sábado, 17 de diciembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON AROMA DE COLONIA

Querida Mariana: me encanta el lenguaje. En nuestra lengua castellana muchas palabras sirven para designar más de una cosa. Por ejemplo, la palabra colonia, pucha, tiene muchos usos. La empleamos para designar, por ejemplo, el periodo en que los españoles anduvieron en nuestro territorio, la usamos con mayúscula inicial: la Colonia. En nuestro país este periodo tardó tres siglos, del día en que llegaron los conquistadores españoles hasta que el cura Hidalgo dijo “¡basta!, iniciemos la Independencia”, también con mayúscula. Pero, la palabra colonia nos sirve también para designar a una fragancia, agua de colonia, le decían los mayores y compraban una botella en las droguerías o boticas. Parece que esta agüita nos llegó de Francia, igual que el perfume, porque en francés, agua de colonia se dice eau de toilette. Ah, el francés suena maravilloso. Los franceses no dicen eau de toilette, como lo leeríamos nosotros, no, no, le dicen (más o menos) o de tualet. Oh, la la. Bueno, pues la colonia sirve para que los cuerpos estén frescos y huelan bien. No haré comercial, pero el tío Andrés usaba agua de colonia Sanborns Flor Naranja, que tenía ese aroma. No olía mal. Era algo agradable. Pero, vos, yo y medio mundo lo sabe, la palabra colonia también sirve para designar un elemento urbano. En las ciudades hay colonias; es decir, grupos de viviendas en un determinado territorio. Cuando, en los años setenta fui a estudiar a la Ciudad de México, llegué a vivir a la colonia Roma Sur, luego pasé a la colonia Narvarte. En nuestro pueblo teníamos barrios y sólo una colonia: la colonia Miguel Alemán. En la Ciudad de México existían decenas de colonias, colonias de medio pelo, miserables y fifís. Esto llamó mi atención, porque, digamos, en Comitán no existía esa división tan tajante. Se sabe que en el centro, los hacendados habían construido sus residencias, casas de cuatro corredores, muchas habitaciones, patio central y sitio; y en la periferia vivía la gente más modesta, pero no estaba tan sectorizado como en la Ciudad de México. Tepito y Peralvillo eran barrios donde vivía la gente más bronca del entonces Distrito Federal. Acá decíamos que la gente de La Pila era gente dura, pero en ese barrio vivía mucha gente de abolengo del pueblo, digamos que acá andábamos repartiditos, mezclados. Comitán tenía barrios y sólo una colonia, tan era única que nos bastaba decir que Consuelito vivía en la colonia, para saber que era la Miguel Alemán. Con el paso del tiempo aparecieron más. Hoy se habla de fraccionamientos. Oh, qué palabra tan fraccionada. La colonia Miguel Alemán no sólo fue la primera colonia en Comitán, también fue modelo de urbanismo, porque hasta la fecha vemos que fue diseñada con inteligencia, con amplísimas calles y banquetas. Los que ahí viven y los visitantes saben que es una burbuja llena de aire. Estamos acostumbrados a caminar por calles asfixiantes en el centro de la ciudad. ¿Qué podemos decir de las banquetas? En el pueblo existen calles sin banquetas y otras con enormes obstáculos. Hay banquetas que si no fueran peligrosas podríamos decir que son simpáticas, juguetonas. Bajá por la calle de Jurisdicción, por la banqueta derecha, es toda una prueba de turismo extremo, con entradas a cocheras, gradas súper altísimas y, al final, se va cerrando hasta llegar a un vértice que topa con pared. ¿Querés llegar a la esquina? Debés caminar por el arroyo vehicular. ¿Y la banqueta ‘apá? Desapareció por obra y gracia del ingenio popular, donde hizo falta un estudio de urbanismo, que sí se hizo en la colonia Miguel Alemán. Ah, qué sabroso se camina en la colonia, sin lajas resbalosas, sin obstáculos mayores. Sin duda que hay algunos tramos que ya no tienen la limpieza del origen, pero, en general, se camina muy a gusto en esa colonia. Si querés saber más de este tema, te invito a leer los números 31 y 32 de nuestra revista Arenilla, que sabés se distribuye en forma gratuita cada bimestre. Fijate que en el número 31 publicamos el testimonio que nos dio la maestra Socorrito Gutiérrez Domínguez, esposa del maestro Mario Luis Jaimes Sanchírico, espléndido artista plástico. La maestra Socorrito fue de los primeros habitantes de la Colonia Miguel Alemán, llegó a vivir con sus papás cuando tenía seis años de edad. Ella posee una memoria privilegiada, tiene muchos datos de nuestro Comitán. En ese testimonio nos dijo que alguien tenía copia del plano original de la colonia. Así se escribió en la revista. Pensé que tener acceso a ese plano sería maravilloso. Pues sucede que un día me llamó mi querido maestro de preparatoria, el arquitecto Roberto Zúñiga Ortiz, y me dijo que él tenía el plano que dibujó el ingeniero Enrique Becerril Zaldívar. Le pregunté si podía pasar a saludarlo y tomar fotografía al plano. Por supuesto que sí, me contestó. Y fui a visitarlo a su despacho y él, generoso, puso el plano sobre un escritorio y ahí le tomamos foto. Nos dio permiso para compartirlo con los lectores de nuestra revista, ahí está el documento, a la vista de todos, para su análisis, para la reflexión. Es, por supuesto, un documento histórico. Ahí se aprecian los cambios que se dieron, pero, sobre todo, el diseño original. El nombre que se aprecia es: Colonia burocrática General Miguel Alemán. Burocrática. La maestra Socorrito nos dijo que estaba destinada para que la habitara personal de aduanas y migración, pero cuando el señor Rodolfo Orrico, quien adquirió esos terrenos, los puso a disposición de esos burócratas, éstos dijeron que tenían casa en la ciudad y no iban a vivir en un lugar tan lejano, donde corría el viento como caballo en hipódromo. El papá de la maestra Socorrito, quien trabajaba en el Centro de Salud, sí aceptó la propuesta y adquirió la casa muestra de la colonia, lugar donde, hasta la fecha, sigue viviendo la maestra. El número 32 de ARENILLA ya está en distribución, ahí está el plano del que te hablo. Este número contiene más datos maravillosos de nuestro pueblo. Los lectores también hallarán un testimonio, donde hay una síntesis de la vida y obra de Lolita Guillén, a quien Comitán reconoce como una funcionaria ejemplar, mientras laboró en la presidencia municipal se encargó de que el bulevar estuviera reluciente, con las plantas que hoy son orgullo de nuestra ciudad. También viene publicado un texto que el maestro Jaime Rodas Rovelo obsequió a tres amigas que laboraban en la Tienda Conasupo. Mi querida amiga Lulú Guillén, una de las tres amigas, conserva ese texto y, generosa, lo compartió para que Comitán pueda tener acceso a ese documento. Pero nuestra revista tiene más de nuestra identidad. No sé si conocés a doña María del Carmen Villatoro Flores, ella tiene 102 años de edad y vive en el barrio de Los Sabinos. Durante toda su vida fue partera, laboró en el Centro de Salud. Ella, también generosa, nos compartió sus recuerdos y los estamos publicando en forma seriada, porque ella es un Tesoro de Comitán. Posee, igual que la maestra Socorrito, una memoria privilegiada y goza de una lucidez genial. Me impresionó platicar con ella, al final dijo que quería declamar un poema. A sus ciento dos años de edad, con una destreza impresionante, declamó un texto que memorizó cuando era jovencita. Sublime. Me emociona la capacidad de nuestro lenguaje. La palabra arenilla sirve para designar los granitos de arena, el mínimo gránulo; también sirve, ¡qué pena!, para nombrar los cálculos que aparecen y joden el funcionamiento de la vejiga; pero, en Comitán, la región y buena parte del mundo se usa con mayúscula inicial para nombrar la revista que comparte algo de lo mejor de nuestros pueblos. En ocasiones mi nombre se extravía y aparece el nombre de Arenillero. Esto me llena de orgullo. El equipo que trabaja con pasión para presentar una revista digna forma una playa cultural llena de arenilla luminosa. El cuerpo no se afecta, al contrario, esta arenilla es buena para el espíritu de todo el mundo, porque es una revista que piensa también en la niñez comiteca y de la región, en cada número presentamos un cuentito para que los niños lo lean en compañía de sus papás. Nuestro ideal es que papás e hijos se sienten en la sala de la casa y lean el cuentito. Que los papás contribuyan al fomento de la lectura y a fortalecer la capacidad de imaginación. Posdata: hay esencias que nos fortalecen. El agua de colonia ayuda al cuerpo humano; el aire de Arenilla ayuda a que el alma respire en un ambiente grato. Nuestra revista la diseñamos como fue diseñada la Colonia Miguel Alemán, con banquetas anchas, sin lajas resbalosas, sin obstáculos. Deseamos que nuestros lectores la caminen en forma plácida, que se llenen de orgullo al conocer historias de comitecos valiosos. ¡Tzatz Comitán!