miércoles, 8 de junio de 2022

CARTA A MARIANA, CON FOTO DE POLLITO Y MAMÁ

Querida Mariana: hace muchos años ocurrió una historia semejante a ésta que ves. En un salón de primaria, la maestra anotó la tarea en el pizarrón: “Un dibujo que represente el Día de la Madre”. Se acercaba el 10 de mayo. Al día siguiente todos los niños pegaron con diurex sus trabajos, bien iluminados, bonitos. Cuando la maestra revisó los dibujos uno de ellos llamó su atención, porque no representaba a una mamá humana con su pichito, que era el tema de los demás dibujos, sino que era una gatita con sus crías. La maestra, muy respetuosa, llamó a la niña autora de ese trabajo y la felicitó, porque dijo que ponía de manifiesto que el amor de las madres no sólo existe en las madres humanas sino, también, por supuesto, en los animalitos. Y entonces dijo, que en honor a su compañerita, la tarea del día siguiente sería escribir una composición que reflexionara acerca del amor que las mamás animales le tienen a sus crías. Lo que pudo ser una tragedia terminó siendo una maravillosa historia de amor. Y digo que pudo convertirse en una tragedia, porque el tema en manos de un maestro poco sensible no habría tenido esa recepción, incluso terminaría siendo objeto de burla, porque, el día 10 de mayo, nadie celebra a las madres animales, pero esta niña pensó que la imagen de una gatita amamantando a sus crías era la más representativa del Día de la Madre. Ahora, un afecto me envió esta fotografía donde una madre gallina protege a su pollito. Sí, una gallina pelona, sin plumas. ¿Por qué no tiene su plumaje divino? Ah, no me preguntés, no sé el porqué. Por lo regular, las mamás gallinas andan bien emplumadas y tienen un copete coloradito como de look para ir de fiesta. Esta mamá gallina tiene el tzignij medio espantado, pero la horma inusual le vale una pura y celestial borrega a la orgullosa mamá que cuida con amorosa entrega a su pollito. Y mirá la cara del pollito, ¡ah!, qué chento se mira, recostado en esa almohadita sin plumas, almohada pelona. ¿Ves que el ala de la mamá abraza a la cría? ¿Si alcanzás a ver ese prodigio donde el ala es como un velo protector? Vi la foto y pensé en la prodigiosa maestra que supo reconocer la grandeza de su alumna. La niña pensó en una imagen semejante a ésta. En la naturaleza hay ejemplos grandiosos de hembras protegiendo a sus crías. Claro, el mundo no sólo posee luces, también contiene sombras. Hay madres humanas que avientan a sus crías en cuanto nacen. ¿Cuál es el sentimiento que las obliga a ello? No lo sé. La carretera de la vida tiene muchas curvas. Lo mismo sucede con los animales. Un día vi un documental donde una madre pez se engulló a varias crías. Por eso, porque la vida tiene oscuros y claros, a mí, querida mía, me encanta ver imágenes luminosas. Mi afecto me envió la fotografía para compartir luz, vida encantada; y ahora la comparto con vos, porque sé que también sentirás una caricia en tu corazón. Posdata: este pollito crecerá fuerte. Imagino que lo mismo sucede con los humanos cuando crecen al resguardo de madres amorosas, madres que saben que la vida exige instantes donde el cariño y la protección son necesarios. Los niños que crecen con padres amorosos se convierten en seres humanos completos. El cariño provoca certidumbres y afianza las certezas. La certeza es el color más tenue de nuestros cielos. Si un día 10 de mayo ves una imagen similar sé que la apreciarás, que recibirás esta bendición que envía el mundo en días afectuosos.