miércoles, 11 de diciembre de 2024

CARTA A MARIANA, CON DÍAS PRODIGIOSOS

Querida Mariana: ¿alguna vez te fuiste de “pinta”? ¿Con amigas y amigos te “pelaste” de la escuela? Esta fotografía del recuerdo es testimonio de una “pinta”, de hace muchos años, no sé cuántos, pero acá están chavos quienes hoy ya son personas productivas, gente que aporta su talento en la construcción de la sociedad. Hace tiempo dejaron de ser chicos que se iban de pinta. Cuando estuve en el aula como alumno nunca me fui de pinta, porque era un niño muy cuidadito. “Cuidadito y te vas de pinta”, me advertían los mayores de casa. Crecí y un día me tocó estar en el otro extremo del escritorio, fui maestro, entonces recomendaba a los chicos y chicas que no faltaran a clases, porque en el aula estaban recibiendo la preparación para su desarrollo ulterior. Pues es lo que exige el protocolo. Hoy, me da pena decirlo, veo que, cuando menos estos chicos, vivieron una experiencia maravillosa. Mi querido amigo Carlos Monjaraz Monroy me envió la foto, la compartió con un mensaje que transcribiré tal cual: “Profe, le envío una foto con amigos que se fueron de pinta, allá por Pamalá, a tirarse clavados a un arroyuelo, en un terreno de Don Enrique Zardain, de exportadores de café. Burro 1 (izquierda), atrás José Gabriel Pinto Astudillo (Joselo) y al frente José Luis Cameras; en el burro 2 (derecha), atrás Roberto Durán Aguilar, y al frente Jorge Cancino (Queso), y en medio de los dos burros: Jesús Ramón Jiménez (Chibolas)”. Esta descripción es genial, casi completa, digo que casi completa, porque no están consignados todos los apodos y nunca se dice quién tomó la foto. Quiero pensar que el fotógrafo fue el propio Carlos (que tampoco dijo su apodo), aunque ahora dudo, porque Carlos escribió: “amigos que se fueron de pinta”, y con eso se excluyó. ¿Lo hizo así para no ser reprendido ya de viejo, por sus mayores? Me da pena decirlo, pero yo veo acá a un grupo de cinco chicos llenos de vida, alegres. Se fueron de pinta, lo que quiere decir que tuvieron un día genial. Aunque tal vez no fue así. ¿Qué sucedió al día siguiente en la escuela? ¿Los maestros se dieron cuenta de la ausencia y hablaron a las casas de estos chicos? ¿O todo pasó transparente y estos chicos jamás se arrepintieron de esta salida por lo escondidito? Lo primero que puedo decir es que ¡eran otros tiempos! Tiempos donde los chicos podían escaparse de la escuela sin temor de que algo malo pudiera pasarles. ¿Qué de malo tenía brincar la barda, caminar con rumbo a Pamalá, toparse con dos burros y tomarlos prestado (sin pedirlo) por un rato?, eran tiempos, como lo expresa la mano de Roberto, de “amor y paz”, eran tiempos donde las travesuras no pasaban de eso, eran tiempos seguros. Porque estos chicos sólo se reunieron para ir a aventarse unos clavados en un arroyuelo. Luego se rompió la taza y cada uno fue a su casa. Carlos hizo favor de compartir este recuerdo y ahora lo comparto con vos, sin su permiso, sé que al ver esta postal tu rostro se iluminará y, aunque casi estoy seguro que nunca te fuiste de pinta, sé que conocés historias de amigos y de amigas que lo hicieron y que al día siguiente contaron, en forma alegre, lo que hallaron en su travesura. Porque irse de pinta era eso, una sencilla y magistral travesura, no más. Las pintas de esos tiempos estaban vestidas con un traje de inocencia y de candidez, de ánimo de sentirse grandes, pero sin llegar a exponerse en el vacío, en los abismos, todo era como acá se ve, en planito, con una transparencia sublime, en su cielo, en su aire, en la camaradería, en la convivencia. Posdata: ah, fue un día genial, bendito instante en que se les ocurrió dejar el aburrimiento cotidiano y convertirse en grandes aventureros. Todo era tan emocionante como escalar el Everest en un planito, con buen clima. ¡Tzatz Comitán!