jueves, 15 de diciembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON FOTOGRAFÍA MARAVILLOSA

Querida Mariana: me encanta ver fotografías. Me encanta ver paisajes, atardeceres y fotos con animalitos, pero las fotografías que más disfruto es donde hay personas, muchachas bonitas y niños. Esta fotografía me encantó. El otro día, el notario Gerardo Pensamiento la compartió. Este grupo de ex alumnos está en el patio externo de la Facultad de Derecho, de la UNAM. Son algunos integrantes de la generación 1966 – 1970; es decir, en este instante cumplieron cincuenta y dos años de haber egresado. ¡Qué prodigio de vida! Sí me encanta ver estas fotografías generacionales, tanto las fotos antiguas como las recientes. Por ahí estos jovenazos deben tener la foto del instante en que salieron de la UNAM ya titulados, dispuestos a enfrentarse a los problemas diarios; y ahora, gracias a la vida, colgarán esta fotografía que da cuenta de la reunión de algunos compañeros cincuenta y dos años después. Se dice y se escribe muy fácil, pero si reflexionamos tantito estamos hablando de un cachito más de medio siglo. Cuando el notario Pensamiento hizo favor de compartirme la foto de inmediato pensé que esta generación de estudiantes de Derecho estuvo en un momento muy difícil para la universidad: el movimiento estudiantil del 68 que terminó en la tragedia de Tlatelolco. Oh, señor, cuántos testimonios de vida. Cada uno de estos personajes vivió en forma tangencial o directa la huelga. ¿Quién de ellos fue a las marchas? ¿Alguno perdió a un amigo cercano en la matanza? Se reunieron cincuenta y dos años después, algunos serán amigos cercanos, otros no tanto, pero los une esa cuerda maravillosa de ser integrantes de la generación de Derecho de 1966 a 1970. Todos los integrantes de esta generación ya superaron la barrera de los setenta años de vida, se ven plenos, exitosos. En nuestra comunidad reconocemos al notario Gerardo, profesional destacado, hijo de la UNAM, la máxima casa de estudios profesionales del país. ¿Querés ver dónde está el notario Pensamiento? Contá cinco de derecha a izquierda, es quien está al lado del que porta la cachuchita. Es comprensible: la generación que egresó en 1970 estuvo integrada por muchos más alumnos, más, muchos más. Acá acudió una mínima parte. ¿Por qué? Ah, por múltiples motivos, algunos no pudieron viajar, por trabajo o por salud; a otros no les interesó la convocatoria (no vayás a pensar que sólo yo soy el escaso, hay más). Tal vez algunos de los que no viajaron no lo hicieron porque radican en lugares muy distantes, en otros países. Y, es inevitable, varios de los que están en la fotografía de 1970 ya fallecieron. Siempre es así en fotos generacionales. El tío Alberto me enseñó, una tarde de hace años, la foto de su generación, compañeros de ingeniería de la misma UNAM. Eran muchísimos, me dijo que lo buscara, me pasé varios minutos en un ejercicio simpático. ¿Este? No, no estaba tan feo. Fallé en otro intento, pero en el tercero atiné. Sí, dijo, ese soy yo, el que está a mi lado (y lo señaló) era Romeo, mi mejor amigo. La tarde de la foto fuimos a comer y nos despedimos, porque él viajaría a su pueblo para el festejo del día siguiente, día en que recibí la noticia lamentable, había fallecido en un accidente de carretera. Dios mío, dijo el tío, nunca me sentí más desorientado ante el misterio de la vida. Por eso, esta fotografía es maravillosa, acá está un grupo de profesionales exitosos, compartiendo la cuerda de la vida, repitiendo el momento después de cincuenta y dos años. La UNAM ahí está, enorme en su grandeza y en su prestigio y acá está este grupo de profesionales de Derecho. Algunos tendrán hijos abogados; algunos ya son abuelos de más de dos criaturas; tal vez alguien se casó con una compañera de la universidad; debe haber alguien que se divorció, por conocer a una secretaria bonita en el despacho. Todos son exitosos, todos han formado un teorema de vida, donde las cuerdas jamás son las mismas, cada personaje de esta fotografía ha formado una figura vital inédita. Posdata: me encanta ver fotografías, disfruto mucho ver fotografías de lagos y de montañas; ah, cómo me encanta ver las fotografías de aves que me envía mi admirado Ricardo; pero las fotos que más disfruto son donde aparecen personas, son testimonios gráficos de instantes, puntos luminosos que cuentan historias, historias que van de la luz a la oscuridad, con todos los tonos de la vida. ¡Tzatz Comitán!