martes, 21 de junio de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN PAN FRANCÉS

Querida Mariana: en los libros cabe todo, ¡todo! Hay cielos, calles, edificios, carreolas, multitudes, borrachos, putitas, viejos durmiendo, niños en columpios, autos, aviones, cocinas, recámaras, baños, bibliotecas, campos de fut, comida, aromas, albañales y mucho más, más. Dije comida, mucha comida. Sin duda que recordás que en la novela “Rayuela”, de Julio Cortázar, en el capitulito cien aparece el pan francés, viejo conocido de los comitecos, ingrediente esencial para el famosísimo y riquísimo pan compuesto. Un lector comiteco piensa que en un libro escrito por un paisano puede encontrar la mención del pan francés, lo mismo sucede con una novela francesa, pero, pocos imaginan que en un libro escrito por un argentino aparezca la mención del pan francés, pero sí, porque en aquel país sudamericano, igual que en Comitán, hablan de vos y comen pan francés. En la novela, Horacio, en una calle de París, entra a una cabina telefónica y llama a su amigo Etienne (pintor) para contarle un sueño: “soñé que iba a la cocina, buscaba pan (…) era un pan diferente de los de aquí, un pan francés como los de Buenos Aires, entendés, que no tienen nada de franceses pero se llaman panes franceses. Date cuenta de que es un pan más bien grueso, de color claro, con mucha miga. Un pan para untar con manteca y dulce, comprendés”. ¿Mirás? Casi lo mismo decimos en Comitán: los panes franceses de acá no tienen nada de franceses, pero se llaman así. Su amigo Etienne le dice que ha comido esos panes en Italia. Comprensible, Italia es vecina de Francia y pues se entiende que haya intercambio de sabores y de nombres, pero cómo fregados llegó el pan francés a Buenos Aires y a Comitán. ¿Por qué se llaman así? El pan francés argentino se parece más al bolillo mexicano, no tiene parecido con el pan de Comitán, que es pachito y con la carita empanizada, como de fantasma. ¿Cuándo fue la primera vez que en Comitán prepararon el pan francés? ¿De dónde llegó la receta? Nadie puede decir los datos precisos. Los comitecos de los años cincuenta del siglo pasado recuerdan que había mucho intercambio con Guatemala, muchos objetos finos eran comprados en aquel país, muchos bibelots eran franceses. Puede ser que por ahí haya llegado el nombre y la receta, pero esto que digo tomalo como mero ejercicio Horaciano; es decir, un sueño alocado. Al país argentino llegaron muchos italianos, basta decir que uno de los principales poetas de aquella tierra y de toda Latinoamérica es Ricardo Molinari. Si Etienne dice que el pan francés lo probó en Italia, puede aventurarse que algún chef italiano haya comenzado con la tradición del pan francés en Buenos Aires. Pero, ¿en Comitán? Acá no llegaron ni italianos ni franceses, al contrario, el paisano Pantaleón Domínguez fue a Puebla a combatirlos. Me encanta el don del libro: contiene todo: caballos, gatos, bodegas, pasadizos secretos, escaleras, lagunas, mares, barcos, peces, redes, rueda de caballitos, gritos, lamentos, susurros, caricias, cortinas de baño, olor a pescado podrido, aroma a jazmín, atardeceres, niños en bicicletas, montañas y comida, mucha comida. En libros de escritores comitecos aparecen mesas con manteles blancos y platos con chanfaina, chicharrón de hebra, rodajas de butifarra, vasitos de comiteco, sangrita de borrego, chile pastor, tzisim, saquil, enchiladas comitecas, huesos estilo Tío Jul, tamales de bola, chimbos, turuletes, tabletas de manía y panes compuestos, hechos con panes franceses. ¡Nadita! Una delicia culinaria, meramente comiteca, que tiene como ingrediente fundamental un pan francés, ¡oh, la la! Oui, oui. Posdata: el comensal argentino no debe sorprenderse al pedir un pan francés en Comitán, ni el comiteco debe sorprenderse al pedir un pan francés en Buenos Aires, ni los franceses sorprenderse al pedir pan francés en Comitán o en Buenos Aires. Ya lo dijo Julito: (…no tienen nada de franceses, pero se llaman franceses). ¿Por qué se llaman entonces así estos panes que hacen en Argentina y en Comitán? Je ne sais pas; es decir: ¡sepa la bola!