martes, 21 de febrero de 2023

CARTA A MARIANA, CON UNA CUADRA (segunda parte)

Querida Mariana: apenas había comenzado a caminar y ya la perspectiva era otra. Caminé con un propósito esencial: describirte cada paso de ese trayecto y eso me dio una luz diferente. No caminaba solo, caminaba casi casi platicando con vos. Dicen los que saben que es maravilloso viajar solo, pero es grandioso viajar con un compañero afectuoso. El afecto es cuerda que nos une desde hace años. Vos y yo hemos caminado juntos, no con la boba idea del escritor que dijo que se debe ver hacia el mismo punto, sino viendo hacia puntos diferentes y comentándolos, cada uno consiguiendo asombros y compartiéndolos. El motivo del viaje, de la vida, es hallar miradas novedosas y acá sí tiene razón el que dijo que dos cabezas piensan más que una, dos miradas ven más que una. Las parejas bien avenidas comparten miradas prodigiosas, se complementan, tratan de armar el rompecabezas divino. El edificio de la esquina tiene tres niveles, en cada nivel hay una solera que produce algo de sombra en los ventanales. Cuando caminé frente a él (pintado de color verde pistache) estaba cerrada la planta baja. En un tiempo (¿años setenta y ochenta?) ahí estuvo la Farmacia Ana Rosy, que era patrocinadora generosa del programa de radio infantil que en la XEUI conducía Romeo Torres Ventura. Se llamó así porque la hija de la familia Santiago se llama así: Ana Rosy. Al lado existe un edificio más alto, de cinco niveles. Cada nivel, también, tiene soleras sobre los ventanales, en un extremo soleritas tradicionales con tejas y en el otro extremo formas más modernas. Es un edificio que presenta dos estilos arquitectónicos en cada uno de sus niveles, quién sabe por qué. En la planta baja hay un negocio de colchas. La mañana que pasé por ahí el propietario tenía colgadas varias colchas en la entrada, para que el peatón de inmediato sepa que ahí hay frazadas para el tiempo de frío. No se necesita ser muy perspicaz para saber que su mejor negocio lo hace en otoño e invierno. ¿Quién compra una colcha en primavera? Bueno, tal vez el negocio está en sábanas, harta sábana. Como siempre lo hago, cuando estoy en esta parte del centro de la ciudad miré hacia el oriente, hacia donde está la Ciénega, espléndido remate visual, porque es una hondonada que trepa tantito hacia cerros amables, afectuosos. Nada de las grandes alturas, no. El valle trepa como tzúcumo simpático. De ahí llega el viento a Comitán, un vientecito que a veces, alevoso, es helado. Ay, no sabe que Comitán, desde siempre, ha presumido su clima templado. El edificio es tan alto (cinco niveles. Echale, de perdida, dos cincuenta de alto por nivel, así que el edificio para llegar a la azotea tiene doce o trece metros de altitud, donde, por lo mismo, están colocadas dos enormes antenas que deben ser de alguna empresa de telecomunicación y que rentan “el espacio”. Quien ve desde abajo ve dos intricados ramajes pintados de blanco, que deben captar y enviar señales. Buen ejercicio debe hacer el técnico que da mantenimiento a dichas antenas, pero más ejercicio deben hacer las personas que habitan los departamentos superiores. En la planta baja, al lado de la tienda de colchas hay una pequeña entrada que, asumo, debe ser el acceso para los otros niveles, a través de una escalera, que no debe ser muy amplia, dadas las dimensiones del frente del edificio. A continuación, un edificio de dos plantas en un extremo y tres plantas en el otro extremo. Te digo, los estilos arquitectónicos comitecos son simpáticos. El segundo nivel, en forma corrida tiene un barandal que permite a los propietarios salir a presenciar algún desfile (desde ahí se puede presenciar en la esquina el paso de los participantes de la entrada de flores del día 10 de febrero, en honor a San Caralampio; y, por supuesto, las entradas de velas y flores durante el novenario, porque por ahí bajan hacia el templo. Sí, también el desfile de carros alegóricos de la feria de agosto). Al lado del edificio de cinco niveles está el negocio de mi amigo Félix: “Moda piel. Ideal” es el nombre de su local, donde vende, como su nombre lo indica, vestimenta hecha de piel, de calidad, chamarritas cucas; además, porque Félix es un gran artista, vende guitarras. Félix participó hace poco tiempo en un Conversatorio donde él y sus compas (Pepe Román, Alejandro Morales y Juan Zenón) recordaron parte de la historia de un lugar fantástico llamado “Rincón de la guitarra”; en una ocasión, así lo contó Álex Hiram, la cantante peruana-mexicana Tania Libertad se aventó un palomazo. El día que saludé a Félix le expresé mi admiración, porque lo recuerdo en la Escuela Preparatoria siendo uno de los principales integrantes de la banda de guerra, el maestro Roberto Bonifaz lo había elegido para ser, no sé cuál es el término preciso, comandante de la banda. Hablo, querida niña, de tiempos donde la disciplina era el distintivo de la banda. El maestro Roberto siempre fue estricto, formal, por eso cuando los alumnos de la Prepa participaban en un desfile sólo admiración y respeto despertaban entre quienes presenciaban la participación desde las banquetas o puertas o balcones. Honor y gloria al maestro Bonifaz y a los alumnos que recibieron una educación cívica de privilegio. Posdata: Al lado de la tienda de Félix está una vivienda. No sé por qué tengo la idea que en ese edificio vivió una de las glorias del básquetbol comiteco: el famoso “Camello”. Vos sabés que no me gusta decir apodos, pero en este caso no hay para dónde hacerse, el maestro Penagos lleva con gran orgullo el sobrenombre que lo hizo famoso en todo el estado de Chiapas. Ah, los aficionados al básquetbol recuerdan con emoción las grandes jugadas que él hacía. Se habla del maestro Temo Alcázar como el Eterno joven de Comitán. Bueno el maestro Mariano Antonio también es del club. ¡Tzatz Comitán!