viernes, 2 de abril de 2010

COMO HACE CINCUENTA AÑOS


"Ya todo está cerrado", me dijo el maestro Emigdio. Le llevé la batería del carro para que la cargara. "Ya está. No le dará lata en esta temporada", me dijo, cuando terminó de colocar la batería en el carro y checó que el ventilador entrara a tiempo y se apagara.
"¿Va usted a salir?", me preguntó. No, le dije. Nunca salgo de casa en Semana Santa. Él dijo que tampoco saldría. A las cinco de la tarde lo encontré, a dos cuadras de la casa, bien borracho.
"Ya todo está cerrado", había dicho. En efecto, apenas eran las doce del día del jueves santo y ya las calles del pueblo estaban desiertas. ¡Como hace cincuenta años! Ahora, ¿quién sabe en dónde está la gente?, pero igual que entonces el pueblo se queda desierto.
Dicen que en la ciudad de México sucede lo mismo. La gente se guarda en sus casas o viaja a lugares de descanso. En Comitán la gente acostumbra ir a sus ranchos o a Uninajab (un lugar cercano a Comitán, donde existen aguas azufradas).
Como entonces yo hago lo mismo: quedarme en el pueblo. Mi mamá asiste a "los oficios" y yo, a veces, la acompaño.
Camino por las calles del pueblo. Temprano acudo al mercado. Hay poca gente.
Tal vez la diferencia más notoria sea que ahora muchos camiones con turistas pasan por el bulevard con rumbo a Los Lagos o a Las Guacamayas o a Las Nubes.
Mi mamá fue a Las Guacamayas hace cosa de dos o tres semanas y regresó maravillada. Me contó que es un prodigio ver "el relámpago rojo y amarillo de las guacamayas".
"Ya todo está cerrado", dijo el maestro Emigdio. Él también cerró su changarro y se fue a beber trago. Ya el lunes todo volverá a la normalidad. "Todo estará abierto" de nuevo.