viernes, 27 de diciembre de 2024
CARTA A MARIANA, CON LA RIQUEZA DE NUESTRA IDENTIDAD
Querida Mariana: mi generación de preparatoria cumple en este 2024 cincuenta años de su egreso. Recibimos nuestro certificado al término del ciclo escolar, en 1974. Como es costumbre se hizo el protocolo de entrega de documentos, los alumnos y alumnas fuimos acompañados por un padrino o una madrina. Mi papá me apadrinó en este acto, que se celebró en lo que hoy es el auditorio Roberto Cordero Citalán y que, en ese momento, era el auditorio de nuestra escuela.
Mi querido amigo Rafa Morales debe recordar que tuvimos un desayuno, fue en el hotel de su papá: Hotel Morales, que está casi frente a la plazuela del templo de El Calvario. Hoy ese hotel no se llama así, hasta donde sé su nombre es Hotel Plaza Tenam.
Ese día ya todos, de una o de otra manera, habíamos decidido parte de nuestro porvenir. La mayoría eligió una universidad para continuar con la escalera educativa iniciada en el kínder. Los primeros años habían sido recorrer un camino ya trazado: jardín de niños, primaria y secundaria. Ay, al llegar a bachillerato, en el segundo grado ya debimos elegir área. Esto fue como un previo para la elección de la profesión, una de las situaciones más complicadas de la vida. Muchos ya tenían claro el panorama desde el segundo grado de bachillerato, otros dudábamos. No sé si hice bien el análisis, pero me apunté en el área de físico matemáticos. Entiendo que del total del grupo fuimos los menos. Los demás estudiaron ciencias biológicas o Sociales. ¿Humanidades y artes? No, no había dicha opción. Jodidos estuvimos todos ustedes.
El otro día, la querida amiga Lupita Nájera Cancino compartió esta fotografía de esos años, de hace cincuenta años, más o menos. Uf, fotografía que ha caminado más de cincuenta años y llega puntual para celebrar el medio siglo y se presenta jovial, simpática, llena de vida, como llenas de vida están las chicas setenteras, vestidas con la moda que imperaba en esos tiempos. Me atreveré a decir que esta fotografía fue tomada en el patio de la escuela, me atreveré a decir que la ventana que se ve atrás era de un salón. No tengo la certeza, lo que sí puedo asegurar es que acá está Zoraida, Gloria, Lupita y Marirrós.
¿Ya viste el pantalón que viste Lupita? Mirá cómo baja de la cadera y de pronto se extiende en lo que llamamos “acampanado”. Los pantalones acampanados fueron la moda, tanto en hombres como en mujeres. Acá sólo Marirrós no lleva pantalón. ¿Ya viste la blusa que tiene Zoraida? Llena de estampados, como si fuese una campiña llena de flores, como si fuese una comuna, porque en esos años aún existían los resabios de la cultura hippie y el famoso lema del Amor y Paz.
Acá están cuatro chicas de esa generación maravillosa. Recuerdo que Marirrós estudió en el mismo grupo donde estudiamos Daladier, Javier, Roberto, Miguel, Jorge, José Luis, Rafa y yo. ¿Mirás? De un grupo de cincuenta una minoría optamos por estudiar el área de físico matemáticos, por eso teníamos un salón bien pequeño donde recibíamos las clases especiales. Marirrós fue la única mujer en Físico Matemáticos, cuando concluimos el bachillerato viajó a la Ciudad de México y se inscribió en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, en donde se tituló como arquitecta.
Porque todo es un símbolo, en la parte superior de la fotografía hay cuatro equis, porque estas chicas eran las incógnitas de la ecuación: ¿qué sería de ellas en el porvenir? Gracias a Dios, las cuatro chicas siguen igual de coquetas y bellas en el 2024, medio siglo después. La ecuación de la vida la resolvieron, porque, eso sí, las matemáticas fueron una materia que llevamos todos, sin importar el área elegida. A la hora de matemáticas todos nos reuníamos en un solo salón, ahí, el maestro Hermilo o el maestro Pepe nos impartieron la materia, ellos llenaban el pizarrón con números y nosotros hacíamos la copia en el cuaderno para tratar de hallar el valor de equis.
Posdata: ese tiempo fue hermoso, un tiempo de decisiones; fue tiempo que nos obligó a tomar una u otra senda. Lo que ahora somos, las cicatrices que tenemos, fueron hechas a partir de ese instante. Los años del kínder, de la primaria y de la secundaria no habían obligado a elegir, ya el camino estaba señalado. A partir de la prepa todo estaba en nuestras manos y a veces esa materia moldeable se nos caía de la mano.
¡Tzatz Comitán!