jueves, 23 de junio de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN MURAL

Querida Mariana: los murales de Robertoni Gómez caben en todas las paredes, en todos los cielos. El 22 de junio de 2022 se inauguró un mural en el Campus VIII Comitán, de la Universidad Autónoma de Chiapas, mi universidad. Acá, desde ese día, el genio creativo vuela como papalote en el cielo comiteco. Esta obra artística de barro llegó a la tierra del barro, esto es como decir que el aire halló el fogón del viento, se posó en Comitlán, “tierra de alfareros”. El maestro Robertoni es el espíritu que continúa con la tradición ceramista de la región. Él, con sus manos y mirada de flama, llegó a Comitán para entregar un maravilloso rompecabezas armado que, en su extremo derecho, se desintegra en búsqueda de la identidad del ser humano. ¿Sabés cómo se llama este mural prodigioso? Robertoni lo tituló: “Todo se mueve y cambia en el universo”, síntesis conceptual de un resumen ideológico. Tenés que ir al Campus para admirar este vuelo, para hacer una lectura de las imágenes ahí plasmadas. El centro de todo, como siempre, es la mujer y el hombre, en su eterna búsqueda de respuestas. El movimiento es prodigioso. Fui a conocer este mural el día de la inauguración. Llegué mucho antes del acto protocolario. El campus estaba casi desierto, sólo el personal permanecía en las oficinas y algunas personas preparaban el escenario en el auditorio para recibir al rector. Alguien salió y me preguntó qué deseaba, nada, respondí, sólo vine a tomar una fotografía al mural. Lo siento, me dijo muy amable, las fotografías se tomarán después de la inauguración. Ah, no se preocupe, manifesté, ya tomé suficientes fotografías y, con la corrección que siempre me acompaña, me despedí y le deseé un buen día. Llegué a las nueve y media de la mañana, el acto protocolario, estaba programado para las once y media de la mañana. No sé a qué hora ocurrió. Llegué temprano para evitar el tumulto y para admirar con atención la propuesta estética de mi admirado Robertoni. Así fue, disfruté a mis anchas la imagen. Como todo lector occidental admiré el mural de izquierda a derecha, jugando una rayuela con mi mirada. Al llegar al extremo derecho, el prodigio asomó. Estoy seguro que nadie más logró tener esta maravillosa sensación ese día. A las nueve y media, en una mañana fresca, después de una noche lluviosa, una racha de viento asomó a la izquierda del mural e hizo la magia: era como si la naturaleza soplara sobre el mural y las figuras se movieran siguiendo ese río sensacional, invisible, pero visible en las tabletas de cerámica. Sí, el aire empujó las losetas de la derecha, las movió y supe que el título del mural es el más certero: “Todo se mueve y cambia en el universo”. El viento llegó desde la Ciénega; desde San José Obrero, lugar donde las mujeres modelan el barro y hacen ollas y cantaritos; desde el rumbo de Yalumá, donde el ceramista Manuel también continúa con la tradición de este pueblo mágico. La presencia de Robertoni en el campus de la UNACH, en Comitán, es la vara mágica que mueve espíritus y transforma el universo, es el mítico vuelo de la mariposa que altera, para bien, el espíritu del mundo. Hace un mes nada había en ese muro color tierra, de pronto, un grupo de personas colocó un soporte para que Robertoni llegara a jugar la rayuela de la vida, y ahora, todo es diferente. El muro vacío, ciego, habla con la belleza del barro, hecho cerámica, vuelto aire condensado. Sí, el instante fue prodigioso, el viento de las nueve y media del día 22 de junio de 2022 hizo su labor creativa y comenzó a desparramar las losetas del extremo derecho, papalotes geniales. Fue tan intenso su vuelo que estuve a punto de correr con los brazos extendidos para detener ese vuelo, un poco para decir que ese mural no se pierda nunca, ya lo tenemos en Comitán, debemos protegerlo, cuidarlo, mimarlo; debemos llevar a los niños y jóvenes para que lo disfruten. Que los papás lleven a sus hijos a la hora que haya mucha luz, a la hora que el sol se derrama con intensidad de fogón, pero a la hora que, a la par, el viento haga el portento de unirse al movimiento de esas losetas que están llenas de movimiento. ¿Mirás lo que escribí? El viento sigue el soplo que la mano de Robertoni impuso en el tablero. Posdata: llegué temprano y tuve el privilegio que sólo tienen aquellas personas que limpian la sala donde está la Gioconda, en el Louvre, antes que lleguen las hordas de visitantes. El campus estaba casi desierto, estuve solo ante el prodigio de la creación de Robertoni.