los tuve en el buró para leerlos en la noche, antes de dormir. Lo sigo haciendo, releo los libros que tengo en mi estante, pero las novedades (mi trabajo exige estar al día) las adquiero en Amazon y las leo en mi Kindle que tengo en mi computadora. Ahora, estoy orgulloso y contento. Un librincillo mío está disponible para todo el mundo en Amazon, la tienda más grande del mundo. ¡Pucha, nadita! Posdata: Coincido con quienes dicen que el libro impreso no desaparecerá jamás. El libro impreso nos ha acompañado por siglos. Pero, de igual manera, coincido con quienes advierten que, en el futuro, los libros impresos tendrán compañeros, aliados. La pandemia nos empujó a dar ese paso. Ahora hay audiolibros y hay libros digitales. ¿Qué nuevos dispositivos aparecerán en los próximos años? No lo sé, pero espero que yo esté en activo y pueda presentar mis librincillos en nuevos chunches tecnológicos para que vos y tus amigos puedan leer mi obra. La vida nos obligó a modificar comportamientos, pero el genio creativo del mundo siguió brillando en el horizonte, como diciéndonos que la vida, aún con estas piedras enormes, sigue siendo una alfombra llena de pétalos de aire. ¡Que viva la vida!