jueves, 3 de septiembre de 2009

El búho que sueña ser gallo


Escribí un correo a Valeria. Ella se sorprendió porque lo escribí a las cinco de la mañana. ¿A poco sos el gallo -dijo- encargado de despertar a Comitán?
Dicen que es cuestión de temperamentos. Hay gente que prefiere la noche para hacer todas las actividades (incluyendo lo que están pensando). Hay otros que preferimos la madrugada; es decir, nos levantamos temprano, muy temprano, pero eso sí ¡nos acostamos, también, muy temprano!
De niño me sorprendí cuando supe que mi tío Ramiro se levantaba a las cuatro de la madrugada. Él, durante mucho tiempo, había sido encargado de un rancho. Parece ser que las comunidades rurales obligan a levantarse temprano para las faenas. La ciudad demanda otro tipo de comportamiento.
Las ciudades también tienen su temperamento. Hay ciudades que "nunca duermen de noche" (no sé, imagino a Las Vegas, por ejemplo). Están acostumbradas. Al otro día, al despertar, despiertan rozagantes y bellas.
Si yo, por alguna razón suprema, me desvelo, amanezco fatal al otro día.
Y dentro de esta tipología existen los raros. Mi compadre Miguel es de éstos. Se acuesta a las doce de la noche y se levanta a las cinco de la mañana y anda bien campante durante el día.
Sé que no podría resistir dormir únicamente cinco horas. Necesito dormir ocho para estar al ciento por ciento al otro día.
Por lo regular escribo estas entradas a las cinco de la mañana. Comunicarme con ustedes, demanda, cuando menos, un mínimo de lucidez. Me daría mucha pena estar "groggy" a la hora de escribir la primera palabra, y la segunda y la última.
Ahora mismo me siento muy bien porque anoche, a las nueve, me despedí del mundo temporal.
Valeria sabe que a las nueve "me muero", pero eso sí, a las cinco, el maravilloso acto de resurrección sucede y la luz me acompaña todo el día. Que así sea siempre para ustedes, también (sin importar si son de los que adoran "vivir" de noche).