lunes, 22 de marzo de 2021

CARTA A MARIANA, CON PREGUNTAS MUSICALES

Querida Mariana: a vos te fascina el cine y la música. ¿Alguna vez soñaste con ser actriz o directora de cine o cantante o ejecutante de algún instrumento musical? Tenemos paisanos que soñaron con eso y lograron sus sueños. Ahí tenemos el ejemplo de Javiercito Esponda, quien actuó en dos o tres películas nacionales. Recuerdo “El jardín de Tía Isabel”, donde el muchacho bonito comiteco es el tamborero. Bueno, no mencionaré a Irma Serrano, porque ella ha sido la más famosa actriz que parió estas tierras. La relación de películas donde participó es extensa y el directorio de destacados artistas a cuyo lado ella actuó es, de igual modo, inmenso. ¿Vos no soñaste con ser cantante? ¿Qué instrumento te gustaría interpretar? El otro día participé en una transmisión en vivo, por zoom, que organizó la Dirección de Educación del Honorable Ayuntamiento Constitucional de Comitán de Domínguez, y ahí tuve la oportunidad de compartir espacio con Carlos Solís, un joven cantante, con una voz delicada, que se acompañó con una guitarra. Me pregunté: ¿Qué instrumento preferiría tocar? Entre todos los instrumentos del mundo, elegiría la batería. Cuando escucho música, de inmediato comienzo a tamborilear sobre la mesa o sobre mis piernas, llevando el ritmo. Tengo espíritu de tamborilero. En la escuela secundaria jamás se me ocurrió inscribirme en la banda de guerra, como varios de mis compañeros. Era patético asistir a la ceremonia donde a un compa le “emboquillaban” los labios para tocar la corneta. El compa debía colocarse la boquilla de la corneta sobre los labios y el maestro encargado daba un golpe rotundo sobre el otro extremo de la corneta, era un beso dramático. En ese tiempo ya tamborileaba sobre las superficies al escuchar alguna canción transmitida en la XEUI, de Comitán, pero no me atraía la idea de ir cargando un tambor por las calles de mi pueblo mientras desfilaba. En realidad, odié los desfiles. El otro día vi un video en Youtube donde una chica toca el arpa, soberbio instrumento musical. Pensé en vos. Pensé que me gustaría verte en un escenario tocando el arpa. Ah, la chica bordaba la música sobre el telar de esas cuerdas, sus brazos y manos parecían pájaros en elegante vuelo. Pero, luego pensé que tal vez vos tengás otro pensamiento. ¿Qué instrumento te gustaría tocar? ¿Violín, bajo, violoncelo, tololoch, trompeta, corno inglés? Me impresionaría saber que te gustaría tocar la batería, igual que yo. El gusto por tamborilear fue como un hilo vocacional, como si mi espíritu dijera: Tu deseo escondido es tocar la batería. Sí, se me hace un instrumento genial. Tal vez, digo sólo que tal vez, sea el instrumento más amplio, el más parecido a un bosque. Su unidad está fraccionada. Es como un árbol cuyas ramas son tarolas y tamboras. La total unidad se logra a través de conjuntar las partes. Los que tocan guitarra o piano o violín o flauta o corno inglés o tololoch o marimba no extienden sus alas como sí lo hace el baterista. Ah, el baterista tiene frente a él tres o cuatro tambores y cuatro o cinco tarolas (además del tambor que toca con el pie). La batería es un abanico que bendice el aire. El baterista parece un tipo tranquilo. Antes de comenzar una melodía está sentado en un banquito, como niño bueno; cuando la melodía inicia, él, fantástico pulpo, comienza a llevar el ritmo con dos simples baquetas y esas baquetas se estrellan contra los tambores y contra las tarolas y esos sonidos forman una cascada genial que nos moja a todos. ¿Has visto cuando, en un concierto de rock, un baterista toca un solo? Es alucinante escucharlo y verlo. Sus brazos parecen extenderse más allá de su límite, sus brazos, en esos instantes, parecen poseer la capacidad del Hombre Elástico, famoso personaje de cómics. Pero ¡no! Falto a la genialidad del baterista al comparar su vuelo a una simple elongación de brazo. El baterista vuela sentado, sin moverse mueve y remueve al aire y mueve y remueve nuestro espíritu. Me encanta ver cómo el baterista extiende sus brazos como si fuera un Dios creando montañas y valles y ríos y dando vida a pájaros y a elefantes. Posdata: Pienso que la batería permite que el baterista se acerque mucho a la amplitud de vuelo que logra una arpista, por eso, cuando vi a la chica maravillosa tocar el arpa pensé en vos, porque sé que tus vuelos son de águila y tus cielos son más azules que el azul del mar de Cancún. Sí, tenés razón, tengo sueños pendientes. Uno de ellos es poseer el secreto del baterista y tocar la batería en un grupo de rock. Bueno, no, rock ¡no! Ya estoy delirando. A mis sesenta y tres años de edad basta con llevar el ritmo de alguna balada, de alguna canción de Armando Manzanero. Lety, mi ex compañera de secundaria, en el Colegio Mariano N. Ruiz, soñó con ser actriz y logró hacer realidad su sueño, trabajó de actriz al lado de los hermanos Almada y al lado del hijo de Pedro Infante. Por cierto, nuestra generación cumple cincuenta años de haber egresado de la secundaria, ya te contaré más de ello.