jueves, 29 de diciembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN PUNTO

Querida Mariana: el sabio dijo: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Verdad física irrebatible, pero a la vez ¡irrealizable!, imposible. El escritor piensa que, tal vez, el punto de apoyo sea la palabra y que esta transforme el mundo. Una palabra para mover el mundo. ¿Cuál la que haga el prodigio? Hay miles, miles de palabras. Es preciso buscar la más poderosa, porque como todo lo que existe en el mundo, hay palabras fuertes y palabras débiles; palabras juguetonas y palabras solemnes; palabras bufanda y palabras playera; palabras playa y palabras pedregal; palabras aire y palabras muro. ¿Cuál, niña mía, es la palabra que puede servir para que cumplás tus deseos, tus sueños, de hacer más humano a este mundo inhumano? ¿Has pensado en la palabra escalera? La escalera sirve para bajar y para subir. No siempre es bueno subir, a veces, la vida recomienda bajar. Millones de personas, aun cuando parece un contrasentido, encontraron el rumbo al topar fondo, como si el fondo fuera el punto de apoyo para mover su mundo, como si ahí estuviera el hueco para afianzar la pértiga que permite el gran salto hacia arriba. ¿Has pensado en la palabra éxito o en la palabra arriba? Muchas personas piensan que estas palabras están imbricadas y son el común denominador para sentirse importantes. Lo mismo que se dijo con la escalera, no siempre la razón de la existencia está fincada en ambas palabras, no siempre el éxito es hilo para estar completo, ni estar en la cúspide es signo admirable. A veces, no siempre, a veces, quienes están en la parte más alta del edificio o de la montaña son ciegos y no ven nada de la grandeza; a veces, no siempre, a veces, los exitosos viven en una burbuja llena de lodo, de vómito y de saliva pestilente. ¿Basta una palabra para mover el mundo? No sé si en la historia de la humanidad hay ejemplos, no lo sé. En los años setenta, querida mía, dos palabras nos llegaron de lejos. Los chavos comitecos de entonces nos las tatuamos en el alma y, sin comprender bien a bien su mensaje, las repetimos, las usamos en las playeras, las dibujamos en carteles sicodélicos que colgamos en las paredes de las recámaras: ¡amor y paz! Hoy, muchos años después, pienso en el valor de ambas. ¡Amor y paz!, fue el grito que pregonamos los chavos de todo el mundo, en los años setenta, en medio de una guerra estúpida, los muchachos exigíamos un mundo donde imperara el amor y la paz. Este grito sigue escuchándose, pero es como dicen los predicadores, una voz en el desierto, no hay un muro que replique el eco, que lo multiplique. Hablo de los años setenta del siglo pasado; millones de personas en estos veinte del siglo XXI seguimos sembrando estas palabras en el aire: ¡amor y paz! Sin embargo, lo que impera en el mundo es lo contrario, el mundo está lleno de discordia, lleno de guerra, lleno de mierda. Dije mierda. ¡Qué pena! Muchas personas creen que esta palabra es la que debe definir el mundo, su vida, es su punto de apoyo. Nos hace falta hallar la palabra adecuada. Los que saben nos han explicado que la gran transformación comienza con el trabajo que se hace en la pequeña parcela personal. El mundo es tan grande, está lleno de personas que se alimentan de mierda y que desean hacer mierda el mundo. ¿Cómo luchar ante ello? ¿Cómo sembrar luz? ¿Cómo hacer un punto de apoyo luminoso? ¿Has pensado en la palabra punto? La solicitud del sabio fue tener un punto de apoyo; es decir, para apoyarse es preciso tener un punto. Nada puede hacerse sin ese especial elemento. El origen del universo, nos explican los sabios, se dio a partir de un pequeño punto que detonó el enormísimo Big Bang. Los más excelsos dibujantes saben que todo es una sucesión de puntos, uno tras otro. Tal vez el mundo exige esto para el cambio: una sucesión de puntos, personas, que caminen en la misma senda luminosa. Posdata: ¿basta una palabra para mover el mundo? Muchas personas creen que sí es posible. Millones piensan que la palabra es Dios; millones creen que la palabra es revolución; millones apuestan por siembra; otros por luz; muchos más por amor; y millones por paz. Pero, hay que admitirlo, con cierta pena, siglos van, siglos vienen, y ninguna palabra ha sido la efectiva. ¿Será exterminio lo que hay más certero en el horizonte? ¡Uf! ¡Tzatz Comitán!