lunes, 26 de abril de 2010

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LAS TARDES SE SIENTAN EN EL PARQUE




Querida Mariana, sentarse en el parque es la única certeza. Todo lo demás está metido en la confusión.
Por fortuna, aún quedan tardes para sentarse. Nunca he asimilado cómo la gente, tranquilamente, se sienta en los parques en las mañanas o en las noches. Siempre he pensado que las mañanas son para estar activos en las chambas; y las noches, para dormir o estar con la amada. Las tardes, en cambio, invitan a sentarse y mirar las frondas llenas de pájaros y de luces ya agotadas. Pero tal vez esto que pienso es también producto de la confusión de estos tiempos.
La confusión es tal que abarca todas las parcelas donde se mueve el ser humano: la escuela, la oficina, los negocios y la patria. A veces ya no hallamos para dónde hacernos. Llueve cuando no debe llover y los cobertizos no alcanzan para resguardarnos del agua y de los balazos.
¿Cómo -pregunto- la sociedad quiere que sus jóvenes tengan certezas cuando sólo les procuran caminos inciertos? La juventud, por definición, es una etapa de incertidumbre. Los jóvenes caminan a tientas. Es deber de los mayores procurarles una guía. En los tiempos actuales los viejos también caminan a ciegas y tontas. Muchos analistas políticos han comparado a la patria con un barco y al Presidente de la República con el capitán del barco. Ahora resulta que el capitán nos ha llevado a un mar lleno de rocas donde nuestro barco puede zozobrar. Da pena decirlo, Marianita, pero nuestro capitán está enredado en la confusión. ¡Por esto estamos como estamos!
El estado de Chiapas, que con la anexión prefirió ser cola de león que cabeza de ratón, está contaminado también. Recuerdo cómo la Universidad Autónoma de Chiapas, por ejemplo, avaló la candidatura de Mario Nandayapa para Premio Chiapas, el año pasado. Esto sólo puede entenderse como una réplica de los sismos sociales en que estamos enredados. Por esto, amiga mía, me atrevo a sugerir a las autoridades universitarias -en ánimo de que el engrudo no se les haga bolas- valorar en serio la persona de Heberto Morales Constantino para la próxima entrega del Premio Chiapas. La Universidad Autónoma de Chiapas saldría dignificada al avalar tal propuesta. Quien fue Rector de esa casa de estudios es un humanista que da brillo auténtico a la entidad. ¡Ya basta de brillos artificiales, ya basta de efectos especiales que sólo convencen a los aficionados del cine plástico norteamericano o deslumbran a espíritus mediocres!
Un poco de certeza en el reconocimiento de los valores auténticos de Chiapas ayudará a sortear estos huracanes confusos que nos atropellan indiscriminadamente.
Por esto, tal vez, la otra tarde que vos y yo nos sentamos en “nuestra” banca del parque de Comitán, dijiste que era como si la tarde estuviera sentada a lado nuestro. Sí, Mariana, la tarde también busca sosiego y recuesta su cuerpo en una hamaca. ¡Esta es la única certeza!
P.D. En el lenguaje todo es confuso, también. Hubo un tiempo, Marianita, que al pan se le llamó pan y al vino se le llamó vino. Hoy, a los viejos se les llama adultos de la tercera edad. Por esto no me sorprendí cuando mi sobrina Pao me dijo: “Tío, ¿tu cabello ya entró a la tercera edad?”. Ya nos lo había advertido Miguel Hernández, en la voz de Joan Manuel Serrat: “Menos tu vientre / todo es confuso”.
¿Adónde escondieron la palabra viejo? Una canción de Piero dice: “Viejo, mi querido viejo”. ¿Debemos ahora cantar: Hombre de la tercera edad, mi querido hombre de la tercera edad? Todo es confuso, querida Mariana.