jueves, 8 de abril de 2010

NATALIA TOLEDO


Natalia estuvo en Comitán. Me concedió una Arenilla que publicaré -Dios mediante- el próximo lunes.
Natalia -todo mundo sabe- es poeta. Leyó en el auditorio del Centro Cultural. El recinto se llenó con su voz zapoteca. Una lengua con herencia de totopo, de camarón seco y sal de mar.
Natalia me cayó bien. Está alejada de todo aquéllo que pueda oler a naftalina o a perfume francés. Su piel y sus ojos exhudan fragancias del Istmo.
Su poesía está llena de conchitas y de estrellas de mar. Imagino que ella escribe como si caminara por esos caminos tocados por la flama ardiente del Sol.
Los otros, los que no estamos acostumbrados a hablar con las nubes, caminamos de puntillas, tratando de cuidar la planta de los pies. Ella camina con la planta bien puesta, sabe que sólo quien se quema recoge la esencia de la piedra y de la arena.
Me cayó bien la Natalia. Natalia desenfadada; Natalia de todos los mares y de todos los cielos. Me cayó bien porque fue tolerante. Como si fuese enviada especial "recibió" (en pleno auditorio) a un grupo de mujeres que le solicitaron llevar una petición para Toledo (el famoso papá); como si fuese una estrella más de este pueblo no puso nada en su corazón cuando las autoridades la ignoraron y la dejaron sola en el auditorio.
En un instante me preguntó: "¿Con quién me quejo?". No se quejó con nadie. Esperó pacientemente.
El acto programado para las cinco comenzó a las seis, porque las autoridades estaban inaugurando un acto en otro espacio.
Me cayó bien. Es una mujer humilde, desmadrosa, alivianada y su palabra es viento, es Sol, es mar, es piel de hombre y sueño de mujer.
Los coneculteros y gente del ayuntamiento de Comitán están interesados en la foto. Sin duda que estuvieron a punto para el acto inaugural y para escuchar el concierto de Raúl Ornelas. Ignoraron la voz húmeda de la poeta.
Gracias, Natalia, por ser mujer de pies descalzos.