jueves, 1 de diciembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON PALABRAS QUE CABEN EN CUALQUIER HORIZONTE

Querida Mariana: las palabras son juguetonas. Por ahí, el poeta Octavio Paz tiene un poema maravilloso que se llama “Las palabras”, ¿recordás cómo inicia? Dales la vuelta, cógelas del rabo (chillen, putas), azótalas… Travieso juguetón, el tal Octavio. El poeta sugería que a las palabras debemos darles la vuelta, cogerlas del rabo, azotarlas y otras linduras. Se trata de jugar con ellas, de no temerles, de hacerse compas, de invitarlas a saltar la cuerda, de aventarse del tobogán más alto, de volar con ellas. Vos y yo somos amantes de las palabras. Cuando leemos un poema o un cuento o una novela descubrimos, emocionados, el brillo de cada uno y nos preguntamos cómo es posible que un poeta alcance tal altura al colocar palabras simples y comunes en un orden tan perfecto. A mí me encanta cuando un experto gastrónomo dice que hay un maridaje entre un vino y un platillo; es decir, que el menú ofrecido alcanza sabores indecibles cuando es acompañado con cierto tipo de vino, no todo se lleva con todo. Vos y yo nos llevamos bien, porque nuestros espíritus hacen buen maridaje, somos encuache. El otro día hallé que hay un tipo de palabras que se llaman “epicenas”. Pucha, de inmediato pensé en el personaje de Derbez: “Así como hay palabra epicena, ¿hay palabra epidesayuno?” Sustantivo epiceno, qué simpático nombre. Y ya miré que la palabra epicena es la que se aplica sin distingo a lo femenino como a lo masculino, digo, es la palabra que no admite el encono de las feministas que insisten en volver un tachilgüil el lenguaje, colocando a la palabra todos una e estéril al final. ¿Ejemplo de palabra epicena? ¡Poeta! Ah, qué bendición. Podemos decir que un poema fue escrito por la poeta o por el poeta. ¡Qué palabra tan bonita es la palabra epicena! Rosario Castellanos, nuestra Rosario, le gustaba decir que era poetisa. ¿Te gusta la palabra poetisa? Ese término se aplica exclusivamente a la mujer que es poeta. No hay poetisos, y ¡qué bueno!, porque la palabrita no es muy afortunada. No sé qué pensés vos, pero a mí no me gustaría decir que mi amiga Marvey es poetisa, ¡no!, prefiero decir que es poeta. La palabra poeta no se confunde con otra, es una trisílaba perfecta: po e ta; en cambio, la otra, también es trisílaba, pero se presta a confusión: poe ti sa. Pronunciala. ¿A poco no la primera sílaba suena enredada? Ese “poe” junto tiene como una piedrita sonora. La po e ta escribe po e mas. ¿Qué escribe la poetisa? Entiendo que Rosario empleaba el término poetisa para decir que las poetas tenían su propio nombre. Era feminista a ultranza. Por fortuna, digo yo, nunca pensó en escribir “poete” para hacer lenguaje inclusivo. Se vale usar términos propios. Así como hay actor existe la actriz; aunque por ahí existe la palabra artista que engloba a todo mundo. Lo que diré es una bobera, pero la palabra epicena es maravillosamente inclusiva: poeta, cantante, artista, estudiante, pianista, sastre, incluye a todo mundo. La diferencia está en el uso del artículo el o la. Si digo: Rosario Castellanos fue una gran poeta, resulta lo mismo si digo: Rosario Castellanos fue una gran poetisa. Y, disculpame, a mí, tal vez sólo a mí, me suena más linda la primera expresión. Poetisa, es una palabra un poco agresiva, como con clavos. Y si quiero ponerme cursi digo que la poeta debería usar términos más poéticos. Posdata: Rosario Castellanos y Octavio Paz fueron grandes poetas. ¿Ofendo a alguno de los dos al usar la palabra poeta para ambos? Pienso que no. Si le hago caso a la Rosario debería decir: Rosario Castellanos fue una gran poetisa y Octavio Paz fue un gran poeta. ¡Ay, señor! Más gastadero de saliva. ¡Tzatz Comitán!