viernes, 24 de junio de 2022

CARTA A MARIANA, EN VUELO

Querida Mariana: ¡mirá esta genialidad de fotografía! ¡Claro, es de la mirada de Roberto Chávez! Es una fotografía a vuelo de pájaro que abarca dos edificios simbólicos de Comitán: el templo de Jesusito y el actual pabellón municipal. Me encanta, porque enseña cómo el edificio con el techo de paraboloides se posó en medio de las casas con tejados. Es como si alguien hubiese soltado un pañuelo desde el cielo y, en su caída, adquiriera esta soberbia forma. Lo que hace Roberto es un ejercicio similar, desde el cielo, con su mirada prodigiosa, nos regala un pañuelito lleno de aire. ¡Ah, qué genialidad! Por ahí ya asomó un documento donde se demuestra que esta construcción fue diseño del famoso arquitecto Candelas. Claro, tiene su firma. Ya hemos comentado que este edificio sirvió para mercado. Tuve la oportunidad, siendo estudiante de preparatoria, en 1974, de conocer el plano de la distribución interna. El arquitecto Roberto Zúñiga puso el plano sobre el escritorio y los estudiantes del área Físico-Matemática, vimos un panal. ¿Un panal? Sí, la distribución de puestos tenía una retícula hexagonal. Fue algo novedoso, porque, en la mayoría de puestos de mercados, la traza es como la de las ciudades españolas, una traza ortogonal. En el mercado de Jesusito, el genio de Candela hizo una distribución hexagonal. Esto fue algo inédito y dificultó un poco la ubicación de los puestos, porque si vos te parás en un mercado las avenidas te permiten ver al fondo y decir: “allá se ve el puesto donde venden las butifarras”; en el mercado de Jesusito la distribución de los módulos era especial, interesante, pero extraña. Un día, el edificio dejó de ser mercado, el pico y la pala botaron esos módulos hexagonales y se dejó limpia el área y, con descaro y orgullo, los comitecos llamamos Centro de Convenciones al edificio que, como dijo tío Lacho, fue un espacio donde jamás hubo una convención, se destinó para actos políticos y se dio en renta para festejos particulares, como bodas, quince años, bautizos y para graduaciones de diversas escuelas. Preguntale a Rosita, ella recuerda que ahí recibió sus documentos de secundaria. Una mañana, el Centro de Convenciones dejó de serlo y se convirtió en el Pabellón Municipal. A fin de ahorrar dinero del erario el espacio se destinó para albergar diversas oficinas y direcciones municipales. Me tocó el privilegio de inaugurar esas instalaciones, por ello fui testigo de la belleza estética de la techumbre y de cómo esta forma arquitectónica acumulaba el calor y lo desparramaba al interior. Ya te conté cómo los encargados de las direcciones solicitamos, con carácter de urgente, equipos de ventilación. ¿Esto se da en las demás construcciones con esta techumbre? Tal vez, no lo sé, el diseño original se modificó en las paredes laterales y no permitió el paso alegre del aire y del viento. No sé si a la fecha sigue siendo un horno el interior. Lo único que sé, porque acá se aprecia, es la belleza de esta toma fotográfica. Sé que muchas personas tienen drones y realizan mil tomas aéreas, pero, como siempre sucede, no todos tienen el genio de la mirada. Roberto Chávez es uno de los grandes de la fotografía, su talento está a la vista de todos, su mirada toca espíritus, hace que nuestra mirada también se vuelva genial. Él nos presta sus ojos y nos hace ver el prodigio donde, la mayoría de veces, pasamos de noche. Como somos hijos de la tierra nuestra mirada está a la altura de los ojos, pero acá, volamos y al volar descubrimos ángulos novedosos, jamás advertidos. Como caminé por estas calles muchos días para llegar a la oficina, puedo decir que en la esquina del templo hay una lona azul, ¿la ves?, es de una taquería ambulante que colocan todas las mañanas, al lado está la camioneta del dueño de la taquería. A mitad de la pared del Pabellón que acá se ve existe una jardinera, alguien sembró un árbol de tenocté, ¿aún existe? ¿Ya da flores? ¿Ya avisa para que las muchachas del barrio preparen su maletía? Posdata: la fotografía es sensacional. A Roberto le debemos muchos instantes felices; le debemos miradas novedosas, tomas jamás logradas. Él ha hecho un registro importante del Comitán de estos tiempos, lo ha hecho con la pasión del cronista gráfico, pero con el deslumbre del ojo de artista sin igual. Su genialidad está a la altura de esta fotografía, por encima del piso, en el territorio del vuelo.