lunes, 19 de abril de 2010
CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO DON CASIMIRO ES COMO UN LIBRO DE CORTÁZAR
Querida Mariana: Don Casimiro me cayó bien el día que lo conocí. Es un hombre humilde, por lo tanto ¡sabio! Me contó que una tarde subía por las escaleras de la Casa de la Cultura cuando se topó con uno de sus amigos que le dijo: “Tené cuidado, vos, Casimiro, venís hablando solo”. Don Casi sonrió y le dijo: “No vengo hablando solo, vengo hablando con Dios”. ¡Ahí me cayó bien, el viejo! Ya luego le fui conociendo algunas gracias más. Es un hombre que se levanta a las cinco de la madrugada y antes que hacer otra cosa, sale al patio de su casa, abre un hoyito en el suelo y “siembra” una piedrita. Me cuenta que sabe perfectamente que la piedrita no crecerá como crecen las matas de maíz, pero que, al pensar que “siembra” y no “entierra” algo más fértil debe suceder en el universo. ¿Lo imaginás, Mariana? Yo digo que es un hombre sabio aquél que, sin pena, habla con Dios o que siembra piedritas para que el universo tenga una oportunidad diferente de crecer.
La gente, por lo regular, siembra semillas y entierra objetos. Una vez, en Puebla, me tocó presenciar el “entierro” de una cápsula del tiempo. Vos sabés que las cápsulas del tiempo son esos chunches que se entierran en el presente para que sean descubiertos en el futuro, y así “el descubridor” sepa cómo era la vida en el pasado. En Comitán, hace muchos años, era costumbre “enterrar” tesoros. Muchos millonarios del presente, lo son porque “desenterraron” cajas llenas de monedas de oro que saber quién enterró hace mucho tiempo.
¿Imaginás lo que sucederá el día que alguien “desentierre” las piedritas que siembra Don Casi? Tal vez ni se dé cuenta de lo especial de esas piedras. ¡Hay tanta piedra en el suelo! Pero de una cosa estoy seguro: algo sucederá en el universo, algo se torcerá.
Es una idea rara, pero ¿imaginás lo que sucedería si millones de hombres hicieran lo mismo que Don Casi? No puedo advertir qué sucedería, pero el universo no sería el mismo. Vos y yo no podemos entender qué pasa porque nunca hemos sembrado piedritas, tal vez nos parece una acción banal.
Pero si lo pensás bien no es tan absurdo. A mí me parece más tonto “enterrar” monedas de oro, por ejemplo. ¿Para qué los antiguos abrían hoyos y enterraban sus tesoros?
Esas personas nunca entendieron que algo diferente hubiese sucedido si su pensamiento hubiera sido como el de Don Casi. ¿Por qué no pensaron que estaban “sembrando” sus monedas de oro? Tampoco puedo advertir qué sería la vida presente, pero estoy seguro que la vida no sería igual.
Cualquiera puede pensar que “sembrar” piedritas es ¡un absurdo! Es más absurdo “enterrar” monedas. ¿No?
P.D. Recuerdo que una vez me contaste que de niña te gustaba ir con tu papá a Los Lagos de Montebello. Recuerdo que tu papá te agarraba de la blusa para que no fueras más allá y vos “rejuntabas” piedritas y las aventabas al lago de Tzizcao. Te gustaba pensar que esas piedritas calientes por el sol se refrescaban en el agua. Eras un poco sabia, también. Los niños son como Don Casi: humildes y llenos de sabiduría. Los hombres nos echamos a perder conforme crecemos. Por esto Don Casi me cae bien. Nunca ha perdido esa capacidad infantil de crear otros mundos.