sábado, 11 de febrero de 2023

CARTA A MARIANA, CON MARIMBAS

Querida Mariana: mi querido amigo Marco Polo recuerda las fiestas comitecas de los años sesenta y setenta del siglo XX. Ah, eran guateques sensacionales. Marco Polo dice que los festejos que reunían a muchísimas personas los hacían en salones: el Club de Leones o en el patio enorme del Hotel Morales, pero la mayoría de fiestas era en casas particulares. La tradicional casa comiteca posee generosos patios centrales, rodeados por corredores enladrillados, llenos de helechos, también llamados colas de quetzal. Hoy, todas las fiestas son en salones. Los festejos caseros eran más íntimos, ahí se desparramaba más sabroso el chisme, la comedera de gente, porque todos estaban más cercanos. No sé si ahora, en los salones se pierde la llave, como sí se perdía en las casas. La gente que a las doce de la noche ya había disfrutado el festejo se despedía y al querer abrir la puerta, la dueña (organizadora del guateque) decía, sin cara de preocupación: “Se perdió la llave”, pucha, nadie podía salir, así que la gente se resignaba a seguir en la fiesta. Se trataba, ya te diste cuenta, de que los invitados no se fueran, que siguiera el relajo sabroso. Era un confianzudo abuso de amistad. No a todo mundo le caía bien la gracia, pero lo tenían que soportar. Como en todo buen festejo no faltaba el traguito, la juncia, el manteado y, por supuesto, la marimba (los chalequeros también eran los que le ponían la sal y pimienta al guateque). Ahora (¡qué pena!) en pocos festejos aparece la marimba, la cambiamos por un tecladista. Lo mismo sucedió con las serenatas, un día, la marimba dejó de ser la protagonista maravillosa y cedió pasó al mariachi, como si fuéramos de Jalisco y no chiapanecos, vecinos amorosos de Guatemala, donde existen marimbas de gran prestigio. Por eso, Dios los bendiga siempre, los grupos organizadores de entradas de flores han salvado nuestro honor, porque cuando hay el novenario de un determinado santo o virgen, los encargados procuran que haya marimbita. ¡Ah, qué genialidad! Además de alegrar el atrio de las iglesias preservan esa tradición musical que bendice los aires y es bálsamo para el espíritu. Por fortuna, los integrantes de la marimba de la Casa de la Cultura y de la marimba del Ayuntamiento tocan para el público, una o dos veces cada semana. En las fiestas actuales las marimbas casi están desaparecidas. ¡Qué pena! La otra mañana, Paty, editora ejecutiva de Arenilla, y yo bajamos al parque de San Caralampio, para tomar unas fotografías para el archivo, eran las ocho y media o nueve, el aire corría majestuoso, hacía remolinos en las ramas de la ceiba y abrazaba a los caminantes. Vimos que al término de la escalinata el jacal ya estaba dispuesto, con ramas de laurel y algunas de ciprés y escuchamos la respiración del viento, acompañada por notas de marimba. Ah, pensé, es mi día de suerte; no todos los días tenemos la oportunidad de escuchar marimba. “¡Ah, marimba!”, dije en voz alta. Una persona que me escuchó dijo: “Es por la Virgen de Lourdes, es el primer día de novena”. Di las gracias por el dato y subimos la escalinata para escuchar más cerca la marimba. Sigo receloso por lo de la pandemia, por eso no me senté en un escalón, como lo hacía antes, pero me paré frente al grupo integrado por cuatro ejecutantes, mientras Paty iba a tomar unas fotografías en el interior del templo. Mi espíritu se llenó de goce al ver la destreza del oficio de los ejecutantes y al escuchar los sonidos armoniosos. No hay lugar más sublime que éste. El viento que llega de la Ciénega es como un coro natural. La marimba, en el vestíbulo del templo de Tata Lampo suena diferente, es como si reconociera que ahí es casa del santo más querido del pueblo, el consentido. ¡Qué Santo Domingo perdone el atrevimiento! Al lado derecho de la entrada, lo recordarás, hay una banca de cemento, ahí estaban sentadas tres personas: dos hombres y una mujer. Hacían lo mismo que nosotros: disfrutaban el prodigioso instante, la bendición que sólo tenemos los comitecos (pocos, porque la mayoría ya está en la avalancha de estos tiempos y no todo mundo se da la oportunidad de apreciar la maravilla de los actos sencillos). Cuando los ejecutantes terminaron una canción, uno de los dos hombres se acercó y preguntó cuánto costaba contratarlos. Pensé que la mejor carta de presentación de los músicos es a la hora que actúan y demuestran lo que saben. En realidad, se escuchaba bien la ejecución. ¡Cómo no! Ya nos fuimos enterando que el director de la Marimba Orquesta La Perla de Balún Canán tiene 45 años en el oficio, ¡cuarenta y cinco años! ¡Nadita! A tus años de edad aumentale trece más. ¿Mirás? ¡Toda una vida! El maestro José Luis López es como un artista híbrido porque continúa con la tradición (me maravilló verlo tocar la marimba, con una gran delicadeza), pero ya incluyó un teclado electrónico, como para que la audiencia sepa que él camina en la modernidad. No se escucha mal la combinación que hace, cuando lo vi tocar la marimba, dejar los bolillos y entrarle al teclado pensé en esos maravillosos artistas del grupo español Mecano, donde el tecladista pasaba de un aparato a otro en un prodigioso movimiento. Cuando explicó la forma de contratarlo escuché que este grupo trabaja por contrato mínimo de cuatro horas, pues sí, de lo contrario no les resulta. Trasladar una marimba con el equipo restante (en este caso, el teclado, el bajo y la batería) no es cosa sencilla, exige un camioncito de esos que les llaman “fleteros”. La persona curiosa regresó a la banca corrida de cemento y vi que el otro hombre ya no estaba, sólo había quedado la señora. Miré con atención y detrás del cubreboca descubrí un rostro conocido. “A ella la conozco”, le dije a Paty. En efecto, era doña Luz Angelina Rojas. Cuando ella me identificó me dijo: “Soy la que abre la feria”, lo dijo con gran orgullo y a mí me iluminó la frase. ¿Cuántas personas pueden decir eso? Es una frase genial. Doña Luz Angelina, en esa mañana llena de aire de vida, dijo: ¡Soy la que abre la feria!, la que celebra a la Virgen de Lourdes y a San Caralampio. Dicen los que saben que el mero día de Tata Lampo es el diez de febrero, pero como en el templo de La Pila también hay una imagen de la Virgen de Lourdes, los fieles, respetuosos y corteses le pidieron a San Caralampio que cediera el honor a la Virgen para que primero celebraran el cumpleaños de ella, cuyo día es el 11 de febrero. Tata Lampo, siempre generoso, cedió la fecha, así es que los comitecos decidieron que el diez, mero día de su cumpleaños, se hiciera (como se hace) la tradicional entrada de flores y el festejo de su cumpleaños sea el 20 de febrero de cada año. Así que en el templo hay una seguidoña de novenas, que inicia el 2 de febrero y termina el 20. Pucha. Embelequero el pueblo comiteco. Doña Luz Angelina dijo que ella, desde hace años, es la encargada del primer día de novena. “Le pongo su marimba”, dijo y platicó que sale a andar medio Comitán para solicitar ayuda económica para cumplir con el encargo. “Pido con conocidos, cien, doscientos pesos. Cuando me ven me dicen: ah, ya sé qué querés y, con gusto, ayudan con paga, porque me conocen”. Y mientras lo platicaba, el otro hombre se despidió. Nos quedamos los tres en el atrio, más los integrantes de la marimba, éstos dándole sabroso a la huesuda y nosotros en el güirigüiri. La ayuda económica que doña Luz Angelina recibe no sólo alcanza para la marimba, también para los adornos florales, porque la virgencita se merece un altar bonito. Los artistas terminaron de tocar y sólo nosotros tres aplaudimos, lo hicimos con cariño, reconociendo sus talentos. Que la cantidad escasa de audiencia se compensara con nuestro entusiasta aplauso. Bueno, dijimos, ya nos vamos. Sí, que les vaya bien. Igualmente. Bajamos unos escalones, me detuve, volví la mirada, los ejecutantes seguían dándole a la marimba, al bajo, al teclado y a la guitarra. El maestro José Luis toca la marimba y el teclado, don Santiago Hernández Aguilar lo acompaña en la marimba; don Ramón Gordillo le da al bajo eléctrico y un jovencísimo Daniel Argüello toca la batería, el instrumento que me seduce, que es como mi deseo musical frustrado. Sí, me encantaría tocar batería, acompañar rolas de pop y de rock. Posdata: que Dios bendiga a los encargados de las novenas en templos católicos, que les siga dando mucha vida y tiempo para contratar grupos musicales que tengan a la marimba como el centro de su razón de ser; que las enramas tengan mucha hoja de laurel y que el viento siga abrazando a los fieles que llegan temprano a persignarse al templo y se quedan un ratito escuchando a la marimba. Vi que doña Luz Angelina volvió a sentarse. A esa hora se quedó sola, dueña del espacio, escucha única de la marimba. Ah, qué bendición. Al despedirse me dijo: son dos horas de marimba en la mañana y dos en la tarde. Sí, pensé, fue lo que dijo el maestro: el contrato mínimo es de cuatro horas. ¡Tzatz Comitán!