jueves, 4 de marzo de 2021

CARTA A MARIANA, CON UNA NOTA FELIZ

Querida Mariana: la mercadotecnia nos vende todo, incluso la felicidad. ¿Has visto ese anuncio de Coca Cola donde la anuncian como la chispa de la vida? Los integrantes de la familia, reunidos en torno a la mesa, toman un vaso de Coca Cola y sus rostros sonríen, se iluminan. Los que vemos la pantalla de la televisión hacemos la asociación biunívoca: tomo Coca ¡soy feliz!, soy feliz porque tomo Coca. ¿Tu novio, cuando va a Tuxtla, te trae la Cajita Feliz, de McDonald’s? Sólo a los genios publicitarios se les pudo ocurrir encerrar a la felicidad adentro de una cajita. El comiteco Armando Alfonzo Alfonzo, en su libro “Comitán 1940” nos da una definición de felicidad. Su tía Silvina Mandujano le dijo un día: “Felicidad es estar vos acostada en tu cama, dando de mamar, y tu marido, encaramado en el techo, trastejando”. Doña Silvina nos regaló una imagen sencilla, que correspondía a los tiempos que vivió. Fortalece la idea de familia. La mujer da de mamar a su criaturita, mientras el marido cambia las tejas quebradas en el techo de la casa. El hogar es parte fundamental de la familia. ¡Ah, eso lo sabe la Coca Cola! Por eso, la imagen de felicidad que nos vende es la de la unión familiar, los abuelos con los hijos y con los nietos. Claro, en el centro de la mesa: ¡la chispa de la vida! Su producto de aguas negras, con toneladas de azúcar. Cada persona tiene su definición de felicidad. Muchas personas opinan que la felicidad no existe; otras comentan que son instantes, vislumbres luminosos en medio de la oscuridad que es la burbuja de la vida diaria. Lo que parece que es una certeza es que la felicidad no está fuera de nosotros. Si la miel de la vida existe está en nosotros. La imagen que nos regaló doña Silvina hizo que su sentimiento tomara dos elementos exteriores: su criatura mamona y su esposo chambeador. Ella sintió una especie de armonía al ver a su corderito mamando de su teta y al oír los pasos de su marido trepado en el techo. Héctor, quien, ya lo conocés, echa a perder la mejor imagen del mundo, al leer esta anécdota comentó: pucha, qué friega si el marido, dos minutos después, pisó mal y se fue al suelo. Bueno, ahora te mando otra imagen de un instante luminoso, algo cercano a la felicidad. La fotografía me la envió el licenciado Fernando Gómez (un acucioso pepenador de imágenes fotográficas presentes y pasadas). La foto es genial. Mirá la posición en que está el amigo que se durmió en la carretilla. Lo impresionante es saber que colocó la carretilla en plena calle. No sé si alcanzás a mirar que en el extremo inferior derecho hay un cachito del espejo lateral del auto de Fer. Fer conducía su auto por la calle (por donde está la telesecundaria, acá en Comitán) cuando vio que en plena calle estaba nuestro amigo durmiendo tranquilamente. Fer dice que los autos pasaban frente a él y él tal vez soñaba que estaba en la pista de Le Mans y Checo Pérez le aventaba flores. Y digo que la foto es genial, porque ya miraste el letrero de la casa. Con letras bien claras dice: No estacionarse. ¿Qué diría doña Silvina cuando alguien llegara y le dijera que otro comiteco tenía su definición de felicidad? Nuestro amigo dio la siguiente definición: felicidad es dormir a pierna doblada en tu carretilla de trabajo, a mitad de una calle, en un lugar que prohíbe estacionarse. Acá no hay techo para trastejar, acá el techo es el cielo comiteco Posdata: Héctor dice que el durmiente despertó un minuto después y se llevó el susto de su vida cuando vio que ahí lo habían dejado sus amigos de pachanga. Él ya estaba cansado y sus compas le dijeron que se recostara en la carretilla, que lo llevarían a su casa, él, confiado, subió mientras sus amigos llevaban la carretilla, cerró los ojos y se durmió, cuando los compas vieron que ya estaba dormido dijeron que le harían una broma y lo dejaron ahí a media calle.