miércoles, 7 de abril de 2010

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL CRISTAL ES FRÁGIL




Querida Mariana: Luis Felipe se equivocó. Luis Felipe es el encargado de un zoológico pequeño de un pueblo pequeño, de Chiapas, llamado La Trinitaria. Sucede que al tal Alejandro Molinari lo nombraron representante de una Asociación Comiteca de defensa de los animales, para el acto de reinauguración del zoológico. Alejandro, vos lo sabés, con trabajos se representa a sí mismo, pero aceptó el encargo porque un hilo de afecto así lo demandaba. El día de la “actuación” se puso un saco (contra su costumbre) y a las diez en punto estuvo para cumplir con el encargo. Se presentó ante la responsable del acto de reinauguración del zoológico y se dispuso a esperar la llegada del Presidente Municipal que, juraron, ya no tardaba. Alejandro no está acostumbrado a estos actos, pero sabe que los presidentes municipales difícilmente llegan a tiempo a los actos programados. Nuestro personaje buscó la sombra de un árbol y se entretuvo viendo al conglomerado de niños escolares que había sido convocado para ser testigo de honor. Fue entonces cuando Luis Felipe, el encargado, se acercó y le dijo que ellos (es decir, el zoológico) siempre habían estado del lado de PROFEPA. Le pidió a Alejandro que cuando llegara el presidente él subiera también al estrado. Luis Felipe se despidió. A Alejandro le quedó la duda, él iba representando a PRODEFA y no a PROFEPA. Acudió de nuevo con la responsable del acto y dijo algo más o menos así: “Me daría mucha pena una confusión. Represento a una Asociación Civil de Comitán, en defensa de los animales, y no a una dependencia federal”. La Licenciada Nicté le aseguró que no había ninguna confusión. ¡Todo estaba claro! Alejandro recuperó la tranquilidad que se vio interrumpida con el arribo del Presidente Municipal. Un hombre de guayabera le pidió subir y sentarse al lado del Tesorero Municipal. A Alejandro le dieron una playera alusiva al acto, se quitó el saco y se puso la playera. En lugar de oír acerca de las nubes y de los ríos colgados en lianas oyó un comentario acerca del clima político y se enteró de que el tesorero renunciaría a su puesto para buscar la presidencia del municipio.
Querida Mariana, a Alejandro esto no le va, pero como en ese instante no era él, sino el representante de la Asociación Civil trató de representar dignamente el encargo. Al término de los discursos, Luis Felipe (que seguía enredado en la confusión) le pidió a Alejandro que acompañara al Presidente Municipal en el corte del listón inaugural (bueno, “reinaugural”) y, como si un alud lo hubiera arrastrado, cuando vino a ver estaba frente al listón, con una tijera en la mano, al lado del Presidente Municipal y sonriendo tantito para la foto “histórica”.
Comenzó el recorrido a las instalaciones remodeladas, el Presidente lo llamaba para que estuviera a su lado, pero Alejandro ya había tenido suficiente, así que tomó su cámara y comenzó a retratar a las decenas de niños que acompañadas de sus maestros recorrían los senderos del zoológico y se divertían al señalar a los loros, los changos, los cocodrilos, los avestruces y, ¡bendito Dios!, el nuevo ejemplar: ¡un tucán!
El Presidente Municipal se acercó a Alejandro y le preguntó: “¿Qué le parece nuestro tucán?”. “Bonito”, alcanzó a balbucear el representante; “Ahora nos hace falta la tucana”, dijo el Presidente. Alejandro sonrió. Luis Felipe dio dos pasos al frente y, como niño aplicado, dijo: “Licenciado –se dirigió al tal Alejandro-, acá, ante el Presidente Municipal, le quiero solicitar, atentamente, nos done un ejemplar hembra de tucán”.
Ahí fue donde Alejandro Molinari ya no pudo más y ante el Presidente Municipal le dijo a Luis Felipe que había una ligera confusión. El comiteco explicó que él no representaba a ninguna dependencia federal. Luis Felipe, como niño aplicado, dio dos pasos atrás y desapareció. Lo mismo hizo el Presidente Municipal y Alejandro se quedó solo y así siguió hasta que se despidió de la comisión organizadora. Ah, Mariana, si yo te contara la belleza de ese espacio. Hay árboles enormes que brindan sombras espectaculares. Pero, bueno, esto te lo contaré en alguna otra ocasión.
P.D. De regreso a Comitán, Alejandro pensó en cómo estas confusiones se dan a todas horas, en todos lugares. Si él hubiera dicho que era representante de la Secretaría de Gobernación, dos o tres lo hubieran creído y lo hubieran tratado como tal; y cuando la verdad hubiese aparecido lo habrían ignorado como si fuese una de esas “chanclas que no se vuelven a levantar”. Así se dan las cosas en este país hermoso que celebra, con bombo y platillo, doscientos años de independencia y cien de revolución. Algún día le diré a Alejandro que diga que es Presidente de la ASNOESCO (Asociación de No Estudiantes Comitecos), organismo que bien pudo haber fundado en los años setentas, y veremos qué nos cuenta.