jueves, 17 de septiembre de 2009

CORTAR A CORTÁZAR


A Marimar le conté que me autoimpuse una "tarea": leer un cuento de Cortázar, todos los días.
Pronto iniciaré un Taller de Creación Literaria. Ahí, los talleristas inscritos (espero sean muchos) leerán los cuentos de Julio.
Sé que los "demócratas" criticarán mi método de "autor único" (corremos el peligro de terminar imitando a Julio).
He valorado tal riesgo. Estoy dispuesto a superarlo.
Tomaremos a Julio como si fuera el maestro conductor del Taller.
Admito la existencia de muchos y muy buenos narradores, pero la narrativa de Julio se me hace completa. No le conozco un cuento flojo. Todos tienen la ventaja de ser atractivos desde las primeras líneas.
Casi casi podría asegurar que Julio se sentaba a escribir (cuando le daba "la cosquilla de cuento") sin tener una idea preconcebida. Imagino que él, una buena tarde, se sentaba, metía un papel carta en la máquina mecánica y escribía la primera frase. Este acto convocaba su imaginación y luego el cuento comenzaba a "escribirse".
Mi maestro de cuento: Rafael Ramírez Heredia, el querido "Rayo Macoy" recomendaba lo contrario: el escritor debía sentarse a escribir cuando ya conociera el desenlace del cuento.
Debo confesar que nunca le hice caso al Rayo. Cuando tengo "cosquilla de cuento" me siento y escribo la primera frase.
Por esto, en el Taller, elegiré a Julio como maestro. Que él nos guíe. Sé que si algún buen tallerista aparece, tendrá la capacidad para imitar y luego hacer polvo a su maestro. A final de cuentas es lo que hacemos todos los aprendices. Pobre de aquel que no tiene a su maestro como Dios y más jodido si no, una vez aprehendidos los conocimientos, lo vuelve a ver como un humano miserable y lo hace polvo.
Por el momento leo a Julio todos los días. Para mí, gracias al Dios verdadero, Cortázar no es más que un simple mortal (falleció ya hace varios ayeres), pero es uno de los más grandes escritores que el mundo dio.