domingo, 5 de febrero de 2023

CARTA A MARIANA, CON GUATEQUE

Querida Mariana: ni cuetes ni trago, pero sí mucho confeti en el espíritu, mucha marimba, mucha oración, mucho agradecimiento a la vida. El Colegio Mariano N. Ruiz, mi colegio, cumple 73 años. El padre Carlos (Dios lo bendiga siempre) fundó esta institución que lleva el nombre de quien fue su maestro. Este colegio es el agradecimiento de un alumno a un maestro. Pocos seres humanos tienen esa grandeza de corazón. El padre Carlos honró a quien le dio el conocimiento inicial, ahora nosotros, quienes seguimos abonando este enormísimo árbol, honramos a nuestro maestro fundador. El día 5 de febrero de 1950 inició este camino de luz, donde muchísimos chicos abrevamos una semilla para el crecimiento intelectual. La mayoría de estos muchachos conserva grandes recuerdos y agradece el instante donde se convirtió en “Marianito”. Desde hace varios años (desde 2018) las generaciones de secundaria se reúnen para celebrar los cincuenta años de haber egresado del colegio. Quienes actualmente laboramos en el Colegio vemos con agrado y profunda satisfacción que estos grupos de compañeros siguen sosteniendo entre sus manos la cinta de la amistad. Un escritor dijo por ahí que las amistades más profundas se dan en esos años, los de la educación secundaria. No es una regla inmutable, pero, en lo personal sí doy fe de ello, los amigos más entrañables los conocí en la secundaria, en la secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz. Tengo gran cariño y aprecio por los compañeros de generación, por todos, y algunos de ellos siguen siendo parte de mi palomilla, parte esencial de mi vida. Además, agradezco por siempre al padre Carlos por haber fortalecido en mí el amor por la literatura en sus prodigiosas clases. Ya leía, pero su cátedra terminó de cimentar este edificio espiritual que hoy le da sentido a mi vida. Sé que en todas las instituciones existen maestros que abonan con alegría a los pequeños gajos que asisten a las aulas. En el Colegio Mariano N. Ruiz ahora encuentro a muchos compañeros maestros que siguen iluminando corazones y mentes, que siguen sembrando esperanza para este mundo tan incierto. El abanico de maestros que ha pasado por las aulas de la institución es inmenso y grato, no alcanzarían mil hojas, mil cartas, mi niña querida, para nombrarlos, mujeres generosas y hombres buenos, donde incluyo el nombre de mi amado padre: Augusto Molinari Bermúdez, quien fue secretario en el Colegio e integrante de la Asociación. El maestro Jorge Gordillo Mandujano es nuestro director general emérito y ahora el colegio continúa fortalecido bajo el rectorado de mi jefe, el joven maestro José Hugo Campos Guillén. Apenas hace días, el ingeniero Eloy Robles López, catedrático de matemáticas, me envió una fotografía donde aparecen alumnos volando papalotes en los campos del plantel de Los Sabinos. En febrero hay vientos favorables, ya lo dijo Rosario Castellanos en su novela “Balún Canán”, cuando narra una escena en los llanitos de Nicalococ. Pensé que la fotografía del ingeniero Eloy era una imagen propicia para sintetizar este cumpleaños setenta y tres: el Colegio Mariano N. Ruiz es un papalote que sigue en vuelo portentoso dando luz a los chicos y chicas que acá estudian. Posdata: sin trago, sin cuetes, pero sí con mucho confeti y marimba, agradezco la bendición de ser Marianito y de vivir con intensidad el cumpleaños setenta y tres de mi querido colegio. ¡Tzatz Comitán!