domingo, 15 de diciembre de 2024

CARTA A MARIANA, CON UN TEXTO ESCRITO POR EL MAESTRO JORGE GORDILLO MANDUJANO

Querida Mariana: los hijos, nietos y nietas suben las fotos de recuerdo del Maestro Jorge. Como vos preguntaste acerca del texto que el Maestro publicó en la revista “Papel de china”, que creó mi amigo Paco Flores, te paso copia, porque acá también hallarás su rostro limpio. “Papel de china. ¿Por qué de china?, le pregunté curioso a mi papá. Quería saber por qué este papel (tan bonito), diferente a las hojas de mi cuaderno, que había de tan vistosos colores (de todos, también verde), le decían de china. “Mi padre me dio una amplia explicación: que un chino: Tsuan Lun, en el siglo 111 de nuestra era, lo fabricó por primera vez, con seda, trapos y cortezas; de los chinos lo aprendieron los árabes y difundieron su técnica en España. Tal vez a este papel se le conoció como de china, en memoria de China, cuna del papel (aunque la paternidad del papel la reclaman también los egipcios). Toda la perorata de mi padre me sirvió para nada. “Mi padre era maestro rural. Por estas fechas trabajaba en la colonia Hermenegildo Galeana, del municipio de La Independencia. “Esa tarde estaba muy ocupado en los preparativos del desfile del 16 de septiembre. En ese entonces el maestro rural cumplía al pie de la letra los ideales del ilustre pedagogo Rafael Ramírez: debía vivir y convivir en la comunidad donde prestaba sus servicios. Tal hacia mi padre: peregrinábamos junto con él en las diferentes colonias (ejidos recién constituidos) donde le tocaba trabajar. Habitábamos una casita anexa al edificio escolar (si edificio pudiera llamarse una casona con techo de zacate, paredes de bajareque y piso de tierra). Yo lo vi, muchas veces, actuar como juez, como médico, como sacerdote, etc. La vida de la comunidad se desarrollaba siempre en torno del maestro y su familia. Había que ver y admirar aquellas "veladas” del 10 de mayo y del 15 de septiembre. Las principales, en las que mi padre se convertía en director de teatro; mi madre era coreógrafa y maquillista y mis hermanos primeros actores que encabezaban un brillante elenco conformado por rudos campesinos, que al parecer sólo sabían manejar la coa o el azadón. Atanasio, Rogelio y Braulio, son algunos nombres que recuerdo. “El desfile de ese año sería muy especial. Era el año 1945. Acababa de terminar el sexenio de la guerra, la Segunda Mundial en la que México también había participado con el escuadrón 201, del cual formó parte (porque somos muy metiditos) un valiente comiteco: Luis Mandujano Gallegos (El Pichón). Alboreaba un nuevo día que la gente anhelaba fuera eterno. Ese 16 de septiembre, los niños y los mayores pasearíamos nuestro lábaro patrio por los callejones lodosos de Galeana, un diminuto punto en el universo, imperceptible a los ojos de los hombres, engrandecido a la vista del Señor, dueño de la vida y autor de la paz. “El engrudo de almidón ya casi se hacía bolas. alguien había dejado de menearlo. Una vez que alcanzó su grado de viscosidad, empezó el trajín: todos teníamos ya las reglillas de tejamanil de 3/4 de vara (unos 63 cm) que servirían de astas a nuestras banderitas. De antemano, mi padre, en uno de sus viajes a Comitán, había comprado en la tienda de doña Mariana, varios cuadernillos de papel de china, verde, blanco y rojo, en igual número. Con tijeras, cuchillos, y hojitas de "shilet'' (así les llamábamos a las navajitas de rasurar de marca GILLETE) se hacían los cortes. Cuando a mí me falló un corte y eché a perder un pliego de papel encontré la explicación de por qué se llama papel de china. Quise esconder disimuladamente el pliego que había inutilizado. Con mucho cuidado lo jalé para dejarlo bajo la mesa, pero un sonido desagradable y estridente me delató. Mi padre me vio con una mirada interrogante. Quise ocultar más mi delito y ayudado de mis piernas lo estrujé para disminuir mi culpa. En ese momento, mi padre, con severa palabra, me increpó: ¿Qué es eso que rechina? “Es el papel, papá, es el papel”. “Y pensé en mis adentros: "Tal vez porque es de china, rechina. Eso es, ahí está la explicación". Y jamás volví a preocuparme de este asunto. “Sin embargo, desde aquellas tardes en que con mi padre hacíamos banderitas, este papel delgadito, translúcido, multicolor, me trae gratos recuerdos. Lo he observado en vistosos cortinajes adornando altares y tumbas; en papalotes que surcan el aire en un intento de rivalizar con las estrellas; en guardianes de afectos primorosamente calados; o envolviendo cariño en los días de santo. ¡Cómo me entristece que el papel de china de todos colores (y también verde) ya no presida las fiestas patrias como antaño alternaba con laurel en los templetes! ¡Papel de china! ¡Cómo te añoro! “Aunque el papel de china haya caído en desuso, ahora esta revista ha vuelto a inquietarme. ¿Por qué de china? ¿Puede usted, amable lector, despejarme esta incógnita?” Posdata: hasta acá el texto escrito por el Maestro. La palabra permanece. Hoy, él ya no está físicamente con nosotros, pero su voz sigue luminosa, soberbia. ¡Tzatz Comitán!