sábado, 18 de junio de 2022

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA QUE NO SÓLO DE MAÍZ VIVE EL SER HUMANO

a Juncaná y nos regalaron un elote asado, bien sabroso? Esa comunidad es famosa por los elotes que cosechan; cada año hacen la Feria del Elote. Ahora, esta comunidad, que pertenece al maravilloso municipio de La Trinitaria, fomenta el gusto de diversas disciplinas artísticas. Existe un grupo de personas del lugar que no sólo siembra maíz sino también semillitas para el espíritu, su aire es tan limpio que ya levanta globos de esperanza en otras parcelas. Formaron un taller de creación literaria, presentan libros, hacen lecturas y, hace pocos días, invitaron a todo el mundo para presenciar la inauguración de un mural, pintado en el salón de actos. ¡Un mural!, querida mía. ¿Mirás la lluvia? Y no es sólo de temporal, no, lo están haciendo ¡de riego!, en forma regular. Ellos, sensacionales agricultores de toda la vida, saben que la plantita necesita cuidados amorosos y riego constante. No sabemos hasta dónde llegará este movimiento cultural, pero con lo hecho ya se convirtieron en referente estatal. Juncaná es una comunidad pequeña, alejada de los centros culturales; pero ya lo dice la sentencia: si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña. ¡Claro! Los habitantes de esta prodigiosa comunidad han llevado una montaña de luz a su pueblo, este punto luminoso ya comienza a regar albahaca en los campos fértiles. No había escritores, ¡ya lo hay!; no había fotógrafos, ¡ya lo hay!; ahora, sin duda, algunos niños seguirán el ejemplo de los muralistas y comenzarán a hacer bocetos en los cuadernos, bocetos que ya no serán tarea escolar, sino que tendrán intención artística. ¿Y cómo se dio la creación del mural? En la cabecera municipal existen murales, hay en el Salón Salomón González Blanco y en la presidencia municipal, pero no hay murales en las comunidades pequeñas. Bueno, no había, ¡ya hay! Un mural que cuenta en imágenes los instantes más sublimes de la historia de la comunidad. Juncaná lo está haciendo. Hace tres meses, las paredes del salón de actos sólo servían para delimitar el espacio, hoy, el mural habla a toda la comunidad y a todos los visitantes, ahí están las imágenes, en un diálogo creativo, esas paredes dicen: esto fuimos, esto somos, e invitan al sueño colectivo: ¡esto seremos! Los muros ciegos y mudos, ahora son extensión de los hermosos campos y sembradíos de esa región. ¿Vos cómo lográs concretar tus sueños? Los expertos dicen que lo primero es visualizarlo bien, luego analizar los medios para hacerlo realidad y al final poner manos a la obra. Algunos habitantes soñaron con tener un mural en la comunidad de Juncaná. ¿Sueño irrealizable? Ideal difícil de conseguir, pero no imposible. Lo visualizaron con tanta fuerza que un día “les cayó del cielo”. Parece extraño lo que digo, pero así lo cuentan. Un día llegó un grupo de tres artistas plásticos a la comunidad, preguntaban por el maestro Gil Gómez, como no estaba el maestro Gómez, los atendió el doctor Baltasar Ramos Martínez y ahí comenzó la lluvia. La semilla estaba preparada, en ese instante el árbol de la vida comenzó a crecer. Nery, Arely y Paula, de “Pintando con causa” dijeron que ellos pintarían el mural, sin costo. Sólo pedían un lugar para dormir. Y la comunidad de Juncaná que se “pinta” sola para atender a los invitados, recibió a los tres artistas como se recibe la lluvia bendita, con gratitud infinita, y los tres artistas sembraron imágenes en las paredes y el resultado está a la vista de todos, de los integrantes de la comunidad y de los visitantes de todo el mundo. ¡Qué prodigio! Pero, ¿quiénes son los integrantes de “Pintando con causa”? ¿Cómo es que se convierten en ángeles y llegan como llegan las aves, del cielo? Te invito a que des una vueltita por su página en redes sociales, para que mirés todo lo que realiza este grupo genial. No sé cuántos murales han pintado en comunidades de nuestro estado. En cada lugar que acuden siembran luz en las caritas de los niños, quienes, admirados, claro, ven cómo estos muchachos maravillosos, sembradores de luz, hacen los bocetos en las paredes desnudas y, para vestirlas, con vestidos modestos, pero luminosos, sacan los botes de pintura, hacen mezclas, pintan con pinceles, con brochas, difuminan con los dedos, se acuclillan, se hincan, se sientan, trepan a escaleras, se llevan la mano a la frente y se secan. En Juncaná fueron tres tiucas hermosas pasando de un lado a otro, haciendo realidad el sueño de la comunidad. Deseaban un mural, Nery, Arely y Paula les hicieron realidad su sueño, ahora está plasmado en esos muros que antes eran simples soportes estructurales. Juncaná es una comunidad pequeña, pero grande, inmensa, tan inmensa como la mazorca que cultivan, tan inmensa como el sembradío verde que se une con el azul del cielo. La lluvia siempre es esperada con emoción, ahora, la lluvia de imágenes, como maná, llegó del cielo y se volvió cascada gracias a la mirada y a las manos de tres artistas. Nery nació en Tapachula, pero radica en Morelia; Arely es de Cuernavaca y Paula es colombiana. Sí, y ¿sabés qué?, la colombiana, después del trazo de Nery, puso color a la imagen de su paisano, el general Melo, quien murió en Juncaná y fue presidente de la República Colombiana. Es el único ex presidente de Colombia cuyos restos reposan en otro lugar fuera de su patria. Los datos históricos refieren que sus restos mortales están en la tierra de Juncaná. En la comunidad existe un busto que recuerda al general Melo, un busto en tres dimensiones; pero ahora, gracias a la imagen en dos dimensiones, pero llena de color, el general José María Melo y Ortiz recuperó vida. Los muros tomaron vida, hablan en susurros, en gritos luminosos. ¡El sueño se cumplió! La visita a este espacio significa tomar un sorbo de agua limpia, un buche de aire impecable. En una línea del tiempo la mirada recibe un puñito de tierra buena. Una presencia constante es el maíz, en Juncaná respetan este alimento bendito. El mural está dividido en tres segmentos, el de la izquierda presenta al dios del maíz, un agricultor de tiempos anteriores a la conquista, las diversas acepciones de la palabra Juncaná (mirá qué belleza: “Hunkána: Casa de las Grandes Milpas”. Pucha, genial), y una mano que sostiene una mazorca. Acá está el contraste cromático y simbólico, porque, mientras toda la sección está pintada en tonos blancos y grises, la mazorca tiene el color amarillo, el color oro, la esencia de la vida. El segmento central está lleno de color, ahí, en medio de edificios representativos y de imágenes simbólicas donde se unen personajes históricos y religiosos, herencia de tiempos de la conquista espiritual: María Ignacia Gandulfo (quien fue propietaria de la hacienda y mujer que donó sus riquezas para la construcción de un hospital en Comitán, para apoyar a los desposeídos); el general José María Melo y Ortiz; Abelardo Cristiani Armendáriz (quien fue propietario de la hacienda); Lázaro Cárdenas del Río (ex presidente de la república mexicana, impulsor de la Reforma Agraria); también aparece la imagen de una marimba con el nombre de Juncaná; e imágenes religiosas: la Virgen de la Inmaculada Concepción y San Isidro Labrador. Y en el segmento de la derecha, el recuerdo maravilloso del legendario equipo de fútbol soccer que jugó en la liga de Comitán; aún existe en el ambiente futbolero local el dicho: “¡ah, tiene patada juncanera!”, cuando alguien patea el balón con fuerza; una imagen de la Feria del Elote; el nombre del mural: “Identidad histórica de Juncaná”; la relación de nombres de los artistas plásticos: Arely Mundo Gopar, Paula Seucy Maldonado y Nery Muñoz López; y una frase que reafirma lo que siempre ha sido esta comunidad: “Somos Juncaneros: hijos de madres buenas y nobles padres, somos la inteligencia que no acaba”. ¡Ah, cuánto orgullo, cuánto respeto por la tradición, cuánta gloria por la luz recibida! Juncaná es una tierra buena y noble. Posdata: ¿cómo se logra lo deseado? Primero se visualiza, luego se hace una propuesta para conseguirlo y al final se pone en práctica. A veces, el universo hace prodigios, y lo soñado se logra, porque la luz llega del cielo. En ocasiones, es tanta la fuerza del pensamiento que conspira para que el destino ponga la mano bendita sobre el suelo. En Juncaná no sólo siembran maíz, también siembran sueños. Dicen que los artistas que pintaron el mural aparecieron como personajes de generación espontánea, pero, en realidad, la comunidad de Juncaná ha trabajado con tanta pasión que todo está a su favor. Juncaná es ejemplo de vida. ¡Que la luz la siga iluminando por siempre!