viernes, 3 de febrero de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN BUSTO

Querida Mariana: acá está el busto de Rosario Castellanos, la escultura que hizo Luis Aguilar. El busto está colocado en una esquina del parque central, donde antes hubo un árbol. Ahora, el árbol lo tiene enfrente, bien recortadita su fronda, le sirve como bufanda. La otra mañana pasé por ese espacio, siempre que paso en auto o cuando camino por ahí y bajo por la escalinata breve con rumbo al templo de San José, como muchas otras personas, veo el busto y miro si tiene telarañas en los huecos, porque a veces no le dan una manita de gato a la escultura de bronce, pero, además, saludo a Rosario, es el feliz pretexto para saludar a una de las más grandes escritoras mexicanas del siglo XX. Ya andamos en el XXI y ella sigue trepando a las alturas, es como una de esas nubes gloriosas que se ven al fondo, como una de esas tejas que resguardan los locales del portal. Pasé por ahí, iba en mi auto, me dirigía a mi oficina de la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar y de pronto vi lo que acá comparto con vos. Un equipo de cuatro personas, con documentos, folders, cámaras y celulares, están pendientes de un señor que vestía una guayabera blanca. El personaje, así le llamaré, se había parado frente al busto para que éste quedara al fondo de la grabación. ¿Mirás qué prodigio? Sí, las estatuas de los grandes personajes sirven para tomarse la foto del recuerdo, en cuanto aparecen en un espacio público se vuelven imágenes referenciales. Es como el plus de un viaje. Ahora, muchas personas se toman la foto del recuerdo al lado de las letras gigantescas donde aparece el nombre del pueblo que se visita. No todos están de acuerdo con esas letras, dicen que en los pueblos famosos no hay necesidad de ello. ¿Quién necesita un letrero que diga París cuando el retratado está frente a la Torre Eiffel? Todo mundo identifica el lugar. Llamó mi atención, porque pensé (tal vez imaginé de más) que quien viste de guayabera es un político y su equipo de producción le propuso que el video promocional fuera tomado frente al busto de Rosario. Ah, el arte escultórico y la literatura de la mano con la política. He visto a decenas de turistas q ue se toman la fotografía del recuerdo en ese espacio. Muchos visitantes suben a la plataforma y se acercan al busto. No pueden acercarse más. Digo que eso es práctica común. Tengo amigos que han ido al Senado de la República y la foto obligada es donde aparecen al lado de la escultura de Belisario Domínguez. Tengo amigos que se toman fotos al lado del famoso Caballito, de la Ciudad de México. En una ocasión (me dio gusto) un papá subió a su hija sobre el cubo y la niña abrazó a Rosario. No supe bien a bien si la niña supo lo que estaba haciendo, pero sé que cuando crezca y vea esa foto del recuerdo reconocerá que tuvo la osadía de subir y abrazar a Rosario Castellanos. Espero que en ese momento ella sea una gran lectora de la obra de Rosario, que sea una gran lectora. ¿Será un gran lector este personaje de la guayabera blanca? Como dije, iba en auto, ya no supe bien a bien qué decía el personaje de la guayabera. Me habría gustado estacionar el auto, bajar y oír su mensaje. ¿Aprovecharía la imagen para hacer una cita de Rosario y encaminar por ahí su mensaje político? Pero, digo, la maestra Fany haría un acto llamado “Spelling Bee” y yo debía estar en el colegio. Vi todavía por el espejo retrovisor la imagen y tuve una mejor perspectiva, el personaje aparecía bien parado y al fondo estaba el busto que realizó el gran escultor comiteco. Las esculturas de Luis sirven para que los visitantes o los de acá se tomen la foto del recuerdo. Los niños se trepan sobre el león de la Pila que a su vez está trepado sobre una piedra pintada de rojo. Ah, somos bien folclóricos los comitecos. He visto a personas que se toman la foto del recuerdo en la escultura que está en el parquecito frente al templo de San José. Bueno, acá han sido tan juguetones que se robaron los bolillos del marimbista. Posdata: sí, querida mía, cada una de las esculturas del mundo se convierten en lugares simbólicos, algunos lo son tanto que no necesitan letreros que digan: “soy fulano de tal” o “estás en tal lugar”. Algún día, en Comitán no necesitaremos letreros que digan ¡Comitán!, porque todo mundo reconocerá de inmediato el espacio prodigioso. ¡Tzatz Comitán!