domingo, 12 de febrero de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN JUEGO MARAVILLOSO

Querida Mariana: en los años sesenta, como en muchos lugares de México, de Latinoamérica, del mundo, en Comitán había mucha afición por el fútbol soccer, pocos amigos jugaban lo que llaman “tochito”, que tiene relación con el otro fútbol, el americano. Hoy, como en todo el mundo, existe una gran afición por el fútbol americano. Cuando se aproxima el día del juego más importante, el llamado Súper Bowl, centenas de aficionados comitecos se preparan para verlo en las pantallas o, los privilegiados, para verlo en vivo. Tengo amigos que viajan a USA a ver el partido. Los amigos que no tienen la paga para ir se reúnen en alguna casa o en un bar o en un restaurante o café y disfrutan las emociones que, como dicen los clásicos, se da en el “emparrillado”. En la parrilla de la cocina se doran las carnes, cebollitas y demás riquezas gastronómicas que son el complemento ideal del partido y de las cervecitas y chupitos. Como cada año, escucho noticias en la televisión y me asombra cuando dan el dato de las toneladas de aguacate mexicano que se exporta a aquella nación. Parece que ya es costumbre ver el partido con un buen guacamole y las tostaditas. El guacamole es una de las delicias de la cocina mundial. Ah, mi tío Alberto siempre elogió el guacamole que hacía, una vez, intrigado por el secreto, husmeé en la cocina, el tío platicaba con mi papá mientras su esposa cortaba los aguacates y la pulpa (¿así se llamará?) la colocaba en un molcajete para hacer una riquísima pasta de color supremo. Luego le agregó cebollita finamente picada, jitomatito, chilito serrano y sal. Vi con qué delicadeza agregó los ingredientes al molcajete y los mezcló con sabiduría. ¿Y el tío? Pucha, cuando todo estuvo ya listo, la tía llevó un platón generoso a la mesa y el tío entró a la cocina, sacó una botella de aceite de oliva, la abrió y regó unas gotas sobre el cremoso guacamole, colocó la botella sobre la mesa al tiempo que, orgulloso, dijo: “Ah, me queda para chuparse los dedos”, tomó una tostadita, le puso guacamole y la ofreció a mi papá. Pucha, yo quedé viendo a la tía, quien, sonriente, asentía como confirmando lo que había dicho el esposo. El guacamole es una riqueza gastronómica, pero, no sé por qué la tía Martha le hacía caras feas. Cómo no, dijo su hija Elena, mi mamá es muy brava, si come guacamole le puede hacer mal. Recordé que de igual manera mi madrina Arminda, cuando servía un plato de guacamole en la mesa, preguntaba: ¿No te enojaste? Si te enojaste no comás aguacate. ¿Hace daño? La Vicky dice que sí, que la grasa del aguacate hace daño a la vesícula y da dolores de barriga. Por eso, cada año pienso en los aficionados de USA, y en los mexicanos también. ¿Cómo le hacen los que hacen berrinches de coraje porque su equipo perdió si le metieron con ganas al guacamole? ¿No les hace daño? ¿No les importa un retortijón de tripas? Cientos de toneladas de aguacate mexicano se van cada año en temporada de Súper Bowl, a mí me encanta saber esa noticia, eso significa que los gringos disfrutan un fruto exquisito. María Elena dice que el aguacate es verdura. No sé, lo que sé es que es un exquisito manjar. Además, el hecho de que los amigos de USA lo consuman significa dinerito para el territorio mexicano. En Comitán comemos el tzitz y uno que es de bola, a mí me encanta el que es como de mantequilla, que se da en Tierra Caliente, y por encima de todos, esa riquísima variedad que se llama Chinini y que mi papá se acostumbró a comer en San Cristóbal de Las Casas. Esta variedad no se encuentra en Comitán. Lástima, porque es riquísimo, exquisito, único. Posdata: mi amiga Eva, quien es aficionadísima al fútbol americano tiene una mezcla de sentimientos cuando llega el Súper Bowl. Imagino que lo mismo le sucede a millones de aficionados, ella disfruta con intensidad el último juego, pero le asoma la tristeza porque es el final de la temporada, dice que de febrero a septiembre es una “gran sequía deportiva”, por eso, cuando inicia la siguiente temporada ella echa harto silbato. No sé cuál es su equipo favorito y no sé si come aguacate cuando hace coraje porque el equipo de sus amores no llega al gran juego. ¿Duele pancita? ¿Duele corazoncito? ¡Tzatz Comitán!