jueves, 26 de diciembre de 2024
CARTA A MARIANA, CON UN SUEÑO
Querida Mariana: ¿nunca has soñado que tenés una estatua? No hablo de deseo, sino de sueño a la hora que dormís, casi casi de pesadilla.
Hablo de que dormís y en un momento de la madrugada, soñás que caminás por el parque y en una pequeña rotonda, donde una niña va en triciclo, mirás una base enorme que sostiene una escultura, mirás hacia arriba y encontrás que quien está ahí ¡sos vos! Mirás hacia todos lados, pensando que si alguien te mira viéndote preguntará si sos vos el de la escultura. Ah, ya miro tu horma de jolote orgulloso diciendo que sí, que sos vos.
Porque no cualquier ser humano tiene el privilegio de tener una estatua. En Paseo de la Reforma, de la Ciudad de México, existen muchas estatuas dedicadas a diversos héroes, unos más conocidos que otros. No me hagás caso, pero parece que hasta hace poco sólo estatuas de hombres había.
Dije que soñar con ser estatua no siempre es un sueño placentero, a veces es una pesadilla. Porque podés soñar que una turba enardecida amarra sogas a tu cabeza y derriba tu estatua. La historia registra muchos hechos similares, donde estatuas de dictadores se fueron al suelo y terminaron en quién sabe qué basurero. ¿Recordás que en San Cristóbal de Las Casas un grupo de indígenas derribó una estatua del conquistador Diego de Mazariegos? En tiempos más recientes, en la Ciudad de México, retiraron las estatuas de Hernán Cortés y de Cristóbal Colón, como forma de protesta porque España no ofreció disculpas por los atropellos cometidos en La Conquista, solicitud del gobierno de México que sonaba a un exceso, a una bobera.
Ciudad Universitaria de la UNAM se fundó en el periodo presidencial de Miguel Alemán, así que en la explanada central se erigió una estatua en su honor, estatua que fue dinamitada por un grupo jamás identificado.
Y como mojol de lujo está el hecho de que, si sos estatua estarás siempre, siempre, cagado de palomas, a las palomas les encanta hacer sus travesuras en las ramas donde se posan y en las cabezas de las estatuas. La estatua no siente algo, es inerte, pero debe ser muy jodido estar parado en bronce todo el día, soportando la lluvia, el viento, el sol ardiente, el frío calador.
Si hacés una revisión histórica verás que las estatuas corresponden a personas que han hecho un bien a la humanidad, hay casos donde no es así, pero esas personas tienen estatuas porque poseyeron el poder; es decir, a los poderosos les levantan estatuas. Pero el mundo es mundo y no sólo está lleno de caca de paloma. En Japón levantaron una estatua para honrar la fidelidad de Hachiko, un chucho que llegaba todos los días a la estación del tren para esperar a su amo, a éste le dio un infarto o algo así y ya no regresó jamás, pero como el chucho no supo eso llegaba todos los días a la misma hora para esperar a su amo. ¡Ah, qué acto tan generoso!
Hacé una revisión de las estatuas que hay en nuestro pueblo. El primer lugar se lo lleva Tío Belis, tiene una enormísima a la entrada del pueblo y otra en el interior del palacio municipal; luego está la estatua de mi tío Fray Matías de Córdova (ya te dije que el admirado Gustavo Armendáriz me envió copia de mi árbol genealógico, donde queda demostrado que, por la rama materna, Fray Matías es mi sexto tío abuelo, ¡ah, nadita soy! El nombre de mi mamá es Hilda Cecilia Torres Córdova). Por más que le busco no encuentro otra estatua en el pueblo. No sé si la imagen de Rosario Castellanos que está en su museo entre como estatua, porque es de tamaño natural, pero de cera. La ventaja de esta imagen es que no está expuesta a las inclemencias ni a las cagadas de las palomas. ¡Mentira! Recientemente se agregó una estatua al libro de nuestra historia. En el bulevar Roberto Albores Guillén colocaron una estatua del ex gobernador. Pucha, qué honor, Don Roberto está en la carpeta donde sólo estaban dos grandes héroes tío Belis y mi tío Matías de Córdova. Sin duda que la autoridad que mandó a hacer la estatua de Don Roberto lo quiere mucho, porque no existe otro comiteco o comiteca con tal honor. A nuestra amada Rosario no le alcanzó más que para bustos, lo mismo para Mariano N. Ruiz y para la gran heroína Josefina García. En el parque central hay bustos de Benito Juárez, de Pantaleón Domínguez y de Jorge De la Vega Domínguez; y en el parque de San Sebastián un busto de Josefa Ortiz de Domínguez. ¿Estatuas? Sólo las mencionadas. Y si decimos que la estatua es un homenaje a los grandes personajes, pues terminaremos diciendo que en el pueblo los tres grandes son: Belisario Domínguez, Fray Matías de Córdova y Roberto Albores Guillén. ¡Cosas veredes!
Posdata: el otro día fui al parque de Guadalupe (parque de La Independencia), me trepé a un arriate y me puse en pose de estatua. En la mano izquierda tengo una espada invisible, invencible, la imaginé como la del héroe de Skywalker; jugué a imaginar que, con fuerza de trueno, le decía a mi pueblo: “que la fuerza te acompañe”.
Pero me bajé de inmediato porque oí un aleteo cerca de mí, ah, pinche paloma, ¡a mí no me vas a cagar!
¡Tzatz Comitán!