martes, 28 de junio de 2022
CARTA A MARIANA, CON UNA FOTOGRAFÍA
Querida Mariana: la fotografía del fondo, en blanco y negro, es del año de 1972. Ahí están los integrantes de la gloriosa generación 1969 – 1972, de secundaria, del Colegio Mariano N. Ruiz. Parte de ese conglomerado maravilloso volvió a reunirse cincuenta años después. Acá está el testimonio, registrado en el escenario del Teatro de la Ciudad.
La tarde del 23 de junio de 2022 el tiempo se contrajo. Ya Einstein nos demostró que el tiempo es relativo. Un personaje literario de Julio Cortázar afirma en un momento: “Esto ya lo toqué mañana”. ¿Mirás? El tiempo es una línea recta implacable, pero a veces se puede meter el pie para que trastabille y cuando, todo tepereta, duda, los seres humanos logran el prodigio de jugarle la vuelta.
En el Teatro de la Ciudad, estos muchachos jalaron el tapete del tiempo e hicieron la triunfal entrada al recinto. Hace cincuenta años los recibió el Cine Comitán, entraron al ritmo de la Marcha de Aída. En 1972 el cine estaba lleno de amigos, familiares y alumnos del Colegio Mariano N. Ruiz, más dos o tres argüenderitos; en 2022 el teatro, en su parte de abajo, también estuvo lleno. Hace cincuenta años, los muchachos desfilaron por el pasillo central, ahora fue por un pasillo lateral.
En 1972, los muchachos no imaginaron que cincuenta años después revivirían esos tiempos. ¿Mirás qué verbo escribí? Revivir. El ser humano tiene la maravillosa capacidad de remover el polvo del tiempo, con la franela del entusiasmo, estos muchachos limpiaron las manecillas del reloj eterno y lograron el prodigio que acá mirás.
En el centro aparecen maestros que les impartieron cátedra hace cincuenta años, el doctor Enrique Cancino (Biología), el maestro Jorge Gordillo Mandujano (Geografía Universal), el maestro Hermilo Vives Werner (matemáticas. Los muchachos nombraron a su generación con el nombre del maestro Hermilo), el maestro Artemio Torres Figueroa (Historia) y el maestro Roberto Gordillo (Civismo). En la fila de atrás, en el extremo izquierdo aparece el maestro José Hugo Campos Guillén, quien ahora es el director general y representante legal de la Asociación Civil Colegio Mariano N. Ruiz, y que es más joven que el más joven de estos muchachos.
La generación 1969 – 1972 se dio cita en Comitán. En la foto de 1972 está el grupo completo, en este 2022 hubo las ausencias dadas por motivos personales o dictadas por el destino, pero el grupo reunido fue nutrido, muchísimos acudieron a la invitación de los iniciadores.
No sólo le atravesaron el pie al tiempo para que tatarateara, en nombre de la vida, ¡no!, además hicieron una pausa sublime. Estos muchachos trabajan, salvo los pensionados o quienes viven de sus rentas. Para acudir a la cita, como si fuera una reja de papel de china, abrieron un hueco luminoso para hacer una pausa genial.
Sí, eso hicieron estos muchachos: una pausa sublime. Botaron el reloj de la obligación y dejaron la oficina, el taller, el consultorio, el hogar y “se fueron de pinta”. ¡Tres maravillosos días!
Cuál fue la respuesta ante la pregunta ¿A dónde vas? ¡Viajaré, en 2022, a 1972! Hermosa torcedura al tiempo.
Siempre que veo fotografías generacionales recuerdo la película “La sociedad de los poetas muertos”, donde el maestro, el famoso míster Keating, enseña a los alumnos de reciente ingreso las fotografías de las generaciones antiguas y les recomienda: “Carpe diem”.
Ante esta fotografía, míster Keating podría haber puesto a estos muchachos como muestra de cómo saber aprovechar el instante, cómo llenarlo de vida. Estos muchachos hicieron una pausa divina, se reunieron en Comitán e hicieron una gran pachanga, guateque que compartieron con la comunidad. Con su entusiasmo llenaron de luz el aro del compañerismo y honraron a su colegio.
Posdata: conté treinta y ocho muchachos en esta fotografía. ¿Uno más, uno menos? Mi vista no tuvo la capacidad de hacer tonto al tiempo, me falla la vista; además que para lo de la contada de números nunca he sido muy ducho, por eso abandoné la carrera de ingeniería y decidí estudiar literatura, para contar cuentos e historias.
Ya te conté cómo me fascinan las personas que lideran causas nobles, una tarde o noche imaginan que pueden cambiar el ritmo cotidiano de los días y trepan a la rama de un árbol, y con las manos en forma de bocina, convocan a la vida y la vida cambia su cara habitual y pone una sonrisa en su horizonte.
Estos muchachos se fueron de pinta, pero lograron pintar un arco iris en el cielo de este maravilloso pueblo. ¡Qué bendición!