lunes, 5 de diciembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN SONIDO

Querida Mariana: en la casa de Pepe escuché por primera vez a los Beatles. Desde Inglaterra llegaron a Comitán. Fui a jugar a la casa de Pepe. Tuve ganas de orinar. Avisé a los amigos que subiría al baño. Al llegar al segundo piso me detuve en el pasillo. Maluye bailaba a mitad de su cuarto. Sobre la cama estaba un tocadiscos pequeño, de colores naranja y beige. Un disco de cuarenta y cinco revoluciones giraba, y Maluye también giraba al ritmo de la música. Ella movía los brazos, las piernas, su cabello, brincaba al ritmo de ¡Help! Me orinaba, entré al baño, cuando salí la música había terminado, Maluye estaba con el rostro rosa, el sudor la iluminaba, cuando me vio cerró la puerta. Bajé y pregunté qué era esa música y Pepe dijo que era música de los Beatles. Fue un chispazo. Pero no me atrapó como a muchos. Nunca he sido fanático de la música. Por desgracia. Una mañana, muchos años después, me probaba unos zapatos en una zapatería y vi en la pantalla de un televisor la noticia: un fanático había asesinado a John Lennon, el de la canción “Imagina”, el esposo de Yoko Ono. No me enteré qué día murió George Harrison. Sé que Ringo Starr y Paul McCartney viven. Al que más conozco es a Paul. Un día, la reina de Inglaterra lo nombró Sir, se volvió parte de la nobleza. Los otros tres siguieron siendo plebeyos, famosos, pero sin ser de sangre azul. Cuando se separaron los Beatles, dicen que por culpa de Yoko Ono, un día supe que Paul había formado una banda, al lado de la chica que tenía en ese momento. El grupo se llamó “The Wings”. Oí una canción del grupo: “Band on the run”. Me gusta ese sonido. Un sonido que debe tener conexión con el que escuché en casa de Pepe y que hacía bailar frenética a Maluye. Sir Paul estuvo con la reina. La reina ya murió. Sir Paul sigue vivo. Un día, quien hoy es rey de Inglaterra llegó a Puebla, llegó a la colonia donde vivíamos en un pequeño departamento: San José Mayorazgo. Arreglaron las calles. Adornaron las casas con cintas de papel crepé y banderitas de Inglaterra. El príncipe Carlos llegó a visitar una casa albergue que era financiada con recursos de aquella nación. Una vecina dijo, al día siguiente, que le había dado la mano al príncipe. Estaba emocionada. Detrás de la valla había extendido la mano y el príncipe la había estrechado, apenas instantes. Fueron instantes los que vi a Maluye bailando en su recámara, el piso era de madera, al fondo había una ventana que daba a la calle, la mítica 5ª. Avenida donde vivió doña Lolita Albores de niña. La casa de Pepe estaba a una cuadra de la casa donde nació doña Lolita. Pepe había vivido en una casa frente a la mía, a media cuadra del parque, luego su familia se pasó a cuadra y media, en una esquina, en una casa de dos plantas. La recámara de Maluye estaba en la segunda planta, ahí estaba el baño donde entré a orinar. Lamenté que ella cerrara la puerta, lamenté que la música de los Beatles hubiera cesado. Nunca había escuchado un sonido semejante. Luego supe que ellos eran famosos. John Lennon dijo que ellos, los Beatles, eran más populares que Jesucristo. Fueron y son muy populares. La música de los Beatles se escucha en todo el mundo. Han vendido millones de discos. Siguen vendiendo. Se siguen escuchando. Algunas chicas de este siglo XXI deben bailar como lo hizo Maluye aquella mañana. Nunca fui el mismo. A pesar de que no me hice fanático de su música. No lo hice, porque no soy fanático de ningún grupo o de un intérprete, aunque me gusta Michael Bublé y el otro día escuché al prodigioso pianista Lang Lang. Más o menos en el tiempo que escuché por primera vez a los Beatles leí al escritor español Miguel de Unamuno y esto sí me apasionó, me tomó de la mano y me condujo por un camino que no he abandonado jamás. No ha sido la música mi pasión, mi deslumbramiento fue el sendero de la literatura. Paco me obsequió un libro de Unamuno con ensayos. Recuerdo una cita con precisión: “La soledad nos une tanto cuanto la sociedad nos separa, y si no sabemos amarnos es porque no sabemos estar solos”. ¡Genial! Posdata: los escritores somos seres solitarios. Cuando uno de los Beatles escribió la canción Help, tal vez escuchó la opinión de algún otro Beatle y la composición fue grupal. Julio Cortázar escribió él solo toda su obra literaria. Me fascina el sonido que hace la cinta que me une a diversos países. Los Beatles me llegaron de Inglaterra; Unamuno arribó desde España; y el barco del argentino Cortázar navegó el Sena francés para llegar al Río Grande. El sonido de los objetos ha tocado a mi casa, lo ha hecho con armonía, con ritmo. ¡Tzatz Comitán!